𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟏

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Lynn creía que me encontraba molesto por haber arruinado la cita

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Lynn creía que me encontraba molesto por haber arruinado la cita. Lo sabía porque no paraba de preguntarlo durante todo el camino a casa. También era cierto que le había contestado una y otra vez que no lo estaba.

La verdad era que Sed y Lynn me habían facilitado las cosas. No era que aquella supuesta cita fuese mala, la verdad la chica tenía muy buenos temas de conversación, era como una yo en femenino... y con acento británico. Sin embargo, yo no quería estar conmigo mismo.

Me encantaba tanto la manera tan distinta de ser a la mía que tenía Lynn. A mí me encantaba leer libros de filosofía o novelas basura como les llamaba ella. Ella podía pasarse horas enteras frente al televisor o computador viendo documentales extraños. Yo solía pensar en lo que hacía mil veces antes de hacerlo, Lynn lo hacía incluso antes de pensarlo. Yo era discreto con respecto a lo que pensaba, Lynn se delataba todo el tiempo cuando pensaba en voz alta. Hecho que ella odiaba, pero que con el paso de los años yo amaba cada vez más.

Me encantaba absolutamente cada virtud y defecto de mi nena. Incluso su falta de juicio y razonamiento, es decir ¿A quién se le ocurre planearle citas a su novio?

Probablemente Lynn aún era muy impredecible en lo que haría, sin embargo, si se trataba de alguna locura era más que obvio que era parte de ello. Sabía que esto de espiarme había sido su idea, así como sabía que Sed no estaba de acuerdo con ello pero, como siempre, había ido para asegurarse que ella no terminara en problemas, aunque al final salía todo peor ya que ambos terminaban en problemas.

Me habían facilitado demasiado deshacerme de la primera chica sin la necesidad de darle una excusa a Lynn, sin embargo tenía que tener en cuenta que probablemente no tendría tanta suerte para la próxima. Cuando una idea se le metía en la cabeza era muy difícil de sacarla, por más loca que fuese, y al parecer esto se lo estaba tomando muy en serio.

Nos quedaríamos a dormir en mi departamento ya que mañana temprano yo debía ir a trabajar. Sería el último día de mi jornada laboral y empezaría la de Lynn, por lo que no la vería todo el día.

Después de darme una ducha me acosté al lado de Lynn quien me daba la espalda mientras abrazaba una de las almohadas. Me acerqué hasta ella y la abracé por su espalda. Besé su hombro descubierto debido a la falta de mangas de su pijama.

La escuché suspirar.

-Perdón por arruinar tu cita.

-Está bien. Supongo que la chica era un poco aburrida.-Tampoco quería que supiera que me había ayudado.

Lynn se dio la vuelta mirándome con una leve sonrisa.

-Lo era.-Admitió.-Habla de las mismas cosas que tú, Ced.

-Bien, acabas de decirme que soy aburrido.-Reí.

-Pero eres uno muy sexy.-Ella también rió.

Sentí como sus manos fueron a mi cabello y empezó a jugar con él dándole un buen masaje a mi cráneo.

Sabía con exactitud que si le decía que parara con esto solo lograría que ella se molestara, porque cuando ella creía que tenía una buena idea debía llevarla a cabo para comprobar que estaba equivocada. Así era ella.

-¿Cómo está Betty?-Murmuró en forma de pregunta.

Sonreí por su extraña obsesión de cambiar el nombre de los animales si a ella no le gustaban. Nadie más que ella la llamaba Betty, a excepción de Sed y mía que debíamos llamarla así cuando hablábamos con ella.

Bianca, la pequeña delfín que había llegado meses atrás era muy importante para Lynn. Era la primera vez que la dejaban a cargo de un caso. Había nombrado a Sed como su segundo para que la atendiera durante la semana. Al ser trasferido a la jornada de fines de semana la pequeña había quedado a mi cargo.

-Está muy bien. Mia y Dina la entrenan muy bien. A este paso iniciará su primer show el próximo lunes.

-Hice un buen trabajo ¿Verdad?

-Lo hiciste.-Asentí.

Sonrió complacida.

Era cierto. Nadie se había sorprendido por el buen trabajo que había hecho Lynn con Bianca. Nunca nos sorprendía que hiciera algo increíble, porque a pesar de su locura siempre había sido muy dedicada. Incluso desde que solo trabajaba como salvavidas en el parque acuático.

Lo había notado desde que había iniciado a darle algunas clases. Siempre sacando notas increíbles, prestando atención y quedándose despierta hasta horas altas de la noche por estudiar para un examen. Si hacía algo le gustaba hacerlo bien, y tal vez en estos casos, como el hecho de que quería conseguirme una pareja nueva, se podría considerar un defecto. Porque de verdad se estaba esmerando.

-¿Por qué no descansas? Mañana debes madrugar.-Sugirió sin dejar de acariciar mi cabello. Asentí, porque si seguía así no sería difícil hacerle caso.

La acerqué más a mí y enredé mis piernas con las suyas sintiéndome más cómodo. No pasó mucho cuando me quede profundamente dormido.

𝐌𝐚́𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora