|TERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA SOULS FRACTURED|
《Tan oscuro es el fondo, que no deja ver nada si no subes hasta el dorso del arco, en que la roca es más saliente.》|Dante Alighieri, La Divina Comedia.
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—Entonces, ¿me ayudarás?
Maddie, la tía de Annabelle, sonrió brillantemente desde su posición al otro lado de la mesa. Su cabello oscuro recogido en una coleta estilizada dejaba ver por completo su rostro dulce lleno de amor maternal, finas líneas en las esquinas de sus ojos verdes revelaban su edad pero que no le quitan ni un ápice de belleza.
Mirarla, era como ver la versión más suave de Sky. Allí dónde Maddie era dulzura, Sky era pura irreverencia. No era de extrañar que Jerome haya puesto sus ojos en ella, aunque lo negara con fervor. Me causaba curiosidad ese juego entre ambos: la chica tenía novio, una pena por Blake, y aún así, sabía de buena fuente, se escapaba con Jerome cuando nadie la veía.
Y, joder, no era de mi incumbencia, pero era difícil ignorar aquello, en especial cuando Jerome lucía cada vez más involucrado.
Me pregunto, ¿cómo terminará lo que sea que hay entre ellos?
Sacudiendo mi cabeza para alejar esos pensamientos nada importantes, me centré de nuevo en Maddie para planear la sorpresa de San Valentín para Annabelle. Nunca había hecho esto antes, solo algo simple para este día con mis antiguas amantes, porque para las chicas era importante esta fecha que, a mi parecer, era bastante banal y comercial. Pero ahora ya no pensaba lo mismo. Bueno, un poco, pero deseaba hacer algo especial para mi chica, porque ella totalmente se lo merecía.
Así pues, sabiendo que era un idiota para estas cosas, invité a Maddie a comer para discutir este asunto, porque sabía que ella me daría un mano sin dudarlo.
Ella tomó un sorbo de su vino, alzando la copa con elegancia, antes de decir para mi alivio:
—Por supuesto que sí, tesoro. Cuenta conmigo para todo lo que necesitas —aplaudió con entusiasmo, prácticamente saltando en su asiento—. ¡Qué emoción! Annabelle estará tan sorprendida por esto.
—Eso espero —reí, mis nervios traicionándome.
Maddie sacudió su mano, desechando mi respuesta.
—Por supuesto que le gustará. No seas tonto. Ella te adora, así que si solo le das una caja de chocolates, será feliz —replicó, inclinándose un poco en mi dirección—. Así que, dime, ¿ya tienes lista la reservación?
—Todo está en orden —confirmé, asintiendo—. La habitación, la comida. Lo único que falta por hacer es idear una manera de llevar a Annabelle allí sin que sospeche nada.
—No es tan difícil de hacer, Kellan —dijo, colocando su copa de nuevo en la mesa. Ella rió bajo su aliento—. Mira que tú si tienes suerte.
