Extra #2

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Annabelle

Manos fuertes se deslizaron hacia arriba por mis piernas, arrancándome un estremecimiento y un jadeo expectante

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Manos fuertes se deslizaron hacia arriba por mis piernas, arrancándome un estremecimiento y un jadeo expectante. Y una deliciosa risa maliciosa y varonil fue la respuesta a mi reacción; una risa que tenía mis nervios crispados y convertía mi sangre en miel, suave y caliente, rebosante de las más provocativas promesas que me gustaría descubrir.

Kellan besó el interior de mi rodilla, y siguió subiendo a partir de ahí, lentamente, lamiendo en una silenciosa y placentera tortura. Abrí los ojos, viendo las sombras que proyectaban las cortinas de las puertas del balcón danzar al que parecía ser el ritmo de mi propio corazón acelerado. Gemí cuando él lamió mi muslo, tan cerca de donde lo quería, sus manos separando mis piernas todavía más y luego... se detuvo.

De verdad se detuvo, la interrupción abrupta haciendo retroceder la ola de éxtasis con rapidez y la neblina de deseo que cubría mi mente, dejándome confundida.

Levantándome sobre mis codos, bajé la mirada. Nuestros ojos se encontraron, y una media sonrisa apareció en su rostro más que perfecto, sus labios rojos por los anteriores besos, el gesto absolutamente felino y seductor.

—Estaba pensando... —comenzó a decir, su aliento cálido contra mi piel era enloquecedor, aquellas manos frotando mis piernas de manera tranquilizadora.

Aunque no estaba sirviendo de a mucho, puesto que me sentía cualquier cosa menos tranquila.

—Justamente ahora no quiero que pienses, Kellan. En cambio, quiero que continúes lo que estabas haciendo —interrumpí, tirando de su cabello juguetonamente.

Se rió, besando mi rodilla izquierda una vez más.

—Tan impaciente, Tinkerbelle —ronroneo, gruesas pestañas bajando para cubrir sus ojos. Con descaro, observó mi intimidad, mordiendo su labio—. Prometo que voy a compensarte, pero necesito saber algo antes. Bueno, dos cosas en realidad.

Puse una mano en su mejilla para hacer que me mirara. Acaricié sus labios con mi pulgar.

—¿Qué hay de mí que no sepas ya? —pregunté.

Satisfacción y orgullo inundaron sus rasgos.

—Uhm, muchas cosas. Por ejemplo, nunca me has dicho tu primera experiencia con el licor o, dada la situación en la que estamos, con la masturbación...

Me eché a reír, tirando mi cabeza hacia atrás sin dar crédito.

—¿En serio estás preguntando eso? ¿Justo ahora?

Su expresión era una de completa y falsa inocencia.

—No tiene nada de malo. Soy un hombre muy curioso.

—Kellan, voy a golpearte. Duro.

—Hazlo después de que te folle. Muy duro, también —respondió y después mordió mi cintura en aquella parte sensible que sabía me haría saltar. Suspiré al sentir su lengua pasar sobre las marcas que sus dientes dejaron—. Pero, en serio, quiero que respondas algo.

PARAÍSO |Souls Fractured #3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora