10 | ¿Obedecer?

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Las doncellas en peligro siempre buscan ser rescatadas.

En algún momento de su vida Sakura pensó que pasaría los años creciendo y creyendo eso.

Esa es la clase de comportamiento que representa a una Princesa. Es la clase de situación que hace de una mujer la perfecta imagen de la fragilidad encarnada. Es la clase de reacción que uno espera que suceda.

A los seis años todo eso le sentaba de maravilla.

A los diez, quizá ya no tanto.

Ahora, a los dieciséis, rechaza cada una de las cátedras que las institutrices del castillo le han dicho.

Es una Princesa pero también es una virgen guerrera que lleva la sangre de sus antepasados. Y, por supuesto, la terquedad de su madre.

—"Princesa, ¿lo conoce?" —pregunta Kiba telepáticamente a lo que Sakura solo asiente levemente, cerrando más sus manos alrededor del cuerpo de la bestia—. "Entonces deberíamos..."

—No sé de que hablas —interrumpe Sakura, pasando de su comentario y mirando al muchacho sobre los árboles, recordando el detalle de que si bien ella sí sabe quien es él, Gaara y ella solo cruzaron miradas cuando ésta se encontraba bajo la imagen masculina de Satoshi—. Nunca te he visto.

El muchacho no se impacienta ni se inmuta lo que la pone más nerviosa. Desde el punto de vista analítico Gaara no tiene ninguna oportunidad en caso de que Kiba responda al ataque. 

—Por favor, Princesa. No haga esto más complicado. Es posible que haya logrado engañar a otros vistiéndose como hombre pero a mí no —la pelirrosa se tensa. Maldición, entonces desde un principio sabía que era ella—. He venido por usted.

Kiba gruñe en respuesta a la reacción evasiva de Sakura al sujetarse con más fuerza de él. Es claro que ese chico y la Princesa se han visto pero es igual de claro como que ella no quiere obedecer por alguna razón. Sea cual sea sus órdenes han sido protegerla.

—No es muy cortés la forma en la que quieres conciliar —refuta ella, molesta—. Además, yo no pedí que vinieran por mí. Fui muy clara en la carta que le envié a mi padre y...

—Su carta no fue muy convincente para su prometido, Princesa.

Sakura calla en seco.

¿Prometido?

¿Sai? 

¿Sai ha ordenado a ese chico traerla de regreso?

¿Por qué? ¿Por qué ha hecho eso? ¿No ha sido lo suficientemente clara respecto a sus sentimientos? ¿O es que no es lo suficientemente obvio el motivo por el cual no quiere regresar? La imagen de Sasuke se instala en su mente pero Sakura sabe que no solo se debe a él. También es por ella. Ver el mundo del modo en que solo ella lo hace es algo que no va a lograr estando en Konoha, al menos no por ahora.

Es como si la tierra que la ha visto nacer le quedara pequeña a comparación de todo el mundo que se le presenta y le seduce a descubrir.

Tantos años huyendo de casa, de las lecciones al atardecer, de las fiestas llenas de aristócratas...¿Por qué, ahora que puede sentir un poco de libertad, quieren hacer que vuelva?

Hacerlo, además, implicaría no volver a ver Sasuke quien sabe hasta cuando. O quizá, nunca.

No.

Hay tanto aún que quiere hacer. Tanto qué preguntarle. Tanto qué decirle.

Volver no es una opción.

—No lo repetiré —advierte Gaara desde la cima del árbol donde se encuentra, preparando la siguiente flecha. Sakura se tensa pero no retrocede y Kiba mucho menos—. Baje de la bestia y déjeme cumplir como mi deber —una vez cantada su amenaza, apunta al lobo, obligando a Sakura a hacer lo que le pide pero solo para colocarse en frente de Kiba con ambos brazos extendidos en señal de protección.

Sin apariencias 【SasuSaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora