Capítulo 14

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-Nos marcharemos de aquí -dijo Ambrose, hablando por primera vez en plural.

-¿Por qué, milord? -se atrevió a preguntar Rose.

-¿Milord? Ya no me llamarás más así, Rose. Después de lo que pasó entre nosotros, parece una broma. Vamos a tener un hijo. Nos casaremos, porque imagino que aquí al igual que en Inglaterra es mal visto que una mujer tenga un hijo siendo soltera.

-¿Hará eso por mí, milord? Perdón, Ambrose.

-Sí. Pero solo será un papel. No lo seremos en la realidad. Solo será una forma de reparar los daños. No te faltará nada conmigo, tampoco a Genna.

-Gracias, Ambrose.

Para Rose, la prosaica petición de matrimonio fue como un balde de agua fría en su espalda. Ella se había enamorado perdidamente de ese hombre, y él lo único que le ofrecía era un apellido. Tendría que conformarse con eso, quizás con el tiempo...

-¿Está seguro?

-De qué, Rose.

-¿Sabe a dónde iremos?

-No tengo la menor idea. Solo sé que quiero explorar. ¿Sientes temor, Rose?

-No, Ambrose.

-Mañana buscaremos quien nos case. Compraremos lo necesario y nos marcharemos.

Rose no replicó, pero se preguntó que habría traído a Ambrose a ese lugar olvidado de Dios. Qué lo hacía querer aventurarse hacia un territorio poblado de salvajes, según contaba el señor Hamilton que parecía saber mucho del tema. Sin embargo, ella estaba dispuesta a seguirlo a donde fuera. Mientras él lo quisiera, lo acompañaría y apoyaría en todo lo que necesitase. Su agradecimiento, y sobre todo su amor, eran incondicionales. Nunca lo dejaría, a menos que él la expulsara de su lado, y aun así lo seguiría de lejos.

***

-¡Papá, ¿qué sucede?! -preguntó Caron alarmada.

Estaba en la escuela cuando llegó Doris a buscarla en el coche pequeño. La doncella de sus hermanas no supo explicarle qué ocurría, ya que sollozó todo el camino. De repente balbuceaba el nombre de Phoebe, y eso alarmaba más y más a Caron a medida que desandaban el camino hasta Portreath. La pobre mujer estaba tan desmadejada que ella misma había tenido que conducir de regreso.

-Tu madre se desmayó y no quería volver en sí. Menos mal que el doctor andaba por acá cerca Gibbs vino rápido.

-Creí que le había sucedido algo más grave, Doris no hizo más que llorar todo el camino.

-Tú sabes cómo quiere a tu madre. Ya son muchos años juntas. Doris nunca se ha querido marchar.

-Lo sé. Ella es muy buena... ¿Hace mucho que está Mike con mamá?

-La verdad, sí, y ya estoy comenzando a preocuparme.

Como siempre que estaba nervioso, Colby estaba bebiendo escocés. Rellenó el vaso, y Caron hizo un gesto para que le diera a ella también. Después de pensarlo un poco, él accedió, pero solo le dio un dedo del amargo licor.

Caron se lo bebió de un trago, pero no logró evitar el gesto de repulsión que le causó aquel líquido.

-¿Ves? No es para damas -le dijo su padre con tono de reproche.

-Solo quería calmarme.

En ese instante, apareció el doctor Gibbs. Colby le sirvió un vaso y lo invitó a sentarse.

-¿Qué tiene mi esposa doctor?

-¿Ha tenido estos episodios antes?

-Solo cuando perdió nuestro primer hijo. No recuerdo otros. ¿Por qué?

-Lady Tandridge está delicada del corazón. El que sufrió no fue un simple desmayo.

Colby se dejó caer en el sofá, y Caron se cubrió la boca para no gritar.

-No entiendo, siempre ha sido una mujer muy sana. Esa vez el médico que la vio en Londres nos dijo que Phoebe tenía una constitución delicada por dentro, debido a su vida tan forzada desde muy joven. Sin embargo, tuvo seis hijos sanos.

-Su tensión está muy alta, y eso es peligroso. Además, lady Tandridge está comenzando su climaterio. Y en ocasiones este puede venir con efectos secundarios indeseados.

-¿Climaterio? ¿Qué es eso?

-Es el período que sigue a la menopausia, papá.

-Phoebe es una mujer joven.

-Lo es, lord Tandridge... Por ahora es importante que lleve una alimentación rica en verduras y pobre en grasas. En lo posible debe alejarse de la cocina. Los pasteles que ella hace son deliciosos pero debe dejar el horno de lado. También sería bueno que camine bastante, y que no pase sobresaltos. Como usted dice, lord Tandridge, ella ha sido una mujer de trabajo desde muy joven, lo que tarde o temprano iba a generar un desgaste en su salud.

-Subiré a verla.

-Está descansando, lord Tandridge. Dormirá unas horas. Le dejé unas gotas que debe tomar en forma permanente, pero vendré a controlar su tensión regularmente. Si ella, presenta dolor de estómago sin motivo, o le duele el brazo izquierdo, vaya a buscarme a la hora que sea. No esperen a que sufra un nuevo desvanecimiento.

-Gracias, doctor. Parsons le pagará.

-No, lord Tandridge, por Caron me considero amigo de la familia.

-Gracias, otra vez.

Michael Gibbs se marchó, dejando a padre e hija perplejos. No sabían qué hacer con la información dada por el doctor, a lo único que acertaron fue a fundirse en un abrazo. Después lloraron ambos.

-Tenemos que decírselo a mis hermanos -dijo Caron sorbiendo la nariz-. Los pequeños a veces se portan mal y desesperan a mamá. Tate y Dylan también deben saberlo... Dylan tiene que regresar a casa, y Tate debe buscar un proyecto más cerca de aquí. Mamá los extraña, y a ellos parece no importarles.

-Estoy de acuerdo contigo, hija. A Phoebe nunca le ha gustado que sus polluelos estén lejos de ella. Pero debemos ser cautos, ella no puede sospechar que su condición es delicada.

-Espero que el tonto de Mike no le haya dicho nada.

-No lo llames tonto, Caron, es una magnífica persona. Quizás tú y él...

-¡No! No habrá otro hombre para mí en esta vida: si no fue Ambrose no quiero a nadie.

La punzada del arrepentimiento, se enterró muy dentro en la cabeza de Colby. ¿Cómo habían podido hacerle tanto daño, si era una joven de tan buenos sentimientos? La única respuesta era el egoísmo. Él y Phoebe nunca querrían un yerno que tuviera dominio de sí mismo y alejara a su hija de ellos. En cambio, el doctor Gibbs sería un hombre fácil de manipular para que hiciera lo que ellos desearan. Pero el mal ya estaba hecho y esperaba que no durara cien años como rezaba el refrán.

Caron no tendría cien años para olvidarse de Ambrose.

Caron. Parte I «El candor de la inocencia»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora