15.

2.2K 182 17
                                    

Lee Seung Ho era un hombre de unos sesenta años. Tenía el rostro marcado por las arrugas, las cuales se acentuaban más en la frente, seguramente por fruncir el ceño constantemente, lo que le daba una apariencia tosca, dura; y su mirada estaba cargada de arrepentimiento que, con el paso de los años, se había convertido en frustración con el mundo, con la vida.

A primera vista, era un hombre amargado con todo ser viviente del planeta. Pero, luego, cuando hablabas con él, te dabas cuenta de la dulzura paternal que derramaba y veías cómo ello opacaba a su rostro duro.


- No puedo creerlo. - dijo el compañero de mi padre, mientras sus ojos recorrían mi rostro. - ¿Sabes cuánto he deseado poder conocer a la hija de Nam Woo Bin? ¿Tienes idea de cuántos años han pasado en los que me he reprochado por no buscar a tu madre o a ti?

- ¿Cónocía a mi madre? - pregunté, sin poder creer que mi progenitora me hubiese ocultado aquello.

- Claro que sí. - replicó firme, en un tono militar. - Fui testigo del matrimonio de tus padres, pero... - Seung Ho se tomó unos segundos, antes de continuar, probablemente, porque lo que diría no sería fácil. Cuando se sintió listo para hablar, soltó un suspiro y me devolvió la mirada.  - Estuve presente el día que le dispararon a tu padre y me quedé a su lado hasta que llegó la ambulancia. Él m-murió frente a mis ojos, Soo Ah, y tu madre, aunque no lo hizo a propósito, me guardó cierto rencor por ello.


La revelación me tomó por sorpresa, a tal punto que me hizo dar un par de pasos torpes hacia atrás. Junmyeon se apresuró a sostenerme entre sus brazos para evitar que tropezara y cayera, y le agradecí enormemente que lo hiciera porque el calor de su cuerpo comenzó a calmar mi interior.

El hombre frente a mí había visto a mi padre en sus últimos minutos de vida y no sabía cómo asimilar aquello.


- No te culpo si tú también tomas esa posición. - añadió Seung Ho y en vista de que yo no podía responder algo, buscó algo en el maletín que cargaba con él y me lo extendió.


Era un pequeño cuaderno de cuero que se cerraba con un par de retazos del mismo material. Se veía que era antiguo por las múltiples arrugas en la cobertura y por el color que había empezado a cambiar con el tiempo.


- ¿Qué es esto? - preguntó Junmyeon, tomando la libreta entre sus manos.

- Es el diario de Woo Bin. - replicó. - Lo encontré entre sus pertenencias, pero cuando quise entregárselo, ellas ya se habían marchado a Estados Unidos.


Junmyeon volteó a verme, esperando que pudiese responderle algo al compañero de mi padre, pero lo único que pude hacer fue negar con los labios ligeramente abiertos.

Había mucho que procesar.


- En la última página, hay un número de teléfono, pero solo pone las iniciales SJ. - añadió Seung Ho. - No te puedo garantizar que el número siga activo, pero si lo está... Bueno, puede que te haga bien hablar con alguien más que conocía a tu padre.


Seung Ho tomó su maletín y todo pareció volverse en cámara lenta. Le vi levantarse de su sitio en la pequeña mesa de café, fuera del set de filmación de GOT7, para luego hacer un breve asentimiento hacia nosotros. Le vi dar unos cuantos pasos, alejándose, y sentí que la única conexión con mi padre se disolvía frente a mis ojos, sin poder hacer nada para cambiarlo. Fue entonces cuando me puse de pie repentinamente y ante la mirada sorprendida de Junmyeon, corrí para alcanzar a Seung Ho.


- ¡Espere! - grité. - Por favor, espere. - añadí, jadeando por el esfuerzo.


Seung Ho se detuvo en cuanto escuchó mi voz y se dio vuelta lentamente, como si temiese haber imaginado todo.


- Necesito que me cuente, necesito saber qué pasó con mi padre. - pedí, aunque sonó más como una súplica. - Mi madre no habla de eso, pero yo necesito saberlo. - Seung Ho soltó un suspiro, poco decidido a contarme.

- Señor, Soo Ah ha venido desde muy lejos solo para saber la verdad detrás de todo. - me apoyó Junmyeon y aunque no supe en qué momento lo hizo, llegó a mi lado y me tomó de la mano. - Por favor, no le niegue el derecho de saber lo que ocurrió con su padre.


Ni siquiera vi qué impresión causaron las palabras de Junmyeon en Seung Ho porque para mi todo dejó de existir. Mis ojos se clavaron en aquel amigo que había conocido por pura casualidad y apreté su mano para sentir con mayor fuerza su tacto sobre mí.

No podía creer lo maravilloso que era aquel hombre.


- A pesar de todos los años que han pasado, todavía intento comprender lo que ocurrió. - comenzó a contar Seung Ho. - Tu padre seguía un caso sobre la desaparición del hijo de uno de sus amigos cercanos, de una familia bastante acomodada. Aunque era su compañero, yo no supe mayor detalle del necesario porque eso era lo que la familia quería. - añadió cabizbajo, pensativo. - Debí involucrarme más, lo sé, pero tu padre era un hombre recto y si se comprometía a algo, lo cumplía.

- Mi madre decía lo mismo. - murmuré, todavía sujeta de la mano de Junmyeon.

- Tu padre descubrió que quien tenía al niño era el jefe de una mafia que atentaba contra la compañía de la familia. Así que lo siguió personalmente, hasta dar con el lugar en el que mantenían cautivo al pequeño. - la forma en la que lo contaba, me hizo entrar en ansiedad. - El día que sucedió todo, él había decidido entrar solo a rescatar al niño. Esperé preso de la angustia por la señal que me había prometido dar y cuando la escuché, corrí hacia la puerta para poder ayudarle. El pequeño estaba en muy mal estado, con el cuerpo cubierto de tierra, las muñecas y tobillos con heridas abiertas, y con signos evidentes de deshidratación. Él necesitaba atención médica cuanto antes, así que lo sujeté entre mis brazos y corrí hacia el auto. Fue en ese momento que la balacera se desató. - frente a mí, la escena pareció reproducirse, aunque nunca estuve presente, e instintivamente, di un paso más cerca de Junmyeon. - Tenía que poner al niño a salvo, Soo Ah, era mi deber. Pero no hay un solo día en el que no me arrepienta por no haber sido más rápido, porque si hubiese acudido al lado de tu padre un solo segundo antes, tal vez podría haberle protegido.


Seung Ho hablaba cargado de culpa y amargura mezclada, y me hizo sentir lástima por él. Sí, era mi padre de quien hablabamos, pero yo no había vivido esos instantes y por lo tanto, no los podía recordar. En cambio, Seung Ho los tenía frescos en su memoria, a pesar del paso de los años, y los reproducía una y otra vez, aumentando la carga que ya sentía.


- Hizo lo que debía hacer. - le dije llena de sinceridad. - Gracias por estar junto a mi padre ese día. Estoy segura que le alivio no estar solo en sus últimos momentos.

- No me agradezcas. - pidió el hombre, antes de soltar un suspiro. - Tengo una deuda eterna con tu familia, así que si en algún momento necesitas ayuda en algo, por favor, no dudes en contactarme.

- Lo haré. - repliqué, intentando mostrar una sonrisa.


Seung Ho asintió ante mis palabras y luego, se alejó de nosotros a paso lento. Me quedé viéndole fijamente, sintiéndome agradecida por haberle conocido y haber descubierto una parte del pasado, hasta que su subió a su auto y lo perdí de vista en una esquina.

Si bien aún habían cosas que me seguían extrañando, al menos sabía qué había causado la muerte de mi progenitor. Eso, de alguna forma, me calmaba.


- ¿Estás bien? - preguntó Junmyeon, tirando ligeramente de mi mano para darme un abrazo. - Puedes decirme lo que sea. - añadió en un susurro muy cerca de mi oído.

- Estoy bien, es solo que...

- ¿Por qué no quitas tus manos de Soo Ah y te vas?

Indeleble | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora