El domingo era un buen día para estar juntos. Siempre se había celebrado de esa forma. Durante el desayuno nos sentábamos los cuatro en la mesa y hablábamos sobre nuestra semana. Sólo mi mamá, mi hermana Renata, mi abuela y yo. Como siempre. Y aunque disfrutaba de conversar las cosas que me ocurrían, especialmente porque no eran nada fuera de lo común, ahora era distinto. No podía hablar sobre cómo Emilio me había arrastrado a una lujosa fiesta, ni cómo casi moría en una alberca, ni cómo me había enterado de tantas cosas en una sola noche. No podía hablarles de nada ahora, no cuando las cosas estaban tan fuera de mis manos. Y eso me frustraba.
Afortunadamente, estaba seguro que Renata no pararía de conversar del viaje al que iría junto con el elenco de la novela hasta Huatulco, y sus 'maravillosos' planes para colarse a él.
Había escuchado la conversación de Renata con dos de sus amigas metidas en su cuarto. Y la había escuchado decir que intentaría convencer a mi madre de que debían ir junto conmigo para cuidar de mí, pero yo sabía que su plan no funcionaría.
En ese momento, mientras miraba la puerta de su habitación enfrente de la mía, salió de su cuarto. Renata estaba en el corredor, dirigiéndose a las escaleras también. Llevaba puesto uno de los pantalones deportivos que le quedaban grandes, los que solían ser míos pero que en algún momento decidió robarlos, un polo azul marino y el cabello recogido en un desarreglado moño.
La seguí hasta la cocina, y me preparé mentalmente para escuchar todo lo que a mi hermanita se le haya ocurrido para persuadir a mamá, como si pudiera convencerla de algo.
-¿Y la abuela?-pregunto, algo intrigado por no verla sentada en la cabeza de la mesa.
-Estaba muy cansada, así que la deje dormir otras horas más.
Y el silencio volvió a reinar en la cocina.
-¿Eso es todo? Están muy callados, nunca son así-comentó mi madre mientras colocaba la panera en la mesa. Es verdad. Siempre platicamos a montones, no paramos de abrir la boca jamás y ahora se siente raro un poco de silencio.
-El viaje de Joaco es pronto-comenzó a decir Renata. Mi mamá paró con lo que hacía y la miró con una ceja alzada muy alto, preparándose para lo que mi hermana tuviera en mente-... Sé que va en buenas manos. Buena gente, un poco rayados. Pero... Buena gente-aclaró haciendo que yo le sonriera burlón, ella me miró con ojos acusadores y se volvió a dar la vuelta hacia mamá-. Aún así, pienso que Joaco es muy joven para ir de viaje solo.
-Practicamente no voy solo.
Renata resopló, molesta, mirándome nuevamente. Decidiendo no hacerme caso, volvió a voltear hacia mamá antes de que está tuviera la mínima oportunidad de darse cuenta de su estrategia.
Se aclaró la garganta.
-Como decía-y así, Ren comenzó a explicarle a mi madre todos los detalles de su plan. Era totalmente una cosa de nunca acabar. A nadie en su sano juicio le importaban esas tonterías, era bastante grande para cuidarme de eso, y mi mamá escuchaba como si realmente lo considerara, fingiendo con maestría interesarse.
-Boberías-le responde mamá-, Joaquín es lo suficientemente inteligente para no hacer algo que no quiere. Además, estoy segura que Juan lo cuidara como a su propio hijo. No hay de qué preocuparse, mi cielo. Todo en orden. Dejemos que vaya por su cuenta.Y finalmente las alas de Renata fueron cortadas, rindiendose por completo. Reí mucho con esa expresión que ponía sus cejas juntas y la boca de pato. Mamá había sabido cómo dejarle en claro que no iba a suceder y me divertía de sobremanera.
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IMPOSSIBLE, emiliaco.
FanfictionJoaquín se ha enamorado de Aristóteles Córcega, ¿el problema?: es que él no existe. Y Emilio está ahí para recordárselo.