𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟓𝟗 (𝙼𝚊𝚛𝚊𝚝𝚘𝚗 𝟸/𝟹)

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A finales del semestre eran los días en los que más loca me volvía

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A finales del semestre eran los días en los que más loca me volvía. Podía sentir el cansancio en mis ojos que se sentían como si tuviesen arena dentro. En un par de horas tendría examen final y yo ni siquiera podía terminar el proyecto que debía entregar para repasar aunque sea un poco.

Até mi cabello en un moño alto harta de que los pequeños cabellos se fueran a mi frente.

-¿Nena?-Escuché a mis espaldas. No pude evitar sobresaltarme.

Ced estaba parado a un par de metros. Venía sin playera y con su cabello despeinado. Talló sus ojos. Miré la hora, eran las dos de la madrugada.

-Perdón por despertarte.-Hablé apenada. Había intentado ser lo más silenciosa posible para que no se escuchara hasta la habitación.

Negó con la cabeza mientras se acercaba. Se sentó en el suelo ya que en lo que sobraba del sofá estaban esparcidos los libros que había utilizado para la investigación que estaba haciendo.

-Está bien.-Me sonrió. Recargó su cabeza en mis piernas y me rodeó con sus brazos.-¿Casi terminas?.-Preguntó con voz ronca, evidentemente acababa de despertar.

Asentí dándole una media sonrisa. Acaricié su cabeza escuchando como suspiraba y sus ojos se cerraban poco a poco de manera lenta.

Me había estado sintiendo como una carga en estos últimos meses. Me habían echado de la residencia debido a que no me alcanzaba con mi salario para pagar la renta. Mucho menos para la gasolina del carro. A parte de que debía ahorrar para los libros que iban a pedirme el próximo semestre. Eran demasiados gastos que a duras penas lograba cubrir.

En algún momento, tras llorar de la desesperación, por mi cabeza había pasado salirme de la universidad. Simplemente sentía que no podría con tanto estrés. Había sido Cedrik el que me convenció de no hacerlo, me había pedido que me mudara con él al menos hasta que yo encontrara en donde vivir, o al menos hasta que mi situación económica mejorara un poco.

Lo había aceptado con demasiada vergüenza, porque si bien sabía que no era la obligación de Cedrik el tener que darme un techo, no quería dejar la escuela. Con el simple hecho de pensarlo me llegaba una terrible ansiedad.

A pesar de ello, me sentía mal por el hecho de que me quedaba despierta hasta altas horas de la madrugada y sin quererlo terminaba despertándolo. Me sentía culpable porque si bien en la residencia en la que vivía me quedaba despierta hasta tarde escuchando las quejas de Dafne, mi compañera de cuarto, tenía un recibo en donde pagaba por mi estadía. Aquí no. Aquí yo me encontraba de arrimada y lo peor de todo era que ni siquiera podía dejar que Ced tuviera sus horas de sueño correspondientes.

Sentí como depositaba un beso en mi pierna sacándome de mi ensimismamiento.

-¿Quieres que te ayude?-Preguntó.

-¿Por qué mejor no vas a dormir? Tienes que descansar. Prometo no hacer tanto ruido.

Negó.

-Mi amor, van tres días seguidos que no duermes ni siquiera un minuto antes de ir a la universidad. Tú también necesitas descansar.

𝐌𝐚́𝐬 𝐥𝐨𝐜𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐚 (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora