Capítulo 33

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"Sólo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser"

Gabriel García Márquez

Cuando oyó los pies de William bajando los últimos peldaños de la escalera principal de LightHouse, salió de su escondite y se aproximó sigiloso a la habitación. Entró lentamente y cerró tras de sí. Miró en todas direcciones, revisó sus ropas, la mesa, el libro que reposaba junto a su cama, su equipaje, no halló nada. Suspiró impaciente, inquieto y a la vez, sumamente afectado por toda aquella situación. Se detuvo un instante y repasó con su mirada una vez más. Tomó la manija de la puerta y salió de allí lo más rápido que sus pies podían.

Bajó las escaleras y tomó la salida principal de la casa antes que nadie lo detuviera, caminó hacia la playa, bajó por el sendero, se quitó la camisa y se zambulló en el agua fría y salada, dejó que lavara sus inquietudes y sus cavilaciones angustiosas.

Cuando enfrió sus pensamientos, salió  y se tumbó en la arena, resopló cuando Peludo se acercó a él y lamió sus manos.

—Hey amigo

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—Hey amigo... ¿Qué sucede? ¿Tú también la extrañas?... Yo ya no doy más... no imaginas cuánto la necesito...

Acarició sus orejas y dejó que el perro se tumbara a su lado.

—Hoy más que nunca. No vas a creer la sensación de ahogo que tengo... Estoy rodeado de algo negro y muy espeso... Anhelo su mirada serena, sus palabras directas y su carácter terrible... Sólo espero que no olvide su promesa.

****

Abi abrió despacio la puerta de la habitación, como cada día de las últimas semanas, dejó la bandeja en el costado, sobre una mesita, corrió el cortinado y le ayudó a la anciana a sentarse. Colocó detrás de ella unos almohadones para que se sintiera cómoda.

—Buenos días.

—Buenos días Abi... —miró a la anciana y sonrió.

—¿Abi?

—Bueno, está bien. Abigail.

—No, no me molesta...

—Entonces no digas nada... —dijo con cara de pocos amigos y con ese carácter seco y amargado que la caracterizaba. Abigail puso los ojos en blanco y luego sonrió.

—Veo que se ha recuperado y está mucho mejor...

—Mmm

—Creo que esta tarde podríamos intentar que se siente en la sala... bordar un rato.

—Mmm

—O salir al jardín... con ayuda de Mary y Jacobo podemos...

—¿Ya te quieres marchar? —sus palabras la hicieron dejar la tetera en la bandeja y detenerse un instante.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora