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• Capítulo treinta y ocho.
Narrador omnisciente.

Emilio suspiró fuertemente mientras se tiraba en ha hierba de las jardineras, acompañado de Adrian, quien se dedicaba a mirarlo un tanto hastiado. Aún no podía creer que eso realmente estaba sucediendo, y que él era un espectador de primera fila. Emilio estaba perdiendo la cabeza por Joaquín, el pequeño chico que él mismo había estado protegiendo junto con el resto de sus amigos. El mismo que tenía a Emilio como un demente, que tenía el perfecto control de su locura, el único que podía medirla y usarla en su contra, aún siendo tan puro y tan él: tan sencillo, tan dulce, tan Joaco.

Lo cierto es que podía dar fe a lo mucho que su mejor amigo se había estado equivocando respecto a Joaquín, así que no culpaba a este último porque intentara seguir con su vida, pero la situación simplemente lo tenía tan harto como divertido.

Podía ver cómo Emilio había estado rompiéndose la cabeza pensando las razones que llevaron a Joaco a decidir a Diego sobre él. Primero pensó que Diego lo había manipulado, pero claramente descartó la idea: el chico era demasiado noble para siquiera intentarlo, siempre andaba ayudando a terceros sin pedir nada a cambio y era divertido a montones. No había forma de que esto hubiera ocurrido así, Emilio lo sabía y por mucho que intentó engañarse, terminó descartando la idea por completo.

En una ocasión, Azul, Emilio, María, Adrian, Joaquín, la novia de Adrian y Paola Marín, con quién iniciaba a tener algo sólo para ver la reacción de Joaco, habían quedado en salir y se les unió Diego como comenzaba a ser costumbre, fueron hasta el parque de diversiones, donde se aseguró de actuar interesado en la hermana de Diego Marín. Incluso ganó un regalo para ella en un juego, pero nada sirvió para llamar la atención. Puesto que Joaco estaba muy divertido observando cómo Diego tiraba todas las latas y ganaba un peluche para él.

También, después del intento fallido en la feria, se aseguró de juntar a todos una vez más para ir al cine los siete a ver una película de terror.

La película en cuestión era muy buena, tanto que gracias a los buenos sonidos y efectos podría provocarte un paro cardíaco.

Hizo hasta lo imposible para sentarse a un costado de Joaco y estar ahí para cuando el estuviera aterrado. Y es que no le gustaba nada este tipo de películas, así que estaba seguro, ese día podría separar a Diego de Joaco.

No fue así. En pleno auge de la película, Emilio pudo ver como Joaco se aferraba tan temeroso como se lo esperaba al brazo de Diego y no al suyo, observando como su amigo tomaba eso como una oportunidad para abrazarlo por los hombros contra su pecho por el resto de la película. Entonces pensó que definitivamente debía hacer algo al respecto.

Urgente.

Fue así como arregló una doble cita con Joaquín y su novio, mientras que el iba acompañado de una fan que recientemente se había convertido en una amiga suya, aunque le costaba un poco comunicarse estando con él. Natalie, una chica de la edad de Joaco, era sordomuda pero tan preciosa que estaba seguro atraería los celos inmediatos del novio de Diego. 

Nuevamente, su plan no salió como esperaba que así fuera. Joaco y Nathalie se habían llevado tan bien en cuanto los presentó que durante toda la cita, ellos estuvieron charlando. La chica le había enseñado un par de frases y palabras en idioma inclusivo, y él parecía muy cómodo con eso, con su compañía silenciosa y con lo relajada que resultaba. La cita no sólo terminó pareciendo una salida entre amigos a la que él no estaba del todo incluiudo, sino también tuvo que ver como Joaco le decía "Te quiero" en lenguaje de señas al chico rubio oscuro con el que solía llevarse muy bien algunos meses antes. Meses en los cuales no tenía que preocuparse si su chico se enamoraba de su mejor amigo.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora