Epílogo.

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El día había llegado. Luego de dos años de larga espera, por fin, Jinyoung saldría del servicio militar obligatorio de Corea.

La espera había sido larga y a Soo Ah le había parecido interminable. No huboun solo día en el que no le extrañara, en el que no despertara y deseara que, a su lado, estuviese Jinyoung. Había llorado en silencio varias noches, deseando que el tiempo avanzara más rápido, pero de eso, Jinyoung no sabía nada. Ella no había querido preocuparle, mucho menos hacer más feo su paso por el entrenamiento militar.

Soo Ah se aseguró de tener todo listo en el apartamento que ambos compartían, antes de salir. Había organizado una cena de bienvenida con sus compañeros de grupo... al menos la parte que no estaba todavía en servicio militar. Había decorado la sala con un enorme cartel que leía: "Bienvenido a casa", y con globos de helio de colores. De la cena se encargaría Jackson, el mejor amigo de la pareja, y quien, al no ser coreano, no había tenido que ir a cumplir el periodo de entrenamiento obligatorio.

Soo Ah manejó lo más rápido que la ley le permitía por las calles de Seúl, hasta llegar a la base a la cual Jinyoung había sido asignado. Estacionó el auto que, aunque pertenecía a Jinyoung, había pasado a sus manos en los últimos dos años, y, luego de poner la alarma, corrió lo más rápido que pudo a la entrada.

En el camino, pudo ver a algunos hombres, todavía vestidos con el uniforme militar, caminar rodeados por sus familias. Aquello le alarmó. Jinyoung iba a matarla por retrasarse, así que comenzó a correr con más fuerza, sobrexigiendo a sus cortas piernas. Solo cuando estuvo dentro del establecimiento, se detuvo y se apoyó sobre sus rodillas para retomar aire.

Alguien hizo chasquear su lengua unas tres veces, fingiendo enojo, mientras ella intentaba recuperarse.


- Llegas tarde. - le reprochó.


Pero bastó que la joven levantara la mirada y le permitiese ver su rostro, para que ese sentimiento desapareciese y dejara petrificado al hombre.

Él también le había extrañado y aunque no podía llorar para no mostrarse débil frente a sus compañeros, sí sentía su corazón apretarse en su pecho cada noche que se iba a dormir sin Soo Ah.


- Hola. - es lo único que ambos pudieron decir.


En sus cuerpos se desató un cosquilleo que terminó haciendo sonreír al hombre y que llenó los ojos de Soo Ah de lágrimas.


- Jinyoung. - logró añadir la fotógrafa y sin esperar más, caminó hacia él para abrazarlo con todas sus fuerzas.


El hombre no llevaba su perfume característico, pero Soo Ah igual percibió un aroma varonil que podía desarmarla en menos de un segundo. Ella se apretó más contra el pecho de Jinyoung, anhelando que ese aroma se impregnara en su ropa para convencerse de que no era un sueño, que él al fin estaba con ella.

El hombre apretó sus brazos fuertes alrededor de su novia, intentando no dañarla con la nueva fuerza que había obtenido del entrenamiento, y besó su cabeza una y otra vez. Su novia olía a vainilla, como siempre, y eso le hizo soltar un ronroneo de placer. Había extrañado tanto ese aroma.


- ¿Cómo has estado? - preguntó el hombre con sus labios casi pegados al cabello de la mujer. - ¿Te portaste bien en China? Porque voy a matar a Jackson si se atrevió a llevarte a alguna fiesta llena de hombres hormonales que...

- Jackson lloraba más que yo por no tenerte con nosotros. - le interrumpió ella, alejándose ligeramente para poder ver su rostro. - Y al verle llorar, yo lloraba con él. Así que todas las noches, nos sentábamos a ver una película con un bowl de helado para cada uno.


Indeleble | Park JinyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora