Annabelle
Me miré en el espejo que había sobre el lavado, y luego abrí el grifo y humedecí mi rostro con agua helada para refrescarme. Las clases habían terminado hace unos minutos y aún me encontraba respirando un poco agitadamente, el esfuerzo físico dejándome temblorosa y vitalizada al mismo tiempo.
Hace unos meses decidí inscribirme a un estudio de baile, después de tanto tiempo de inactividad, y las cosas no podrían estar mejor. Sí, tuve dificultades al principio para coger el ritmo y mi pierna aún dolía de vez en cuando, pero no me detuve por eso, así como tampoco deje que el miedo lo hiciera. Quería volver a bailar y eso hice, y me sentía orgullosa de mí misma al imponerme a todas mis inseguridades y terrores, cosas que había planteado Declan Parrish en mi cabeza.
Afortunadamente, él por fin estaba en el lugar en el que merecía estar: en prisión, condenado a cadena perpetua por todos los espantosos crímenes que había cometido. Y teniendo el conocimiento de eso podría decir que ahora estaba comenzando a tomar las cosas en serio, a no vivir mi vida angustiada por la sombra viciosa de él sobre mí todo el tiempo.
Estaba comenzando a deshacerme de todo ello, del equipaje que dejo el pasado que compartía con él, y la sensación de libertad que me producía todo eso no se podía describir. Era algo gratificante, estimulante, una sensación placentera parecida a respirar aire fresco después de que llevas mucho tiempo bajo el agua. Me sentía aliviada, cómoda en mi propia piel, algo que no había sentido desde que tenía catorce años, cuando Declan aún no había aparecido en mi vida.
Por supuesto, aún tenía que convivir con las consecuencias de mi pasado, como las miradas y comentarios indiscretos por las cicatrices que estaban por todas partes en mi cuerpo, y el peso de la culpa por mis decisiones, pero estaba aprendiendo, lentamente, a sobrellevarlo. No era fácil, aún tenía días en los que me despertaba en la mañana y lloraba una o dos horas al recordar todo lo que hice y lo que no hice, pero gracias al cielo tenía muchas razones, como el amor de mi familia y de Kellan, para detener las lágrimas y levantarme de esa cama y así detener el proceso de revolcarme en mi autodesprecio y autocompasión.
En los últimos meses sentía, a mí modo de ver, que había crecido mucho como persona y que mi vida había tomado al fin el carril adecuado. Eso era en lo que tenía que concentrarme. Disfrutar el presente, anhelar el futuro y nunca mirar atrás.
Aunque todavía sentía algo de temor ante la idea de que mi buena racha se terminara, pero, de nuevo, eso era mi inseguridad hablando. Sí, habría problemas porque no todo en la vida era perfecto, pero yo encontraría la manera de vencer cada uno de ellos.
Si pude sobrevivir a la obsesión mortal de un hombre, podría sobreponerme a lo que sea que fuera arrojado sobre mí en cualquier momento. Estaba lista. No iba a dejar que nada arruinara mi vida otra vez, ni siquiera yo misma al pensar que quizás esta felicidad que estaba sintiendo no era algo que merecía. Estaba tratando de arreglar eso, sería un proceso largo, pero lo logaría así como logré muchas cosas que pensé que jamás haría.
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PARAÍSO |Souls Fractured #3|
Romance|TERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA SOULS FRACTURED| 《Tan oscuro es el fondo, que no deja ver nada si no subes hasta el dorso del arco, en que la roca es más saliente.》|Dante Alighieri, La Divina Comedia.