00 | Prólogo

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Permíteme comenzar presentándote a parte de la realeza.

Al corazón y alma de un reino entero.

De una familia de origen puro, para nada numerosa, está ella, la pequeña hija menor de los Namikaze. Atenta, curiosa y tan luminosa como los tulipanes que crecen en el jardín del enorme castillo adornado en cada esquina de la insignia representativa de su familia. Aunque ninguno de los llamativos colores que conforman los estandartes del ejército se comparan con su rosado cabello.

Y sus ojos, tan verdes y brillantes como todo lo vivo dentro de un murmullo de los árboles.

Es, a vivas voces, la vida y la alegría del reino cada día.

—¿Señorita? ¡Señorita Sakura! ¿A dónde va?

Gritan las mucamas persiguiéndola por todo el lugar.

Sakura corre.

Vive. 

Respira sin parar.

Si en sus diminutas manos estuviese el poder de cambiar el enorme comedor del castillo y convertirlo en una divertida sala de juego, lo haría. Y cuan feliz sería. Se desharía también de esa pequeña mesa que tanto odia en su habitación y la cambiaría por un caballete y lienzo para poder pasar sus tardes dibujando cielos. Cambiaría además el horrible tapiz de las paredes de la enorme biblioteca por un sin fin de telas de coloridas.

Hija de reyes.

Futura soberana de la tierra a la que tanto ama porque de su corazón solo brota amor.

Enloquecida y llena de luz.

Pero a la vez tan pura e inocente como la nieve.

—¡Espere señorita, no salga sin su abrigo!

Por eso este día es especial.

Acostumbrada al verano y a la primavera, su estación predilecta parece que ha decidido adelantarse y tomarla por sorpresa. Y su padre no está ahí para detenerla.

Es normal, para la gente del reino, conocer y vivir la nieve cuando la estación se los provee pero para Sakura, quien siempre es custodiada día y noche como medida de protección al ser hija del Rey, es más complicado de lo que parece. La nieve siempre ha estado a su alcance; al menos así era durante los primeros años de su vida. Con el tiempo el mundo comenzó a secarse y las temporadas frías adornadas de ese blanco puro comenzaron a faltar.

Hoy, luego de mucho tiempo, vuelve a nevar.

Y a Sakura no puede importarle menos las clases de etiqueta que se va a saltar debido a ello.

La magia cubre su ropa en forma de copos de nieve.

—¿Señorita?—tan intrépida como una gacela, propia de su tierna y curiosa edad, se escabulle con facilidad del cuidado de sus mucamas, abandonando tierra de reyes para sumergirse entre la maleza del bosque en busca de páramos tan verdes como lo son sus advertidos ojos.

Poco a poco las voces y los sonidos propios del reino comienzan a desaparecer. Su nombre deja de ser pronunciado contrario de la libertad que comienza a anunciarse. Desde que ha despertado esa mañana lo sabe. Ese sentimiento de que algo grande le espera no la ha abandonado en ningún momento. Con escasos diez años el mundo es tan infinito y ella tan pequeña.

Tantos lugares en los cuales divertirse, para Sakura, quien desconoce el peligro, todo es tal cual tantas veces lo ha soñado.

No hay cadenas que la retengan ni voces ni reclamos que la merezcan.

Sus compañeros, esa tarde, son ese feliz par de conejos y los ciervos que levantan vuelvo ante sus frenéticos pies por conocer lo que el hombre no ha explorado. Acunar al recién llegado de una familia de hurones también forma parte, ahora, de sus recuerdos más felices, grabados en sus esmeraldinas retinas.

La tarde pasa lenta pero es notorio el tiempo que ha transcurrido cuando las tonalidades azafranadas van perdiéndose dando paso al tenue azul de la noche.

Es momento de regresar. Es momento de hacerlo, coger su lienzo, y plasmar todo lo que ha visto en dulces y delicados trazos.

Emprendiendo camino a casa no es consciente del peligro que la acecha.

Porque la naturaleza es virgen pero también incierta.

Los peligros que desconoce, los cuentos y leyendas que en alguna ocasión su padre ha omitido contarle demás sobre la magia que gira alrededor del mundo, finalmente, hoy toman forma comprometiéndola a experimentar sus primeros miedos acompañados de una gigantesca y extraña Luna que parece seguirle los pasos.

Esa noche el corazón del reino entero correrían peligro.

E irónicamente, también el mío.

Yo debería estar actualizando Lotus, pero descuiden, sí la actualizaré hoy jajaja De momento les dejo este pequeño prólogo para que digieran

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Yo debería estar actualizando Lotus, pero descuiden, sí la actualizaré hoy jajaja De momento les dejo este pequeño prólogo para que digieran. Subiré el capítulo 1 de esta historia, ya en forma, después de la actualización de Lotus, que se viene...ufff, para los que ansiaban ya un momento SS aunque temo que me maten por lo mismo.

No olviden dejar sus comentarios a cerca de los que les parece esta nueva historia.

¡Romi-out!







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