Capítulo 41

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"Qué hacer cuando lo que se quiere y lo que se debe hacer, no es lo mismo"

Julio Cortázar

—Arroja tu arma.

Charles hizo como él le ordenó. Sabía que Andrew podía disparar y acertar al blanco aún con sus ojos cerrados.

Tomó su arma y la tiró a sus pies.

—Vaya Andrew que eres inteligente... me has sorprendido.

—Charles... tú eres un miserable.

—¿Miserable? Soy lo más parecido a un amigo que has tenido siempre.

—¿Qué debería agradecerte? ¿Que hayas intentado aprovecharte de mi prometida? ¿Qué hayas descubierto secretos que preferiría seguir ignorando, o tal vez que me hayas dejado sin familia?

—¿Dejarte sin familia?... ¡pero si esto que tienes no es una familia Andrew!... es una farsa, una parodia de lo que es una madre y un hermano que te amen.

—Sí, pero no te imaginas lo que duele saberlo.... Hubiera preferido seguir ignorando todo... seguir siendo feliz aunque fuera en la mentira...

—He cometido errores, lo sé... pero del único que me arrepiento es el de Abigail Henderson, porque estaba bebido, porque no quería que te arruinaras con ella...

—¿Tú quién te crees que eres? ¿Mi vengador? ¿Mi protector? Jamás te pedí que te metas en mi vida, jamás necesite que nadie me revele secretos ni que trate de protegerme de nada.

—Tu no entiendes Andrew... siempre desee ser como tú... tener el valor, la fuerza, la iniciativa que tú tenías para vivir, para superarte a pesar de todo lo que la vida se empeñó en quitarte. Quise vivir la vida que tú vives...

—Podrías haberlo hecho Charles... tienes todo lo necesario... Créeme que siempre te creí un hombre distinto, desinteresado, fiel, y ahora darme cuenta de lo equivocado que estaba me duele... Ahora mejor vete...

—¿A dónde? No Andrew... no me voy a ir así nomás...

—¿Qué prefieres? ¿Qué te denuncie al ejército por tu comportamiento y te quedes sin nada? ¿Qué William lo haga?

—¡¿Qué?! ¿Vas a dejar a este tipo que se salga con la suya?

—Es mi hermano... no puedo traicionarlo, no puedo hacerlo...

—Andrew... eres un tonto... —rio Charles irónicamente.

—Te lo he entregado todo en bandeja de plata para que los arranques de tu vida para siempre... para que lo humilles como él lo ha hecho siempre contigo.

—Charles, pensaste en todo, menos en que yo no soy como tú, ni como él. Jamás viviré en paz sabiendo a mi familia hundida en la vergüenza, ni tampoco podría disfrutar de sus penurias. Yo no soy así.

—Eres el duque de Wellington. Eres el heredero legítimo.

—Sí... pero ¿tú crees que yo puedo ponerme las galas y acudir al parlamento? ¿Crees que puedo dedicarme a eso? No Charles. Este es mi lugar. Estas son mis tierras, esta es mi casa y esta es mi vida, no es un maldito juego en que puedes mover las piezas que se te antojen.

Charles suspiró y apretó sus puños.

—Debí haber publicado esa carta yo mismo...

—Tal vez... o tal vez, deberías haber vivido tu propia vida... Ahora vete. Vete y has lo que te digo, vive tu vida antes que sea tarde... Llévate el dinero y consideralo el resarcimiento por lo que sufriste...

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora