Capítulo 12

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La trayectoria para llegar a Gran Bretaña era exactamente el mismo que de ida, solo que en vez de España pararían solo unas cuantas horas en Portugal para tener más provisiones, ya que más de la mitad se había podrido en la isla. El día estaba parcialmente nublado y las olas del mar eran algo fuertes, pero no tanto como para hacerles tambalear en la nave, Jorge se había empezado a ver diferente de lo acostumbrado, ya no tenía sus elegantes y finas ropas, eran simples e incluso estaban sucias, su pelo estaba desgreñado cayendo los mechones de cabello sudados en su frente, ya no parecía un príncipe, más bien un campesino o incluso peor, un pirata. Su camisa de lino estaba algo abierta dejando ver su pecho que era más blanquecino que sus brazo o cara resultado de las quemaduras del sol, sin embargo aquello no le quitaba belleza. William le miraba fijamente como si estuviera viendo peces volar bajo el efecto de algún hongo alucinógeno, era un imán para sus cuencas aquella vista del príncipe, cuanto le apetecía plantar un beso en aquellas marcadas, bronceadas y tentadoras clavículas.

A media mañana el príncipe empezó a tener hambre así que fue a revisar al almacén, encontrando algunas frutas que aún parecían frescas. William quien había estado atando las velas con nuevas sogas, al terminar su labor notó la ausencia del joven y no se lo pensó mucho en ir tras él, revisó el camarote del capitán, el cual lo vio vacío, los demás camarotes de los tripulantes y tampoco nada, así que por puro instinto entró al almacén viendo a Jorge pelar desastrosamente una manzana, esto le hizo reír no tanto de burla, si no más de ternura.

—¿Qué haces?—trató de ocultar una carcajada apretando los labios.
—Tratando de pelar una manzana, ¿es ciego?—parecía alterado como si aquella tarea fuera misión imposible.
—¿Qué nunca has comido manzanas?
—Sí, pero usualmente las criadas le quitan la cascara por mi...—se rindió dejando caer sus manos que sostenían aún el cuchillo y la fruta—ser una persona normal no se me da bien.
—No te preocupes, déjame ayudarte—el príncipe le extendió los objetos viendo con nitidez la facilidad con que William lo hacía.
—Debe de pensar que soy un inútil—se sentó encima de una mesa que había cerca encorvándose y moviendo sus pies de un lado a otro.
—Claro que no, son problemas que casi todos tenemos.
—Hay mucha diferencia en no saber cómo quitarle la cascara a la manzana y jamás haberlo hecho.
—Oye, no seas tan duro contigo...—el pirata le quitó un gajo a la fruta y lo extendió hasta la boca del joven dándole de comer como a un bebé, este miró un par de veces el pedazo de manzana hasta que la tomó con sus dientes.
—Tiene que enseñarme a lidiar con aquellos problemas—decía masticando con la boca abierta, en verdad eso de modales de príncipe los estaba obviando poco a poco, extrañamente ser maleducado es más fácil y en cierta parte divertido.
—Es cuestión de práctica—el bandolero aún desgajaba la fruta en sus manos con mucha concentración.
—...Gracias por ayudarme—le sonrió Jorge algo enrojecido mientras se encogía de hombros.
—No es nada, es lo mínimo que puedo hacer—le extendió otro pedazo y Jorge no se lo pensó mucho esta vez para comerlo.
—Sabe, quisiera conocer más de usted, ¿cómo llegó a ser un pirata?
—Esa es una larga historia dulzura.
—Estoy dispuestos a escucharlo, sabe que tiene mi confianza y espero tener la suya.
—Si quieres tener mi confianza deja las formalidades, cada vez que me hablas no puedo evitar sentirme culpable al no mostrar en mismo respeto que me muestras y me hace sentir que no confías en mí, y lo entendería porque realmente, nadie confiaría en mí.
—Confío en usted señ-... lo lamento, William... es la costumbre—se acomodó más en la mesa teniendo al pirata parado entre sus piernas—¿y bien? ¿Cómo es su historia?
—Bueno, en verdad no es tan interesante, podría contártela una noche cualquiera—llevó otro gajo a la boca de Jorge quien comió gustoso.
—Ahora, por favor, en verdad quiero saberlo todo.
—Te advierto desde ahora que vas a aburrirte de escuchar, no es que me pasen cosas interesantes muy seguido.
—Todo lo que tenga que ver con usted me interesa—recibió una mirada de parte de Bellamy con la ceja levantada reprochando.
—Digo... todo lo que tenga que ver contigo me interesa...
—Eso suena mejor—le sonrió, dandole de comer más fruta al joven.
—¿Y? ¿Cómo era tu padre y tú madre? ¿Tenias hermanos? ¿Dónde naciste?
—Una pregunta a la vez, principito.
—¿Por qué te convertiste en pirata?
—No tenía quien me ayudara y tampoco sabía qué hacer o a quién acudir, me parecía la opción más fácil.
—¿Por qué no te ayudaron tus padres?
—No veo a mi madre desde los dieciséis y mi padre murió cuando tenía dieciocho. Estaba solo, así que solo elegí mi camino.
—Debió ser horrible...
—No fue para tanto, sé que eran mis padres y obviamente los extraño aún, pero no voy a vivir toda la vida atormentado, me siento bastante feliz ahora.
—¿Y cómo planeas seguir viviendo feliz tú vida?
—Ahora quisiera dedicarme a desaparecer durante un tiempo cómo pirata y empezar una nueva vida como un buen marinero... aunque ser un pirata tiene sus partes buenas, ser atrevido y aventurero es divertido, soy consciente de que robar está mal, pero por eso siempre le robo a reyes, a la gente de clase alta, ellos... tiene más que perder que una persona pobre, y al contrario pueden recuperarlo fácilmente—aquella parte hizo reflexionar bastante al joven inglés sobre de quién es realmente William Bellamy—Por eso no todo es color de rosas, jamás sería capaz de robarla a alguien que trabaja justamente todos los días al contraria de alguien que solo está sentado en su trono todos los días y sea rico por eso...
—Ya veo...—le sonrió nostálgicamente Jorge sentimental por su anterior confesión—pero... ¿yo puedo pertenecer a esa nueva vida?—William levantó su rostro para ver incrédulo a Jorge quien estaba completamente serio.

Sonrío sin querer y dando un paso para acercarse más a Jorge, dejó un pequeño beso en su frente.

—Si quieres pertenecer a ella, con gusto eres bienvenido.
—Sabes que es lo que más quiero—se cruzó de brazo abriendo la boca pidiendo más fruta, y William de dio el último trozo de manzana.

Al salir del almacén no volvieron a rozar sus manos hasta que cayó la noche, raramente había niebla por estos lugares y hoy exactamente la oscuridad se definía perfectamente cómo "tinieblas". En el camarote del capitán, Jorge estaba sentado encima de William en una de las mejores silla destinada a un buen capitán, ya que era ancha y firme, el príncipe se movió de adelante hacia atrás tratando de poner su mayor concentración en la carta que tenía destinada a su padre:

"Querido padre, rey de Gran Bretaña, Dinamarca y Noruega, seguramente debes de esperar ansioso el regreso de tu hijo, sé que esperabas en mi un gran futuro y que sería buen líder, jamas te dije que es lo que siento sobre todo eso.

Sus dedos apretaron más la pluma casi dejando caer al suelo el tintero frunciendo el ceño al sentir las ásperas manos del pirata acariciar su entrepierna robandole suspiros sonoros.

"Tengo que informarte que por más inesperado que sea este mensaje voy a desaparecer ya que me niego rotundamente a ser rey, desisto de mis títulos, no debes de preocuparte ya que nadie me obligó,  fue mi propia decisión porque"

Dejó caer la pluma manchando y arruinando la carta echando su cabeza hacia atrás sintiendo una mordida en su espalda, aún no se había acostumbrado al tamaño del miembro por lo que apretaba una y otra vez los brazos de la silla con sus manos, sus rodillas estaban muy separados a la vez temblando tratando de opacar graves gemidos, William gruñía por lo bajo las veces que el príncipe una vez que subía volvía a bajar apretándole. La erotica resporacion del príncipe era cada vez más pesada a medida que se acostumbraba a las pequeñas sentadas que daba, el pirata por otra parte recibía placer tanto por su miembro cómo visual, la yema de sus dedos hacia círculos alrededor de los pezones del príncipe, bajaba acariciando su torso dejando marcas rojas en la sensible piel tibia hasta llegar al pubis analizando con nitidez los poros erizados de los muslos de su compañero.

Mi Tesoro Más GrandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora