|Capítulo 46|

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|Kellan|

Después de que Annabelle y yo tuvimos aquella pequeña disputa por dos besos robados que, por supuesto, solucionamos también, todo volvió a la normalidad entre nosotros

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Después de que Annabelle y yo tuvimos aquella pequeña disputa por dos besos robados que, por supuesto, solucionamos también, todo volvió a la normalidad entre nosotros. Quiero decir, siendo sincero, en el fondo aun sentía un regusto amargo por este mal momento que pasamos cuando se suponía que todo debía estar bien a mi regreso. Pero nada es lo que esperas, supongo, y de cierta forma mi chica y yo teníamos que a travesar por esto. Las cosas no siempre serían color de rosa, y una pelea eventualmente tenía que ocurrir en algún punto de nuestra relación.

Aun me debatía en ir a buscar o no al imbécil de Caleb por todo el hotel y darle una golpiza con todas las de la ley, pero me contuve. No era porque no quisiera, sino porque sabía que el verme a mí y Annabelle por ahí, juntos, era un muy diferente tipo de golpe mucho más profundo; uno que hería su ego y provocaba más ira y que me hacía sentir de igual forma una dulce y completa satisfacción.

Por supuesto, eso no quería decir que me haya desentendido de él, claro que no. A la primera señal de que estaba de nuevo molestando a Annabelle, a pesar de que ella le dejo las cosas más que claras y ella podía ser una chica dura cuando quería, intervendría. Y esa vez, si llegaba, no estaría tan controlado como cuando lo enfrenté en aquella habitación.

Por otro lado, tenía mejores cosas de las que preocuparme. Como, por ejemplo, en ayudar a Annabelle para lidiar con el estrés que participar en este evento le trajo y terminar de quitar de sus ojos ese brillo vulnerable que poseía desde que le confesé lo que sucedió con Channon. Si tan solo no hubiera abierto mi estúpida boca, ella no se sentiría tan insegura de nuevo. Pero de nada servía lamentarme, lo que importaba ahora era demostrarle que mis palabras eran ciertas, que mi promesa acerca de que ella sería la única siempre era fuerte y real, y duraría toda la vida.

Y, obviamente, esa noche no había mencionado nada acerca de que Channon me dio su teléfono. ¿Por qué? Era irrelevante, y Annabelle no necesitaba más por lo que preocuparse puesto que, desde que la pelirroja escribió los números en mi mano con tinta azul, decidí que sería mejor nunca realizar esa llamada.

La noche de inicio del evento, Annabelle estaba tan nerviosa que, literalmente, se puso algo verde por el solo hecho de pensar que haría esto frente a un montón de personas. No obstante, ella encontró la manera de tranquilizarse, y tras pedirme un beso de la buena suerte, corrió hacia el área de los bastidores con la determinación iluminando sus ojos azul medianoche de la forma más adorable.

Tomando una cerveza tranquilamente en un bar, uno que Annabelle me recomendó, cerca de la piscina, esperé por el show con impaciencia. Y cuando las luces se apagaron de repente por todo el lugar, encendiéndose otra vez en contados segundos, para revelar un numeroso grupo desperdigado por toda la zona, sonreí ampliamente porque el momento en el que ella brillaría había llegado.

Las exclamaciones de sorpresa no se hicieron esperar, y todo era muy increíble e impresionante, pero yo estaba ocupado buscando a alguien en especial. Annabelle, como dijo, estaba entre los bailarines que estaban en la isla artificial en medio de la piscina. Y el bar en donde estaba quedaba justo enfrente, lo cual me ayudo a localizarla en segundos.

PARAÍSO |Souls Fractured #3|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora