12 | El bosque de Piedra [parte 1]

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En el pasado Naruto solía consentirla demasiado pero, vamos, eran solo unos niños. Solapar una o dos travesuras al día era, en cierta forma, un privilegio que él, como hermano mayor, adoraba consentir.

Pero entre consentir travesuras a consentir esto hay una línea muy marcada entre lo que es comprensible y lo que no lo es.

Y lo que Sakura pedía ahora era ridículamente absurdo.

¿Era su culpa? ¿Había sido demasiado condescendiente con ella?

No.

Aún si no hubiese tenido el apoyo incondicional de su padre o de él, Sakura iba a ser de ese modo. Nunca se conformaba con nada. Nunca estaba quieta. Parecía como si los límites del Reino y el Reino en sí le quedara pequeño a su intrépida alma. Como si siempre aspirara a más aún conociendo los peligros a los que podría exponerse.

Su espíritu era demasiado grande y Konoha demasiado pequeño.

Pero lo que estaba haciendo ahora rozaba en lo inadmisible.

Aunque también está la otra versión de los hechos. Una versión que ciegamente quiere creer. Una en la que quiere aferrarse a pesar de que el panorama y su instinto le dice que no.

Sakura está siendo manipulada.

Está siendo obligada por terceros. Y es posible que también haya sido forzada a escribir tales cosas.

El nombre de Sasuke ya no es una historia fantástica, que en el pasado Naruto creía que Sakura se había inventado. Era real. Y era tal la realidad que lo abrumaba que se aferraría a la idea de que ese hombre es quien la manipulaba. Sakura...no diría tales cosas. No su preciada hermana.

Naruto ha dedicado toda su vida por ella.

Por eso no puede entender la actitud de Minato. ¿De dónde proviene esa calma como si no estuviese pasando nada? ¿Qué más cosas ocultaba?

—Príncipe —el llamado de Kakashi lo hace desviar la mirada de la ventana—. El Rey quiere verlo —Naruto no responde, solo camina pasando a su lado.

Por supuesto, solo era cuestión de tiempo para que su padre se diese por enterado de lo que él y Sai estuvieron haciendo a sus espaldas. Para esta hora estaba casi seguro que le esperaba una reprimenda dura por faltar a su palabra y por desobedecer.

—Mi Rey —Kakashi es el primero en entrar al gran salón, desplegando las puertas con sus manos. Segundos después el joven heredero entra firme para alguien que sabe lo que le espera y ha roto las reglas. Pero es que eso debería ser la menor de las preocupaciones de Minato. Aún así, ver a Naruto sin titubear y con ceño fruncido no disminuye la tensión que se genera tan pronto ambos zafiros se miran.

—Déjanos solos, Kakashi —el caballero asiente, volviendo a cerrar las puertas tras salir dejando que el silencio reine por un par de segundos en los que Naruto no disminuye la severidad con la que mira a su padre—. No me retes, Naruto.

El Príncipe sabe que el peso de la reprimenda debe ser algo real pues si bien su padre es la máxima figura de autoridad, cuando está con ellos, sus hijos, su nobleza y amabilidad reinan casi siempre. Tan diferente a la forma tan estricta con la que ahora lo mira y le habla.

—Ya lo hice, Padre —pero Naruto es su hijo. Sangre de su sangre. Carne de su carne. Es ineludible negar que el parecido no existe. Ambos actúan según sus emociones y sus impulsos aunque Minato tenga un mayor control de ellas debido a la experiencia de la edad.

—Has tomado decisiones que no te corresponden —lo oye, severo. No le molesta sentir que el peso de la culpa recae solo en él. A pesar de que ha sido Sai quien ha movido las piezas por él mucho antes de que se lo pidiera, Naruto es leal y no planea decir más de lo que debe aunque para estas alturas Minato debe ser consciente de que el hijo varón de los Hyuga también debe estar involucrado.

Sin apariencias 【SasuSaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora