Capítulo 16

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Mañana temprano partirían de vuelta a casa, esos cinco días de tranquilidad les vino bien a todos, para olvidarse de las tragedias y los malos momentos durante el viaje, y pensar las cosas claramente para algunos. Cerca de donde los habían acogido había un arroyo con el agua tan cristalina que podías notar cada grano de tierra en su pequeña profundidad, la mayoría de las piedras eran blanquecinas y unos cristales igual de transparentes que el agua.

Al príncipe se le ocurrió la espléndida idea de temprano en la mañana lavar su ropa allí y quizás asearse mientras sentía el calor del sol, como no, invitó al pirata como acompañante ya que casi nadie estaba levantado a esas hora y el arroyo quedaba algo lejos de ellos.

—Capitán Bellamy lo invité a lavar su ropa y a asearse, no a seguir durmiendo—le reprochaba viendo cómo el pirata estaba recostado tomando el sol mañanero.
—Qué parte de "mi cuerpo no verá agua en mucha tiempo" no entendiste principito—decía sin mover un músculo siquiera para mirarlo.

El príncipe juntó sus cejas en señal de decepción pero luego una traviesa sonrisa vino a sus labios después de considerar la siguiente idea. Tomó una pequeña cubeta de madera que había tomado antes de salir, la llenó hasta el borde de agua y se lo arrojó a William empapando toda su ropa.

Se levantó de golpe estrujando su cara para secarse lo que chorreaba, su boca se abrió al sentir el agua fría y miró como el príncipe sostenía su estómago mientras reía hasta llorar.

—Eres... hombre... muerto...—decía simultáneamente al levantarse, por lo que Jorge no vio venir cuando el pirata entró al agua junto a él y le dio un leve empujón provocando que el príncipe cayera de culo con el agua casi a los hombros sin dejar de reír a carcajadas aún.

Jorge volvió a levantarse y ambos empezaron una guerra de agua terminando mojados de pies a cabeza y a la vez, completamente limpios, tuvieron que sentarse en la orilla quitando una gran parte de su ropaje y poniéndolas a secar al sol.

—Debo admitir que fue entretenido—confesó el bandolero.
—Realmente lo fue—soltó su ultima carcajada recordando la travesura que cometió momentos atrás.

El pirata estaba hipnótico admirando los desnudos pectorales del príncipe, tenía una profundo mordida en el bíceps y contemplaba las venas que sobresalían de sus antebrazos, he de tomar en cuenta que ambos solo estaban en pantalones cortos, por lo que Jorge tampoco se quedó atrás saboreando desde su interior la inevitable vista de su pecho y velludo bajo vientre del pirata .

—Jorge...
—¿Sí?

Se trabó cuando miró fijamente al príncipe, aún no tenía el valor suficiente para hablar, ni siquiera sabía que era lo que tenía que decir, no era capaz de transformar sus sentimientos en palabras.

El pirata no se contuvo y besó los labios de su amante con la esperanza de que supiera lo que tanto le cuesta entender, al finalizar aquel tacto rozó su nariz con la del príncipe acariciando la punta y juntó sus frentes.

Jorge también tenía algo que decir pero este sabia disimularlo mejor, encerrando todos sus sentimientos verdaderos en su corazón cómo había hecho tanto tiempo cuando estaba en la realiza, había pecado de una manera bestial, sus ancestros y los ancestros de sus ancestros seguramente estarían revolcándose en su tumba de pavor al ver el deshonor, no sabía ni cómo explicarle a Dios como había caído en la tentación, cómo pudo deshonrar así a su familia. Pero no pudo evitarlo, ni la voluntad más grande pudo evitar que cometiera el pecado capital de la lujuria, y también la de gula al tener ese deseo tan insaciable, es como si aquel hombre le hubiera dicho: "Haz conmigo ese acto tan enfermizo" y no se lo planteó mucho en aceptarlo, y mucho menos cuando el bucanero entraba en el príncipe provocándole un dolor tan exquisito que le hacía olvidarse de lo que es honor y aceptando que tenía un pequeño espacio entre las llamas del infierno por disfrutar del placer con un hombre como él.

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