|Capítulo 34|

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|Kellan|

Morrison no volvió a molestarme con sus extraños pedidos después de esa reveladora conversación en su oficina

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Morrison no volvió a molestarme con sus extraños pedidos después de esa reveladora conversación en su oficina. Pensé que, para este punto, ya habría solucionado todo y yo podía permitirme relajarme un poco, pese a que aun podía ver a Liam pululando por ahí alrededor.

¿Qué esperaba el sargento para poner en marcha su plan? No lo sabía, y mientras no me involucrara de nuevo en sus movimientos, no me importaba en lo absoluto.

Así pues, yo seguí haciendo mis deberes como si nada hubiera nunca sucedido, sintiéndome cada vez más desesperado porque no había podido llamar a Annabelle como Morrison me lo permitió. Entre las redadas en busca de Jennifer Walsh y demás pedidos, no había encontrado un minuto de tiempo para ello. Pero cuando el general nos dio la orden de prepararnos porque dentro de dos noches partiríamos en un largo y potencialmente peligroso viaje, supe que debía hacer tiempo ahora y no más tarde.

Así pues, me escabullí un momento durante mi descanso mientras hacía guardia para enviarle un correo a Annabelle, diciéndole que la llamaría a la medianoche cuando terminara mi turno, sabiendo que en L.A. serían más o menos las dos de la tarde. Esperaba que lo leyera, una parte de mí estaba paranoica de que no lo hiciera porque estaba en clases o lo que sea. Y si no podía verla ahora...

Ni siquiera me permití terminar ese pensamiento cuando pulsé enviar el mensaje para ella, y también una réplica de este para Josh.

Así pues, regrese a mi puesto de vigilancia, y la larga espera dio inicio.

Seis horas después, mi turno terminó, y solté un respiro lento de alivio. Luego de entregar mi puesto, y aun sosteniendo mi arma, casi corrí por toda la base para llegar al interior lo más rápido y no lo más lento que podía, esquivando personas y vehículos en mi carrera. Me dirigí entonces hacia la sala de informática desde donde nos permitían llamar a casa, sabiendo que a esta hora todavía estaba funcionando.

Afortunadamente para mí, Morrison dejó ordenes de dejarme ingresar en cualquier momento que quisiera, así que nadie me detuvo en mi camino.

Y pensé que ni siquiera había considerado cambiarme mi uniforme por algo menos impresionante cuando Holly White me guio hacia una habitación, más bien una pequeña oficina, en dónde podía llamar sin interrupciones. Mientras la llamada se conectaba, puse mi arma fuera del enfoque de la cámara y el chaleco antibalas también, quedando en pantalones camuflados y una simple camiseta negra. Me senté en la silla frente a la pantalla de la computadora, y esperé.

Gracias a los cielos, Annabelle si respondió la llamada, verla fue suficiente para hacer desaparecer la presión y la incertidumbre que arrastraba conmigo desde que el día comenzó. Hoy ella lucía más descansada, las sombras bajo sus ojos se habían ido, los bordes de su cicatriz suavizados al estar relajada y un saludable color rosado adornaba sus mejillas.

PARAÍSO |Souls Fractured #3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora