La tormenta de tres días estaba por iniciar. En México, era común que Huracanes perturbaran la tranquilidad de la ciudad y no por esto las clases paraban. Así que ahí me encontraba, saliendo de vestidores con el frío de mierda que calaba los huesos con su llovizna ligera. El uniforme no era nada abrigador. Blanco con azul y tintes de naranja que coloreaban a la mascota de mi preparatoria: el leopardo.El sol se ocultaba entre tortuosas nubes grises que hacían del día uno triste y sin vida. El viaje a Huatulco se había retrasado ante esto ya que todos los vuelos estaban cancelados y no podía estar más exhausto de los cambios radicales que terminaban surgiendo en la continuación del final de la novela.
El equipo y yo estábamos a nada de jugar contra la prepa eternamente rival a la mía, los jodidos cuatreros, y el hermano de Niko no podía estar más estricto. Esperaba que yo mejorara en este entrenamiento o terminaría en la banca para el día del juego. Él dice que aunque tengo mucho potencial por explotar, necesita que dé más de lo que estoy dando, que siente que aún no estoy listo para jugar contra ellos. Pero en realidad creo que quiere asegurar la victoria cambiándome por Adrian, y claramente éste desbordaba felicidad por eso.
Suspiré, corriendo al centro del campo junto con los demás jugadores. Emilio me sonríe cálidamente cuando llegó y me da una cuantas palmadas en la espalda como saludo cuando me paro a un lado suyo.
-Hola, Joaco-saluda Roy tan amigable como es costumbre, sin embargo, yo sólo arrugo el entrecejo y vuelvo mi vista al frente. Aún estoy molesto, y ligeramente herido, por sus comentarios en la fiesta-, Joaco, oye Joaco.
Quiero voltear y gritarle un par de cosas, pero no me atrevo. Sé que debo controlarme, sin embargo, Roy es tan irritante sabiendo lo que sé de él que sólo deseo partirle la cara contra la hierba por ser un maldito idiota doble cara. Pero eso no soy yo. Nunca lo he sido.
-¿Joaco?
Vuelvo a mirarle y desvío mi atención nuevamente, estoy muy molesto así que no soporto ver su expresión de "me preocupo mucho por tí" que terminaba valiendo nada.
-¿Ocurre algo malo?-pregunta, poniéndome sobre el hombro su pesada mano. Y es mucho por guardar. No lo soporto más y termino explotando.
Me vuelvo sobre mis talones, aviento su mano lejos y sólo tengo tiempo para arrugar la nariz con disgusto antes de decir sarcásticamente:-¿Qué si ocurre algo malo? Oh, déjame pensar. Quizás si fueras menos hipócrita podría soportar ver tu estúpido rostro sin tener que guardarme nada.
Y tiemblo en mi lugar pensando que este es mi fin. Roy me gana en todo, en altura, en masa muscular y en edad, así que inmediatamente después de razonar las palabras que han surgido de mi garganta, me resigno a terminar con un ojo morado y algún hueso roto. Aunque, Emilio está aquí, y comienzo a pensar si él se atrevería a defenderme frente a uno de sus mejores amigos o si permitiría que me diera una paliza por boca floja.
-Vamos, Joaco-dice. Al contrario de lo que esperaba, Roy no grita en respuesta, no me insulta y no quiere reventarme a golpes. Parece incluso muy calmado, como si fuera una sola confusión cuando no lo es. Eso me molesta aún más-, ¿de qué estás hablando?
Emilio se acerca a mí, atento de la pequeña discusión unilateral. Parece tan sorprendido como el resto del equipo, que no tienen palabras para decir en medio de esa incómoda situación. Yo no he sido jamás un tipo explosivo, ellos lo saben.
-¡Maldita sea, deja de ser tan idiota!-grito, apretando los puños con tanta fuerza que empiezo a lastimarme yo mismo. Me siento más furioso de lo que me he sentido jamás. Quizás a causa de que es la primera vez que me animo a expresarlo en voz alta, o es todo lo que he soportado desbordándose en esta única pelea-; si tan mal piensas de mí, ¿por qué no me lo dices a la cara? Que soy un patético chico sin talento, triste y frágil. Casi absurdo.
-Joaquin, yo-
-¡Dilo!-exclamé sin aguantarme más las lágrimas que cristalizaban mis ojos en ese momento-, dime que te parece absurdo que me protejan, que no lo valgo. Dímelo todo.
Roy bajó el rostro al pasto bajo sus pies, rascando la parte de atrás de su cuello.
-... Perdóname.
Ante mis ojos había ocurrido algo que nunca pensé ver. Roy se disculpaba, avergonzado por haber sido expuesto ante todos. Y yo no podía sentirme recuperado por algo tan vago como eso. Porque él me había hecho sentir muchas cosas horribles como para ser olvidadas después. Porque me había hecho sentir deprimido, me había hecho llorar y me había derrumbado como hace mucho no lo hacía porque comenzaba a sentirme solo. De nuevo.
-Vete a la mierda-susurré, escupiendo mi respuesta como si fuera lo más asqueroso de pronunciar y me dí la media vuelta para irme de ahí a como diera lugar. Dejando a Roy, a Emilio, a Diego y a todos los demás colgados por el valor que tuve para enfrentarme, pero sobretodo, sorprendidos de que finalmente había abierto los ojos y a Emilio, ayudarle a abrirlos.
Seguí mi camino por el pasillo que nos llevaba a la explanada, y sonreí aliviado, aunque aún las lágrimas seguian escurriendo sobre mis ojos.
Aún me sentía sólo, aún me sentía desanimado y aún lloraba por un amor trágico que yo mismo me había inventado en la mente, pero algo en mis hombros había aligerado su peso.
Para ese momento ya nada importaba. Ni el entrenamiento, ni el frío que calaba mis huesos ni que no podría jugar contra la prepa cuatro para evitar que Adrian obtuviera mi lugar. Tan sólo importaba yo, y me importaba una mierda lo que pensaran de mí por primera vez en lo que llevaba con vida.
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IMPOSSIBLE, emiliaco.
FanfictionJoaquín se ha enamorado de Aristóteles Córcega, ¿el problema?: es que él no existe. Y Emilio está ahí para recordárselo.