|TERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA SOULS FRACTURED|
《Tan oscuro es el fondo, que no deja ver nada si no subes hasta el dorso del arco, en que la roca es más saliente.》|Dante Alighieri, La Divina Comedia.
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Estaba comenzando a desesperarme.
Maddie me había dicho que la ayudara a hacer unas entregas rápidas en Manhattan Beach, pero no estaban siendo rápidas en lo absoluto. Literalmente, por cada cosa que hacíamos, resultaban dos problemas que debíamos resolver, retrasando así nuestro regreso a L.A. Y nada de esto me habría molestado si las circunstancias fueran diferentes, si hoy no fuera San Valentín.
Y generalmente esta fecha no me importaría, pero ahora todo es diferente. De alguna manera tonta y cursi, quería que este día fuera especial. Con Kellan. Nuestra primera fecha importante, pensé. Y aunque no había querido presionar el asunto para, no sé, quizás espantarlo con mi sentimentalismo, en el fondo deseaba que este día no pasara en vano como cualquier otro. No obstante, justo cuando me resigné a que no haríamos nada hoy, Kellan me sorprende al decirme que iríamos a cenar. Y no importaba si para los demás parecía poco, lo que contaba era la intensión, que se hubiera acordado de esto y que le importarán mis sentimientos al respecto, así no los manifestara.
A estas alturas, después de todo lo que habíamos pasado, ¿cómo era posible que aún tuviera estas inseguridades? Él me demostraba que me amaba sin reservas todos los días, y a pesar de que lo intentaba, no podía evitar dudar; pensar que todo lo que pasaba en mi vida ahora era tan increíble que temía que se esfumara en un parpadeo.
Dios, él había arriesgado más que su vida para salvarme cuando Declan me secuestró en esa fábrica hace sólo un poco más de un mes, pero aún así no lograba librarme del pequeño monstruo miedoso que habitaba mi corazón.
Reprendiéndome a mi misma bajo mi aliento por ser tan tonta, sacudí la cabeza, y me propuse dejar de pensar tanto las cosas. Iba a disfrutar mucho esta cena con el hombre que amaba, y punto. Nada lo arruinaría, ni siquiera mis miedos lo harán.
Bueno, eso me disponía a hacer, sino fuera porque estaba atascada aquí con Maddie aún. Literalmente, teníamos la suerte en nuestra contra hoy. Primero, Kat se enferma y no puede acompañar a mi tía a hacer las entregas; segundo, la llanta del auto en el que veníamos se pinchó y tuvimos que esperar a que lo repararan. Y tercero, pero no menos irritante, la persona que reservó la habitación a la cual llevábamos las flores no dejó dicho en recepción que vendríamos, y estábamos teniendo problemas para entrar.
Suspirando con frustración, crucé mis brazos y comencé a rebotar mi pie en el suelo de mármol en un gesto ansioso. Maddie estaba discutiendo con la chica en recepción, mientras yo miraba el océano al otro lado de las vidrieras frente a mí. Era una hermosa vista. Palmeras, cielo azul, agua cristalina y arena blanca, pero eso no lograba quitarme la ansiedad por irme. Aunque si me hizo pensar que tal vez, el próximo año, Kellan y yo podríamos venir aquí por un día o dos.
