22 | No apagues la vela

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—Los Hyuga se quedarán un par de días más antes de regresar a su Reino.

Las palabras de Kakashi suenan lejanas a pesar de estar en la misma habitación. 

Mientras su padre es quien recibe y aprueba la petición Naruto está al pie de uno de los enormes ventanales llevándose una confirmación de los hechos. Allá abajo están los Hyuga, y aunque de inmediato dirige sus ojos a Hinata, con ese semblante un poco más apagado que de costumbre, al final termina clavando sus ojos en Sai. 

Se le ve entero por fuera pero por dentro es un páramo desolado. Basta ver su semblante; y no es como si Sai fuese la persona más alegre del mundo pero se sabe reconocer cuando le sucede algo.

Su actitud con Hinata nunca fue demasiado fría o estricta. Sai es el tipo de hermano que a pesar de saber que le hace un mal a su hermano menor, termina cediendo con una sonrisa y diciendo alguna broma para amainar el ambiente. Con Hinata siempre fue así porque la amaba -y la ama- como a nadie.

Por ello ahora está dejando demasiado en evidencia que su cercanía, que anteriormente solo le traía luz y armonía, ahora le pesa.

Ni siquiera le dedica una mirada entera pues apenas asiente a lo que sea que ella le dice pero siempre evita mirarla del todo.

Y Hinata, siendo la hermana comprensiva que es, enterada además de que han regresado, tanto él como el Príncipe Naruto, apenas hace un día, no le dice nada. Naruto no quiere pensar que está acostumbrada a mantener su distancia cada que su hermano se muestra molesto por algo pero le hubiese gustado que insistiera un poco más en lo que sea que se tratara su conversación mientras los mira desde su posición.

Viéndolos de ese modo no puede evitar sentir un poco de culpa.

Porque puede imaginarse el motivo por el que Sai está así. 

En aquél entonces, cuando Naruto fuera el último en arribar en medio de esa discusión entre él y Sasuke, no dijo nada pues sus ojos estaban más puestos en abrazar a Sakura y en sentir su calor que en cualquier otra cosa. Pero quedó realmente sorprendido, cuando se dio el tiempo de mirar a su alrededor con más precisión, en cuanto vio a ese muchacho.

Idéntico a Hinata.

Entonces, juzgarlo por eso no es adecuado. Él debe estar pasando por su propio momento difícil. Y aunque se ve que no planea decirle nada a Hinata, la semilla ha sido sembrada en él.

—¿No vas a hablar con él? —la voz de su padre lo trae de regreso dándose cuenta que Kakashi ya se ha ido hace rato.

—¿Para qué? No creo si quiera que quiera dirigirme la palabra —desesperanzado se aparta del ventanal, caminando hasta uno de los sillones para sentarse. No está cansado ni mucho menos, de hecho las pocas heridas que tiene son meramente superficiales. Lo que pesa en su corazón, sin embargo, es otro tipo de herida—. Sé que no tiene que ver una cosa con la otra, padre, pero...—siendo cauteloso le dirige una mirada que Minato interpreta muy bien. Incluso hace que su pecho se agite por la forma en la que Naruto lo mira, tal como lo hacía cuando era solo un niño buscando la ayuda de papá por algo que lo aquejaba—. Cuando peleabas con...él, ¿cómo lo solucionaban?

Con Fugaku, se refiere.

Para este punto, en el que ha hablado más de Fugaku con Naruto que con nadie más, debería ser sencillo responder. O al menos tendría que serlo si aún conservara viva la esperanza de que algún día lo volviese a ver.

Pero Naruto le ha sepultado sus esperanzas muy por debajo de la tierra. Y no es su culpa, desde luego. Ni de él, ni de Fugaku, ni de ese hijo que se llama Sasuke. Si alguien es culpable de todo eso es él mismo, Minato. Hablar de Fugaku, ya con la certeza de saber que está muerto, ahora es difícil. No tendría que serlo pero siente que cada palabra sobre él ahora quema su garganta.

Sin apariencias 【SasuSaku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora