"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado"
Gabriel García Márquez
Señorita Henderson:
Disculpe usted mi atrevimiento de escribirle, soy Mary, doncella de su tía. El motivo de mi carta es para informarle que no se encuentra nada bien, y aunque se ha negado a escribirle, necesita que alguien vele por ella. Creo que su cuerpo no resistirá mucho más. Su hermana, ha venido un par de veces y no ha hecho sino indisponerla aún más. Si fuera posible que viniera a verla, se lo agradecería enormemente, aún más ella, que se encuentra tan sola, desprotegida y cada día más débil.
Espero que su respuesta sea afirmativa y que pronto podamos tenerla aquí entre nosotros.
Atentamente
Mary.
Abi releyó aquellas palabras no una sino muchas veces. Se quedó pensativa ante la idea que Adele hubiera aparecido en casa de su tía, no entendía su propósito, ni quería. Aún le dolía su indiferencia hacia su padre, hacia ella y hacia todo lo que habían vivido. Su tía estaba enferma, grave aparentemente, no deseaba verla, ya se lo había dicho en su propia cara, pero lamentó haber recibido aquella misiva y ahora sentirse culpable, con un peso en su corazón de que ella muriera sola. La muerte de su propio padre había sido terrible, y se había sentido triste por él, porque estaban tan pocas personas con cariño sincero a su lado, y ahora su tía, pasaba por semejantes circunstancias, y no tenía absolutamente a nadie, salvo Mary, que la había acompañado desde que ella era una niña y podía recordarlo.
Movió el papel en sus manos un tanto nerviosa, pensativa, reticente a volver a Londres, a dejar LightHouse. Suspiró y finalmente, se cambió de ropa, se puso su camisón y se recostó mirando el techo y con muchas dudas revolucionando sus pensamientos.
El sueño asaltó sus ojos entrada la madrugada, pero un ruido extraño la espabiló. Entreabrió sus ojos, y notó que la manija de la puerta se movía en un intento de abrir. Su corazón se sobresaltó y clavó sus ojos en ella. Había puesto la traba, pero tuvo miedo.
—¿Quién es? —susurró, pero nadie respondió. La manija se detuvo y luego se oyó un golpe que la hizo acelerar su respiración. Como si alguien fastidiado la pateara o la golpeara con el puño. Sintió mucho miedo ante la idea de que alguien intentara asaltar su habitación en plena noche mientras ella dormía. El silencio reinó tras ese golpe y los pasos se oyeron alejarse por el pasillo. Se quedó muy quieta, pero no pudo volver a dormirse.
****
Se colocó el vestido y se acercó a la puerta de su habitación, antes de salir, tomó la nota de su tía en sus manos y la guardó en su vestido. Abrió y se detuvo ante el movimiento, un ramito de flores pendía de la manija, era igual al del día anterior. Lo tomó en sus manos y sonrió, una sonrisa amplia que le obligaba a morder su labio inferior y mover su cabeza de un lado a otro. Tomó las escaleras de servicio y buscando los cepillos y los utensilios, se dispusieron con Laura a la limpieza del día, la escalera, los pasillos y luego de que todos levantaran, tocaba las habitaciones de los señores.
Tiempo después, cuando estaba armando los arreglos florales de la sala, vio a Andrew ingresar desde fuera, llevaba del brazo a Julianne, entraban riendo a la sala y por detrás de ellos, Liam y Violet Waldlow. Reían y conversaban animadamente sobre algo que no alcanzaba a oír, pero, sí estaba segura que le lastimaba su cercanía a ella. Pensó en aquel ramito de flores y en qué era lo único que lo había acercado a ella en los últimos días. Suspiró mientras colocaba los lirios blancos intercalados con unos bonitos lirios rosas que había traído Robert del pueblo. Andrew, dejó a los demás en la sala y caminó hacia el estudio, pasando a su lado, pero sin dirigirle ni una mirada, ni una palabra. Se asomó a la sala y comprobó que los demás seguían riendo y conversando animadamente, colocó las últimas flores y se apresuró a caminar hacia el estudio.
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Una Segunda Oportunidad
Historical FictionCOMPLETA. Abigail Henderson es una muchacha casadera, que en su segunda temporada en Londres es aclamada por los caballeros y pretendida por muchos. Educada y preparada para ser una delicada florecilla, aprovecha las circunstancias para ser bastan...