Bajé del taxi en mi departamento. Ced se había llevado su auto esta mañana al trabajo por lo que había ido temprano por el mio. Hoy iría a inscribirme a aquel curso que había encontrado la semana pasada. Decir que estaba emocionada era muy poco.
Cuando entré a mi auto sentí como mi teléfono vibraba anunciándome una llamada. Era mi madre.
-Hola...
-MICHELYNN.-Canturreó haciéndome rodar los ojos.
-¿Por qué tanta emoción, Sasha Cox?
-Quería invitarte a la casa de Virginia.-Parecía emocionada.-Podrían pasarse un rato con Ced.
-Ced está trabajando y sale hasta tarde.-No mentí, comúnmente el horario de trabajo de Ced variaba. Lo más tarde que llegaba a salir era a las tres de la tarde ya que debía entregarles el material a los del turno vespertino.
-Anda, Lynn.-Rogó.-Ced puede llegar aquí después. Quiero presumirle a Virginia a mi maravilloso yerno.
Bufé. Bueno, eso era buena señal que iniciaba a superar lo inexistente entre Dallas y yo.
-Ni siquiera sé la dirección de Virginia.
-No te preocupes por eso, te la mando por mensaje.
-Está bien.-Suspiré.-Llegaré en un par de horas.
-No te tardes.-Pidió.-Virginia ya quiere ver cuánto has crecido y lo buena que te has puesto.
-Por supuesto, mamá.
Después de que colgó le llamé a Ced.
-¿Qué paso, mi amor?-Preguntó del otro lado de la línea.
-¿Te agarro ocupado?
-Un poco.-Admitió.-Pero dime.
-Mi madre me invitó a la casa de Virginia... bueno a ambos. ¿Te pasas después del trabajo? Allá estaré.
-Claro, solo pásame la dirección.
-Te la mandaré por mensaje ¿Bien?
-Bien.
-Te amo.
-Te amo mucho más.
Colgué.
Hacía muchos años que no veía a Virginia. Ni siquiera recordaba con exactitud cómo era ella, supongo que me vendría bien un reencuentro.
Cuando salí del banco a donde fuí a pagar mi inscripción del curso, conduje hasta la dirección que me había dado mi madre. Llegué a una residencia en la cual me di cuenta de que Virginia Jones vivía de manera muy cómoda. Las casas eran grandes y se veían sofisticadas todas pintadas del mismo color y con sus jardines con pasto verde y bien podado.
Cuando di con el número de la casa de Virginia aparqué mi auto en la acera y salí poniéndole seguro a las puertas.
Toqué el timbre esperando que mi madre o Virginia me abrieran, pero para mi sorpresa quien tenía ahora frente a mí era un hombre. Era rubio y de tez blanca. Tenía sus ojos del color del mar y llevaba una playera sin mangas que dejaban ver que se ejercitaba.
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𝐌𝐚́𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 (Editando)
Roman pour AdolescentsDespués de seis meses de haber terminado su larga relación, Lynn decide que quiere ayudar a Cedrik a cumplir su deseo más grande en el mundo, aun si no es a su lado. Por otro lado, Cedrik acepta con la ilusión de que Lynn se dará cuenta que con la ú...