21. Misterio

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° ° °

Estaba frente a un pasillo largo, estrecho y oscuro. Al final de este, se lograba divisar una puerta. La luz que radicaba en el pasillo abarcaba de unas lámparas que se distanciaban por 20 metros cada una. El lugar tenía un entorno frívolo, sus paredes eran grises, me recordó a un calabozo.

Yo pretendí que estaba solo, porque no se veía ni se escuchaba una sola persona. Tomando en cuenta que revisé adelante y atrás de mí.

Por consiguiente, caminé hacia la puerta. Ya que solo faltaban cinco lámparas, quería decir que estaba a mitad del pasillo. Yo estaba luchando contra los nervios, la tensión y el terror. Porque no sabía que me pasaría.

Hasta qué comencé a escuchar niños, detrás de mí, riéndose de forma horrorosa. Se me erizó la piel y me temblaban las manos. De inmediato me giré y únicamente había sombras.

Las sombras se desplazaban hacia adelante y explotaban las lámparas cercanas a ellas. Yo no pude quitarles la mirada mientras caminaba. Intenté correr pero mis pies no me respondían.

En un santiamén se disiparon las sombras. Me asusté y mire hacia el frente.

Sin embargo, tuve un sobresalto.

Estaba rodeado de niños, con los ojos en blanco y llorando lágrimas de sangre, mientras gritaban mil palabras en un instante. Son palabras que lo hacen dudar a uno por su inocencia, de esas que un niño realmente desconoce.

El miedo se había apoderado de mí.

Entonces fue cuando reaccioné y empujé a los niños que estorbaban mi paso. Ellos se voltearon hacia mí y sonrieron escalofriante.

De mi parte, corrí sin dudarlo y al pasar la tercera lámpara me tranquilice, aunque hubo un completo silencio y la sangre se me congeló, estaba aterrado, no sabía en qué pesadilla estaba.

No obstante, el verdadero terror inició cuando estaba a diez metros de la penúltima lámpara.

Escuché un montón de pasos pesados que corrían detrás de mí.

Al observar atrás mis ojos se abrieron como plato. Venían los malditos niños corriendo por los costados del pasillo, tomados de la mano de una monja. La monja no estaba tocando el suelo, su atuendo era blanco con negro y traía un velo, el cual le tapaba el rostro.

Ahí fue cuando rebase mis límites de velocidad y corrí como nunca antes. En cuestión de segundos me llevé un gran golpe que me hizo caer al suelo. Había chocado con la puerta.

Me levanté de un salto e intenté abrirla, pero solamente conseguí desesperarme porque no se abría. Estaba en la peor situación de una película de terror.

Intenté forzarla pero nada, mi única opción era patear. Aunque no sabía que pasaría si no funcionaba.

Lo hice y resultó.

Entré y la cerré lo más rápido posible. Pero no únicamente eso se cerró, sino también mis ojos...

° ° °

Abrí mis ojos y estaba en el centro de una habitación. Honestamente nunca la había visto. La puerta estaba cerrada.

Eso me hizo creer que los movimientos que realicé en la estantigua, también los había hecho en la realidad.

El cuarto era blanco Ampo, su piso era de Porcelanatos.

Sé que ese tipo de material sirve para el suelo porque proporciona pesadez, durabilidad y también es impermeable. ¿Cómo lo sé? Pues porque esa es la cerámica que elegí para mi patio, ya que puedo lavarlo con sencillez.

Retomaré la historia.

A un costado había un telescopio que apuntaba a la ventana de la habitación.

Me asomé en él y logré apreciar una señal de ruta, que indicaba:

"Avenida 21, calle 15".

No conocía esa ruta y tenía la impresión de que ese letrero era nuevo, y así explicaría porque no lo había mirado antes. Me planteé la idea de que era una pista. Así que iba a ir hacia esa dirección.

Cuando estaba a punto de salir de ahí, escuché que se abrió la puerta principal de golpe...

Encerrados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora