Capítulo 17

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—Hemos llegado—anunció con desganas uno de los tripulantes observando por el catalejo su tierra natal, Gran Bretaña.

El pirata estaba al timón absorto en la indecisión mientras tenía al príncipe a su lado rodeando su brazo y con la cabeza apoyada en su hombro, a medida que se acercaban a su último destino el corazón se le estrujaba y el estomago se le revolteó confundido de si era el movimiento del barco o los nervios.

¡Despierta Bellamy! No eres una mujercita para sufrir por alguien, sabes las consecuencias así que no te atrevas a hacer algo estupido, él es un príncipe, tú un ladrón.

El viento soplaba más rápido que cualquier otro día, avanzando temerosamente el tiempo, y que el barco estuviera en absoluto silencio era desesperante.

Deja esa mierda de los sentimientos, ¡jamás debiste meterte con él! ¿Qué no lo ves? Esa relación estuvo destinada al fracaso.

Eso lo sabía...

Se despejó de su mente momentos antes de llegar a las tierras que ya eran visibles a simple vista. Ahora se sentía mucho más intranquilo, como si las hormigas estuvieran picándole las piernas. Giró su cuello en dirección al hombro donde descansaba la cabeza del príncipe, el cual, notó ese movimiento e hizo la misma acción de mirarle, regalándole una triste sonrisa.

No puedo arruinarle la vida así.

Justo cuando tocaron tierra empezaron a desembarcar, nadie esperaba su regreso ya que era desconocido el momento de la llegada de su príncipe y tuvieron la suerte de que casi no había nadie cerca de los muelles, Jorge y William estaban parados frente a frente con el fin de dedicarse sus últimas palabras.

—Supongo que esto es un adiós—el príncipe hablaba muy bajo, casi en un susurro.
—Así es... espero... bueno, sé que serás un buen rey—aún seguía inexpresivo con un molesto cosquilleo en sus manos.
—Gracias... cuídate ¿si?—aún seguía sin querer alzar la voz.
—Estás hablando con el mejor pirata de todo el alta mar—trató de hacerle reír logrando sacarle una pequeña y verdadera sonrisa.
—Puedes quedarte con el barco y escapar, mi padre no creo que necesite tanto a Ursula.
—No, no, está bien, tengo otra cosa en mente, no es necesario.
—Insisto...—ya no miraba a los ojos al bandolero, simplemente mordía su labio superior y luego extendió su mano—Hasta nunca, Capitán Bellamy.
—Hasta nunca... príncipe Frederick...—al momento de separar su manos sentía como poco a poco se le iba el alma al suelo, sintió esa enorme desconexión que le mataba por dentro. Perder esas sonrisas de sirena, perder ese calor de sus abrazos, de sus besos, de cuanto estaba por abandonar, abandonarlo solo por hacer lo correcto...

Pero él era un pirata, no tenía por qué hacer lo correcto.

El príncipe hizo una pequeña reverencia y giró sobre sus pies dispuesto a bajar del barco y olvidarse completamente de quién fue para él el capitán Bellamy, y con suerte olvidarse de todas aquellas noches que sabía que extrañaría, sin embargo, una mano tomó la suya bruscamente evitando que diera más pasos y exaltándole.

Bellamy respiraba con mucho dificultada y quedó inmóvil por unos segundos, pero luego se arrodilló ante el príncipe sosteniendo aún su mano y besando sus nudillos.

—Jorge... quédate conmigo... te lo imploro...

El príncipe empezó a temblar y un poco a dudar sobre si su sentido auditivo estaba bien.

—Por favor... —siguió suplicando al no ver respuesta del joven, Jorge creía que era la primera vez que veía tan vulnerable al pirata, su corazón bombeaba rápidamente su sangre sintiendo el palpitar a través de sus venas, su respuesta era claramente obvia.
—Pensé que...
—Olvídalo, olvida todo lo que dije, seré egoísta...—rogaba pasando la mano del príncipe a su frente apoyándola y restregándola en un suave roce.
—William...—sonó algo sorprendido y enternecido.

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