Capítulo 2

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Y justo como lo pidió el marinero, embarcaron en "Ursula" la nave que el rey de Gran Bretaña le prestó junto a la tripulación y quién sería capitán de este viaje, Jorge Frederick IV.

—Gracias por su hospitalidad en prestarme todo esto para buscar solo una caja mi rey—hablaba en una vil sonrisa el pirata mientras hacía ademanes de reverencia hacia el rey.
—Lo necesita para este viaje, espero que tenga suerte y la encuentre... de lo contrario sabrá lo que pasará—a pesar de que William no borró su sonrisa abrió enormemente los ojos poniendo una mano cubriendo su cuello y soltando carcajadas falsas.

Su nueva tripulación comenzó a subir la carga pesada y todo lo que necesitarían, agua, comida, lo básico para un largo viaje, el príncipe sin embargo cargó sus propias cosas, ahora no llevaba una vestimenta tan formal y su cabello no estaba peinado a la perfección, William se preguntó si todas las mañanas iban las sirvientas a su habitación a peinarlo o incluso a lavar sus propios dientes. Eran preguntas de las que no sabía respuesta al no ser hijo de un rey. La embarcación no duró más tiempo, subieron el ancla y Ursula se fue alejando poco a poco del muelle, siguió hasta la costa para llegar a mar abierto y comenzar rumbo hasta España donde harían una pequeña parada y seguir adentrándose para buscar la isla. William todo el comienzo embozaba su encantadora sonrisa hasta que dejó de ver a los reyes debido a la distancia y su mirada de un segundo a otro se volvió fría y malhumorada, el joven príncipe y el marinero entraron a lo que venía siendo el camarote del capitán, Bellamy cerró tras ambos la puerta de madera causando que nadie pueda verlos o escucharlos.

—Escucha principito, no me interesa que seas hijo del rey de Inglaterra o siquiera de todo el mundo, una vez paremos en España bajaras de este barco rumbo a tu casa—habló con las poca paciencia que le quedaba.
—¿Qué? Usted no puede obligarme a hacer eso.
—Si lo olvidaste, hablas con William Bellamy, y trabajo solo.
—¿Y qué harás William Bellamy? Somos dieciséis hombres contra uno—Jorge le miraba muy amenazante, como si en cualquier momento tomaría una pistola y le apuntaría a la cabeza.
—Dulzura ¿realmente no me conoces cierto? Me da igual que sean cien hombres, aquí mismo podría estrangularte y dejar a Inglaterra sin heredero al trono, pongamos las cosas fáciles y dame el mando de capitán si no quieres caminar por la plancha—bromeó mientras le sonría cínicamente Bellamy.
—No me interesa ser rey si traiciono a mi padre de esa forma.
—Que muchacho tan leal... ¿tu padre también te lo enseñó?—rió por lo bajo el hombre.
—Señor Bellamy, no quiero problemas con usted, si vamos a estar juntos todo el tiempo en este viaje, no quiero tener que soportar el sentimiento de desagrado hacia su persona. Que por cierto, ya lo hace.
—¿Eres consiente de que tarde o temprano haré algo para salirme con la mía, verdad?
—Lo sé, y por eso le pido que si quiere volver a pisar Inglaterra, se comporte.
—Principito... respóndeme una cosa ¿a quien le pidió el rey que buscara esa vieja caja ya que conoce el camino?—Jorge se corto al hablar y miró con odio al marinero quien tenía su belicosa mirada—así que... ¿a quien necesita más el rey en esta búsqueda? A no ser que tu padre te haya mandado para sacrificarte a ti...
—Es usted tan repulsivo...
—Jamás he dicho lo contrario—río gravemente—hagamos un trato, tú no me agradas y supongo que tampoco te agrado... el viaje se dará justo como el rey lo ordenó... pero quiero que me des el mando de capitán.
—No veo nada que me beneficie en este trato.
—Claro que si, a lo largo del viaje nos encontraremos con... viejos amigos míos queramos o no, y yo los haré sobrevivir a todos... una vez termine y le entreguemos ese cofre a tu padre, jamás volverás a saber de mi existencia. O al menos en persona.

Jorge IV miró dudoso, jamás se debe de confiar en un sucio y mentiroso pirata. El príncipe miraba atentamente su sonrisa observando su diente de oro el cual era uno de los últimos a simple vista de la dentadura, William tenía su mano extendida hacia el joven esperando una respuesta, Jorge jamás había tenido encuentros con piratas en alta mar y no tenía idea de que es lo que debería hacer, no quería que los hombres de su padre se sacrificaran por él cuando estaba la opción disponible de sobrevivir, pero, ¿sobrevivir junto a otro pirata?

—Bien... si algo sale mal, morirá en la horca.
—Trato hecho principito—recibió la mano del joven con mucho gusto.
—Vuelve a llamarme así y nuestro trato se termina—le contestó fríamente para luego salir del camarote a ver a sus otros acompañantes y avisarles de su nuevo capitán. William sabía que este viaje iba a ser un maldito dolor de cabeza junto a ese chico, pero debía esperar, tarde o temprano se le ocurriría algo o una manera de deshacerse del princezuelo.

El primer día había sido un completo desastre, el mitad escocés jamás pensó que se llevaría tan mal con el muchacho, sabía desde un principio que sería así, pero no creyó que fuera tan malo hasta ahora.

—¿Qué cree que hace? ¡Se supone que vamos a España no a Jamaica!
—Si lo olvidas por algo me han de llamar marinero, ¡No necesito de una brújula!
—Si pusiera más atención, sabría que "esa brújula" está indicando otro camino. Y si me permite opinar, no creo que merezca el título de marinero.
—¿Qué acabas de decir pequeño pedazo de...?—antes de terminar la oración noto como los demás tripulantes le miraban, solamente pudo morderse la lengua y hacer caso al joven que quiera o no, tenía la razón allí—Bien, dame el maldito mapa y la brújula.

Cuando Jorge le extendió ambos objetos se los arrebato de las manos y le cedió tomar el timón. William no sabía porque aún no se había hundido el barco, solo había pasado un día y descubrieron que eran agua y aceite, ambos ponían de mucho empeño para soportar al contrario, pero a pesar de eso, ambos sabían que ni en esta vida, ni en la siguiente ni en ninguna otra llegarían a llevarse bien. Luego del inconveniente sobre la dirección, navegaron hasta que cayó la noche, aún no habían encontrado tierra así que solo soltaron el ancla para detener la nave, cenar e ir a dormir ya que mañana temprano tenían que seguir su camino, William luego de beber dos botellas de vino se sintió algo mareado, junto con el movimiento del mar sabía que si no se iba a dormir pronto devolvería la cena, se dirigió al camarote del capitán con la botella de vino ya vacía en manos, pero antes de poder tocar el picaporte llegó el joven príncipe quien al parecer también había tenido la idea de ir a dormir.

—Huele mucho a alcohol, es asqueroso—arrugo la nariz mirando desafiante al pirata.
—Nadie pidió tu opinión, ya que no he dicho nada al respecto de tú irritable perfume—arrastraba las palabras al hablar y miraba de pies a cabeza al joven.
—Viniendo de alguien que seguramente no se ha bañado en meses, no me sorprende—aun mantenía la nariz arrugada, no perdió más tiempo y Jorge entro primero a la habitación cerrando la puerta en la cara del pirata.
—¡Hey! ¡Esa habitación es mía, yo soy el capitán!—Golpeaba con los nudillos la puerta con fuerza.
—Puede que lo haya dicho pero ambos sabemos quién realmente es el capitán—gritó desde dentro el príncipe.
—¡Oye! ¡Eso no es justo!... ah—William suspiro con pesadez y solo se dignó a sentarse en un barril.

Sus ojos fueron directo a ver el mar pintado de azul ultramarino en calma, arrojó la botella vacía al mar escuchando después un "¡Splash!" Signo de que la botella ya había caído, subió su mirada encontrándose cara a cara con la luna.

—Es un maldito dolor de cabeza... ¿no Ursula?—miró bajo sus pies la madera dando un par de zapatazos—sí... debo deshacerme lo antes posible de él... ¿pero cómo?

Volvió a levantar la vista hacia la luna, quizás si dormía un poco y se ponía sobrio pensaría mejor en cómo salir de ese embrollo. Se abrazó a si mismo sintiendo la fría y ahogante brisa de la noche, se acostó en el suelo de la cubierta que sorprendentemente la madera estaba fría también, debía ahora de dormir un poco ya que las sirenas salen a estas horas.

Mi Tesoro Más GrandeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora