23 | Una abertura para amar

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El día se siente particularmente diferente.

Y con diferente se refiere a recuerdos involuntarios que tiene y que no debería tener.

Konan siempre dice que la mente es el arma más poderosa luego de las palabras.

Si lo dice o no porque está acostumbrada a trabajar su habilidad con ella, no lo sabe. Al día de hoy varias cosas se han acumulado en el baúl de las preguntas inconclusas que Sasuke nunca se ha permitido liberar. Y algunas de ellas, las más viejas y ancestrales, datan de mucho tiempo. Preguntas que conserva, aún, desde las tardes que ocupaban su vida entera y su felicidad cada que estaba en compañía de alguien cuando era más joven.

Si no era su padre, era su madre, y si alguno de los dos no podía, era su hermano quien estaba a su lado.

Pero nunca estaba solo.

Por eso, la primera vez que tuvo noción de ésta, de la soledad, se sintió devastado. Nada ni nadie lo había preparado para afrontar cosas tan difíciles de ese modo siendo tan pequeño aún.

—Todo mejoró cuando encontré a Pain —cuando suelta esas palabras Sakura quisiera que intercambiaran lugares. Que él pudiera verse a través de sus ojos y se diera cuenta de la expresión que hay en su rostro y la añoranza que también hay en sus ojos. Aunque la parte egoísta, la que es un poco más caprichosa de lo usual, lo prefiere así.

Tener esa vista solo para ella.

Desde siempre le ha gustado verlo.

Desde siempre le ha gustado conservar un poco de silencio cada que él habla pues son demasiado extrañas las ocasiones en las que Sasuke tiene la iniciativa de hablar o de iniciar una conversación.

Normalmente esto ocurre cuando pasa algún hecho que lo obliga a sensibilizarse un poco más o porque sucede algo que no puede manejar.

Él no se recuerda particularmente participativo en las cenas o reuniones de la manada, en la que se discuten tanto temas de suma importancia como a veces simples chistes o anécdotas. Siempre ha sido más solitario que el resto y quizá por eso los miembros más jóvenes piensan que es un estirado de lo peor.

—Lo eres. Digo, tu personalidad es horrible —y aunque Sasuke tiene un por qué, es la risa y la sonrisa de Sakura la que desvanece esa pasada necesidad de siempre contestarle mal. Quien sabe, igual se deba a que han pasado cosas demasiado comprometedoras entre los dos, además de recientes, que ahora parece haber disminuido sus ganas de siempre pisotearla, por decirlo de alguna manera.

La imagen de Minato siempre asaltaba su mente cada que la tenía en frente pero...justo ahora ni siquiera ha pensado en él. En él ni en Madara, ni en nadie.

Solo está Sakura.

Y detrás de ella están el recuerdo de lo mucho que ha sucedido en tan pocas horas.

No puede evitar sentirse un poco descolocado cada que recuerda el beso que se han dado. Eso junto a...lo otro. No se siente victorioso ante nada. Ni siquiera se siente como pensó que se sentiría jugar con ella un poco hasta el punto en el que tendrían que sobrepasar la brecha de la cordialidad. Él se atrevió a más con ella...y lo odió. Porque no se sintió correcto. Porque en realidad no se sintió bien tratarla así.

Suelta un suspiro cansado. Dios, no lo puede creer. Enserio se encuentra arrepentido por ello.

Su madre estaría decepcionada de haber tratado a una mujer así.

Su madre...

Ahí están de nuevo los recuerdos involuntarios. Esos que llegan sin aviso y no van a su ritmo.

Sin apariencias 【SasuSaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora