|Kellan|
Me había dado cuenta que Annabelle estaba actuando de manera extraña desde hace unos días. Algo la perturbaba y causaba que estuviera distante y pensativa, como si estuviera guardando un secreto. Estaba comiéndome la cabeza, analizando que era lo que la molestaba, pero no hallaba nada contundente. Podrían ser muchas cosas y a la vez nada, y eso tenía mi mente echa un nudo. Así que cuando vi esa ropa de bebé en sus manos, pensé que tal vez se trataba de eso. Tal vez ella se sentía asustada por un embarazo sorpresivo y no sabía cómo decirme. Quizás era por eso que la veía mirarme, cuando creía que no me daba cuenta, como si estuviera analizando mi actitud, imaginando como sería mi reacción ante esa clase de noticia impactante e inesperada.
Todo parecía encajar, estaba casi seguro que era eso lo que sucedía, pero esa teoría se vino abajo cuando ella empezó a reírse, alto e histéricamente, desconcertándome hasta la mierda.
Está bien. Había algo aquí que estaba perdiéndome, seguro. Vi a Annabelle llevar la ropa de bebé hacia su rostro y cubrir su boca para mitigar sus risas que oscilaban entre la diversión pura y el nerviosismo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y yo fruncí el ceño, sintiéndome todo tipo de estúpido que hay en el universo. Limpió sus lágrimas y respiro profundamente para dejar de reír. Aun de cuclillas junto a ella, la vi dejar la ropa a su lado y luego gatear hacia mí, para después derribarme sobre el suelo. Se puso a horcajadas sobre mis caderas mientras yo llevaba mis manos a su cintura automáticamente, mis pensamientos más confundidos y dispersos que nunca.
Ella rodeo mi rostro con sus manos y sonrió con ternura, para después unir nuestros labios en un beso juguetón que, lastimosamente, duro poco. Cuando se apartó, llevé mis manos a su espalda y subí su blusa un poco para poder jugar con las hendiduras que tanto me gustaban en su espalda baja.
—No estoy embarazada, Kellan —confesó con voz baja y una mirada de disculpa—. Esa ropa de bebé... puedo explicarlo.
Traté de hacer que la desilusión no hiciera su aparición. Fracasé.
—¿Es para Valerie? —sugerí como un tonto, sabiendo que la ropa era demasiado pequeña para su sobrina de casi seis meses.
—No —sacudió su cabeza—. De acuerdo, voy a explicarte lo que sucede. ¿Pero prometes guardar el secreto?
Me senté, con ella en mi regazo, intrigado por sus palabras.
—Lo prometo.
Annabelle puso una mano en mi mejilla, y entonces procedió a decir de forma un poco renuente:
—Bueno, se supone que no diría nada, pero dadas las circunstancias, tengo que hacerlo —frotó su frente con sus dedos y pareció reunir todo su valor. Era gracioso. Sin embargo, sus siguientes palabras sacaron toda la mierda sorprendida de mí—. Esa ropa de bebé no es para mí, Kellan. Es para Sky. Sky está embarazada.
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PARAÍSO |Souls Fractured #3|
Romance|TERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA SOULS FRACTURED| 《Tan oscuro es el fondo, que no deja ver nada si no subes hasta el dorso del arco, en que la roca es más saliente.》|Dante Alighieri, La Divina Comedia.