|Capítulo 39|

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|Annabelle|

La llegada de una nueva vida, una que era absolutamente esperada con ansias, era un completo milagro maravilloso

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La llegada de una nueva vida, una que era absolutamente esperada con ansias, era un completo milagro maravilloso.

Después del terrible susto que todos atravesamos cuando Sky entró en trabajo de parto antes de tiempo, se vio recompensado todo ello cuando dio a luz a un regordete bebé totalmente sano que, tres días después de estar en el hospital por seguridad junto con Sky, le permitieron irse a casa tras decir que todo estaba en orden.

Así pues, el miedo que ella tenía antes de ir al hospital, se transformó en algo fuertemente protector. Desde que regresaron a casa, Sky no se había apartado de su bebé ni un segundo, estando preocupada por cualquier mínima cosa que le sucediera o quisiera, y ese era un sentimiento no desaparecería nunca. Incluso ahora, mientras estaba sentada en el mueble de la sala de estar en el apartamento de Jerome, una almohada grande en mi regazo en dónde el nuevo miembro de mi familia dormía, sabía que le costaba dejar al bebé a mi cargo.

Sintiendo su pesada mirada en mí, terminé de peinar el cabello delgado y rubio del bebé para atraparla viéndome con las ganas escritas en el rostro de arrebatarme el pequeño paquete de humano de mis brazos en cuanto tuviera la oportunidad.

Ella estaba sentada en un sillón esponjoso que Maddie había traído para ella, pues era bueno para su espalda, luciendo un poco pálida, pero aun así radiante con su coleta alta y un vestido suelto que no ejercía presión en su vientre que estaba comenzando a bajar de volumen.

Aún era un poco increíble que a seis días después de haber dado a luz ya pudiera caminar normalmente por ahí, y dar órdenes como si de un general se tratara.

Le di una sonrisa burlona y divertida.

—¿Por qué siento que estás clasificando cada uno de mis movimientos?

Su mirada cambió a una de disculpa y soltó un suspiro antes darle un sorbo a la limonada vertida en su vaso trasparente que rezaba con letras cursivas y negras: «una mamá genial».

—Lo siento —dijo al fin, haciendo una mueca—, pero es que no puedo evitarlo. Tengo esta... sensación —puso una mano en su pecho—, de terror constante. Siento que debo vigilar todo el tiempo, asegurarme de que está respirando y todo eso. No es por ti, ni nada parecido. Sólo...

Me reír entre dientes, levantando la pequeña manita del bebé y besando sus diminutos dedos rosas. Dios, sentía mi corazón derretido ahora mismo.

—Ahora sabes lo que siente Maddie cada vez que haces alguna locura —comenté, y vi como sus ojos se abrieron un poco con horror.

—Oh, Dios mío. Tienes razón —se inclinó para tomar su teléfono que descansaba sobre la mesa de centro, junto a la consola de videojuegos de Jerome—. Tengo que llamarla ahora y pedirle perdón por un montón de cosas.

PARAÍSO |Souls Fractured #3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora