20. Te extrañaba tanto.

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Salí del salón de clases, con la mochila colgando en mi hombro y los pasos indecisos contra el material del piso. Sintiendo las miradas críticonas que aún no me dejaban en paz.

Hoy tocaba entrenamiento y no sabía que hacer, si asistir o no. Había pasado una semana desde el rumor esparcido en la prepa sobre mí y Emilio. El cual, afortunadamente, no salió de ahí, aunque mi mamá si se enteró y me hizo cortar toda conexión con Renata y los Guerra. No me molestaba. Ella había estado actuando a mis espaldas, esperando que yo fuera demasiado torpe como para no notarlo en lo que me restaba de vida. Así que desde ese momento me importaba poco lo que ocurriera con ella.

No quise hacer escándalo, no borré fotos con ella en Instagram ni en ninguna red social, no publiqué nada en su contra y no la llamé para absolutamente nada, ni siquiera para la disculpa y la explicación que me debía. Emilio, por su parte, fue completamente lo contrario. Borró toda foto y conexión con Renata, y aunque tampoco armó un revuelo por ello, definitivamente no era un secreto que Emilio estaba furioso con la chica que antes era nuestra amiga, mi mejor amiga.

Sacudí mi cabeza de lado lado, esperando sacarme de la mente a la razón de mis problemas más recientes.

Niko, Elaine, Azul y Diego, incluso Adrian, habían estado siendo cercanos a mí. Me protegían de los comentarios que aun rompían con la calma dentro de la preparatoria, se turnaban para no dejarme solo por lapsos largos entre horas y me acompañaban uno a uno hasta mis clases. De regreso, Adrian y Diego se aseguraban de dejarme a pocas calles de mi hogar si es que no podían dejarme en la misma puerta como otras de la veces.

Aunque Adrian pasaba la mayor parte de su tiempo estando conmigo y cuidando de mí -por mucho que odie admitirlo-, las cosas entre y yo no eran las mejores, claramente. Aún teníamos diferencias, pero él me había dicho que estaba molesto con Roy y su grupo porque consideraba que realmente se habían pasado de la raya. Pero, de igual forma, había aclarado que seguía sin agradarle.

Emilio me había estado evadiendo, evitaba cada sitio donde pudiera encontrarme, cada vez que lograba divisarme escapaba y se negaba a decir alguna cosa de mi estando con otros. No me sorprendía, especialmente cuando yo estaba haciendo lo mismo con él. Pero estar al pendiente todo el tiempo de donde estaba para evitar topármelo era más que agotador, estaba acabando con mi paciencia y rendimiento. Prestar atención en clases me era cada vez más difícil, la memoria me fallaba y sólo tenía cabeza para el golpe bajo que acababa de sufrir por parte de mi mejor amiga, o quien se supone yo consideraba mi mejor amiga. Además de no poder dejar de pensar en lo que dijo Roy sobre los amigos que elijo.

En ese mismo instante, mi celular comenzó a vibrar desde mi bolsillo trasero, en el que se podía leer el nombre de Andy en el inicio. Por un segundo creí que estaba marcándome, y temí por lo que debía decir después de estar distanciado tanto tiempo por culpa de Renata, pero no era así. Ella en realidad me había mandado un mensaje de texto, diciéndome que se había enterado de buena fuente, mi mamá, que yo no parecía tan feliz como antes, y que estaba en camino a mi prepa para charlar. Entonces el temor se desvaneció entre las palabras suaves que había elegido para decir que hablásemos.

Me armé de valor y caminé rumbo al campo de fútbol, tragando saliva antes de cruzar las rejas de metal que separaban las canchas del pasillo al aire libre. El equipo entero se quedó helado al verme plantar los pies frente al entrenador, dispuesto a ser llevado a la banca por mi comportamiento, pero no para ser sacado prácticamente del equipo por mi falta de regularidad y buena disciplina. Dijo que mis problemas personales eran personales y que no debía dejar que estos se interpusieran en mis asuntos profesionales. Que una vez estaba dentro del campo, dejaba todo afuera del campo. Y tenía razón, yo lo sabía. Así que me limite a pedir disculpas y salir de ahí directo a la entrada principal de la preparatoria con el corazón un poquito mas roto que antes.

Y entonces la ví ahí, esperando contra la rejas con una caja en forma de corazón de lo que parecían ser chocolates. Mis ojos se llenaron de lagrimas y me odié a mi mismo por dejarla en el olvido por una persona que no valía la pena en ningún sentido de la palabra. Salí corriendo y me aventé a ella en un abrazo enorme.

-Lo siento, lo siento, lo siento-repetí una y otra vez como si eso pudiera cambiar un poquito el hecho de que la había dejado de lado tras mi pequeño brote de fama. Sin darme cuenta hasta ese momento que la extrañé más que nadie.

-Shh, tranquilo-rió Andrea, sosteniéndome entre sus brazos como hace mucho no me sostenían-. Siempre voy a estar aquí, popó.

El apodo salió de sus labios con tal fluidez que me hizo sentir en casa. Cómo si nada de lo que había pasado en las últimas semanas hubiese ocurrido.

-¡Te extrañaba tanto!-exclamé emocionado, apretando más mi abrazo para darle más énfasis a lo que digo. Poco después me separo, limpiando las lágrimas que me delatan todo el tiempo. Sonrío y digo:-, tengo tantas cosas que contarte.

Andy rió fuertemente mientras me tomaba de ambas manos, saltando junto conmigo por la emoción.

-Será mejor que me pongas al día, ¿bien?

Mi sonrisa se hizo más grande, recibiendo con una mano los chocolante y ansiando volver a ser com ella lo que siempre fuimos y lo que nunca debimos dejar de ser,

-Bien.

Vuelvo a chillar fuertemente, abrazándola de nuevo sin poder controlar mi euforia. Hasta que una voz suave, breve y femenina interrumpe el momento.

-Joaco-me llama la atención. Yo entonces, confundido, me deshago de los brazos que me rodean con cariño. Andy parece estar igual de extrañada que yo, pero calla, alternando sus miradas de ella a mí, y viceversa. Enfrente de ambos se encuentra el cuerpo delgado de María, tomando las correas de su mochila rosa y frunciendo sus labios entre sí en señal de nerviosismo. Vestía una falda verde a medio muslo cuadriculada, un suéter oversize y unas botas estilo militar de color plateado. Su cabello castaño recogido en un moño despeinado y un labial rosa Barbie que resaltaba todo lo sonrojado de su delicado rostro. Ella siempre me había parecido muy bonita. Suspira un poco antes de acercarse un poco más a mi y soltar un:-¿Po-podemos hablar?

Y claramente, me muero de miedo en cuanto lo escucho.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora