|Kellan|
Sin importar en dónde estaría mañana, exactamente a esta misma hora del día, todo se sentía jodidamente bien en este instante.
Por primera vez en mucho tiempo no me preocupada el mañana sino el ahora. Disfrutar estos momentos que me quedaban en compañía de mi esposa y su familia era lo verdaderamente importante. Supongo que ahora todos ellos era en cierto modo mi familia, una idea que todavía me es difícil de aceptar por completo. Nunca tuve una, jamás aspire a tenerla, y ahora... ahora Annabelle me dio una sin siquiera proponérselo. Ella era un ángel, mi ángel, no había ningún otro argumento que explicara la manera en que ella llegó a mi vida y la cambió de manera tan radical e inesperada.
Sonriendo ligeramente ante lo absolutamente increíble que era mi vida justo ahora, tome un trago de mi cerveza al tiempo en que apoyaba mi hombro contra el árbol que había en el jardín y el cual a Nancy tanto le gustaba escalar mientras observaba a los demás reunidos aquí afuera, sentados alrededor de largas mesas de madera que Chase había traído casi por arte de magia. Sabía muy bien lo que estaba haciendo aquí, alejado de todos por un segundo. Literalmente estaba embriagándome de esa visión casi idílica para alejar mis pensamientos acerca de que muy pronto esa imagen sería un recuerdo distante y que las risas pronto serían reemplazadas por lamentos llenos de dolor y furia.
En verdad esa sensación de que tu cuerpo está en un lugar pero tu mente a miles de kilómetros, era una mierda realmente amarga. Casi tanto como la cerveza que estaba bebiendo.
La tarde había caído, el cielo era aún más gris que hace dos horas y la temperatura también era más fría, pero a nadie parecía molestarle. Todos estaban muy ocupados riendo y hablando como para preocuparse por el agua helada que seguramente caería sobre nosotros en cualquier segundo.
Los observé a todos y a cada uno de ellos otra vez, mi familia, y joder, me di cuenta de que no había nada que no pudiera hacer por ellos. Me di cuenta de que no había nada que me impidiera volver a verlos, a pesar de la brutal realidad a la que me enfrentaría. Ese sería mi mantra a partir de ahora. Y lo repetiría de forma incesante hasta que regresara... hasta que regresara junto a mi esposa otra vez.
Escuché el sonido de pasos acercarse, rápidos, decididos y familiares, así que no tuve que mirar para saber quién era la persona que venía a interrumpir mi momento de observación nostálgica y determinada.
—Lo conseguiste, ¿no es así? —pregunto Jerome, situándose al otro lado del árbol e imitando mi postura. Lo miré y él sonrió mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho—. Al fin conseguiste que esa dulce chica se casara con un hombre tan amargado y feo como tú. ¿Cómo lo hiciste?
—No tengo ni la menor idea de cómo lo hice, así que supondré que logre tenerla por mi desbordante encanto —respondí con sequedad.
Jerome rió bajo su aliento, haciendo que otra sonrisa tiraba de las comisuras de mi boca al tiempo en que veía a Chase y a Nicole hablar alegremente con Hilary. Fruncí el ceño ante eso. Era extraño que Anthony no estuviera con ella, ¿dónde podría estar? No era que me importara demasiado si se iba o se quedaba, pero comenzó a hacerlo cuando note que Annabelle tampoco estaba aquí.
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PARAÍSO |Souls Fractured #3|
Romansa|TERCER LIBRO DE LA TRILOGÍA SOULS FRACTURED| 《Tan oscuro es el fondo, que no deja ver nada si no subes hasta el dorso del arco, en que la roca es más saliente.》|Dante Alighieri, La Divina Comedia.