Capítulo 6

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Tal y como lo tenía previsto el príncipe inglés partiría más pronto de lo esperado y eso le tenía algo más tranquilo.

—Le doy nuevamente las gracias mi rey, por esta ayuda tan generosa—le dio otra reverencia el príncipe inglés.
—No es ningún problema para mi, espero que disfrutes tu viaje y que se mantengan a salvo, luego, cuando nos volvamos a ver me contaras de tus hazañas.
—Con... con mucho gusto—rió nervioso el príncipe quedando algo dudoso. Toda la embarcación estaba lista y Ursula estaba a punto de partir.
—Fue un placer conocerlo mi rey, espero... verlo pronto, y príncipe Felipe, le recomiendo los métodos del potro, dicen que es bueno para el crecimiento—el mencionado arrugó la cara matando con la mirada al marinero—¡hasta pronto!

William y Jorge junto a sus tripulantes subieron a la nave la cual se alejaba cada vez más de las costas verdosas, el príncipe suspiró dejando caer sus hombros y un gran peso que tenía en la espalda recostándose del mástil mayor, se sentía con más paz.

—¿Y qué pasó con su plan de deshacerse de mí?—alzó una ceja el príncipe con un tono burlón que trataba de ocultar con una cara seria al pirata.
—Aún tengo tiempo de tirarlo por la borda, pero, lo disfrutaría más si fuera el príncipe Felipe—rió el bandolero. A lo que Jorge negó suavemente con la cabeza volviéndose a poner firmemente de pie para seguir trabajando.

Príncipe y pirata aún peleaban por cosas insignificantes, aún trataran de ser amigos, a primera visto parecen más enemigos, sin embargo, esta vez ya no era tan intensa como las veces anteriores, la discusión no duró ni siete minutos, los tripulantes no sabían si alegrarse o temer por eso. Incluso William notó que sus discusiones habían bajado de tono, si no fuera porque el princezuelo se enojaba enserio creería que estaban bromeando, se veía tan adorable con las orejas y la nariz coloradas haciendo pucheros por una estupidez de la sucia boca de William, sus largas y finas pestañas moviéndose con cada parpadeo de las hermosas cuencas del de pura sangre inglesa, su cabello se movía al compás del viento viéndose aún más dorados gracias a los rayos del sol, que por cierto, por culpa de este sus mejillas se habían levemente quemado de rojo. El príncipe era perfecto en todo el sentido de la palabra, pero al parecer él no se ve a sí mismo así, más bien toda su perfección la ve como defectos y, por alguna pequeña parte William sentía entenderlo, al ser de la realeza todos creen que no tienes preocupaciones y muchas veces como "un niño rico", pero nunca nadie ve lo que realmente es la vida de un pobre chico que solo quiere ser igual al resto.

—¿Qué tanto me está mirando?–preguntó autoritario el joven sacando al pirata de su trance cuando estaba contemplando su belleza.
—Me acabo de dar cuenta que te ves sumamente ridículo, me reiría pero después no pararía y me dolería el estomago.
—Y usted no es tan estrafalario, adoro su insignificancia y humildad.
—¿Eso fue sarcasmo?
—Usted que cree—le sonrió por primera vez el joven príncipe, la cual se le contagió al pirata, quien le dio un leve empujón con el codo.

La sonrisa del príncipe parecía el canto de las sirenas, ese poder de seducción y su particular belleza eran inevitable ignorarlos, pero dicha belleza era solo una trampa, esa seducción era prohibida y el intentar seguirlas era muy peligroso. No importa lo que pase, sabes que tarde o temprano vas a caer en su juego y saldrás perdiéndolo todo.

Ursula ya había comenzado a darle la vuelta a Portugal divisando muy a lo lejos sus tierras, pero no pararían hasta llegar al destino deseado, lo más que querían ahora mismo es que el viento tomara más fuerza para impulsarles más rápido, sin embargo parecía que la desgracia quería jugarles una mala broma y en esos momentos no hubo siquiera un pequeño ventarrón, el mar estaba muy tranquilo y el sol ya quería esconderse. Solo quedaba la opción de que alguien se quedara despierto en la noche para cuando venga el viento del norte y les arrastre mientras los demás esperan el amanecer para ver que habían llegado.

—Yo me quedaré navegando, vayan a dormir—mandó William con voz digna de un capitán.
—¿Estas seguro?—si no fuera porque el príncipe es muy bueno guardando sus emociones, dirían que estaba preocupado.
—Totalmente, no es como si fuera la primera vez que duraría una noche entera sin dormir.
—Si necesita nuestra ayuda solo llame señor—le habló uno de los tripulantes hablando por todos, ellos y el marinero se habían empezado a llevar bien y han llegado a verlo como su capitán.

Los hombres de parte del rey inglés fueron a sus camarotes mientras que el príncipe aún seguía en el aire.

—Y si necesita mi ayuda... siempre puede llamarme—Jorge colocó su mano en el hombro del marinero demostrando que podía confiar en él, tras este signo de confianza el joven se fue a dormir.

William soltó todo el aire que tenía en los pulmones y sus manos empezaron a sudar, sentía un desagradable revoloteo en el estómago y las venas de su cuello se alteraron quizás por el movimiento del agua que aún le causaba malestar, era verdad, no era la primera vez que pasaba una noche sin dormir, incluso había durado más de dos días ya que siempre es perseguido día y noche, no podía descansar hasta estar oculto en un lugar seguro y sancionarse de que su vida estaría a salvo al menos por un buen rato. Pero esa era la vida de un pirata, una vez empiezas a robar no puedes parar, nada puede cambiarte y reconoces que en cualquier momento te atraparan y ejecutarán.

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