13. Misterio

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En el trascurso del camino, me sorprendí. Estaba mi hermana Karen, justamente estaba caminando hacia la panadería, decidí estacionar mi camioneta a su par y bajé.

«“—¡Hola hermana! —la saludé emocionado, porque no la había visto en años— ¿Cómo ha estado?

—Hola —contestó seca.

—¿Le pasa algo?

—Claro que no y déjame en paz.

—Hermana tranquila, sé que usted ha cambiado, incluso lo noté en su vestimenta. Recuerdo, que odiaba las blusas con mangas largas y ahora usa una. Sé que no es el punto pero es raro que la esté usando con este calor.

—Hermano, a usted no le debe de interesar mi forma de vestir, este es mi estilo haga calor o frío, es mi ¡Problema! —respondió furiosa.

—Tiene razón, discúlpame. Solamente fue un comentario impulsivo, pero ya basta, su forma de vestir la respetaré. ¿Y qué ha sido de su vida? ¿Todavía está con Edilson? Porque si es así quiero apoyarla y con mucha más razón si él sigue abusando físicamente de usted.

—¡No hermano! —puso los ojos en blanco—. Déjame tranquila, tengo muchos problemas para que venga a hacerse el héroe.”».

Ella me dio la espalda y entró a la panadería. La panadería estaba repleta de personas. Yo no sabía si esperar a mi hermana para ayudarla o al menos irla a dejar a su casa, pero minutos después ella salió con las manos vacías y llorando.

«“—¡Debería buscar un trabajo zorra descarada! —gritó enfurecido el señor Paúl, quien es el dueño de la panadería.

—Karen ¿Qué sucedió? —estaba desorientado.

—¡Nada, maldita sea! —gritó llorando.

—Hermana, cálmase. Ven, siéntese, espérame aquí y prestame la lista —ella se montó en la camioneta y me dio la lista—. Puede tomar un dulce de la guantera o puede poner música, el punto es que debe tranquilizarse. Ya regreso.”».

Me bajé y entré a la panadería.

«“—Hola, muchacho David ¿Qué desea? —dijo Paúl con la papada sudada por el calor.

—Hola señor. Antes de pedirle quería saber ¿Por qué le gritó a esa mujer?

—Ah, joven, usted sabe que las mujeres son unas estúpidas y difíciles de entender, y esa perra no se queda atrás —deseaba golpearle la cara, por lo machista que era—. La estúpida esa me debe 40.000 colones y siempre viene con el descaro de pedir fiado y la situación no está muy buena que digamos. En mi opinión debería poner el trasero, ya que es mujer y solo para eso sirven ellas, para que uno las esté haciendo como quiere, de igual manera "Por la plata baila el mono", siempre lo decía mi abuelo —ese señor era repugnante, anhelaba hacerlo tragarse cada una de esas palabras.

—Entiendo, entiendo. Pero bueno, a lo que vine ¿Me puede vender todo esto? —le entregué la lista, con una risa burlona.

—Será un gusto joven —me sonrió—. Voy a ver si tengo todo —miró la lista y al reconocer la letra se le desvaneció la sonrisa, me miró asustado—. No entiendo ¿De dónde saco está lista?

—Escuche señor, a pesar que no se merece el respeto con el que le voy a hablar, quiero que entienda una cosa. ¡De una mujer nunca se debe hablar así, por nada del mundo! Y si me entero que le dirije la palabra a una chica o cualquier persona de la misma manera que ha humillado a mi ¡Hermana! Le voy a romper la cara. O sea ¿¡Qué se cree machista desgraciado!?.

—Lo siento David —le tembló la voz—. Cuando tengo cólera no pienso.

—Pues claro, en vez de estar mandando a las mujeres a hacer cosas como: "A poner el trasero", debería analizarse e ir a ver un terapéutico o a un psiquiatra. Ahora póngase a buscar los alimentos de esta lista para pagarlos.”».

Él se fue a buscar los alimentos, mientras su estómago gigante se movía de un lado a otro.

Todas las personas me miraban.

«“—Eh... Joven aquí tiene —tomé todo, pagué lo que compré y lo que debía mi hermana, y me salí de ahí—. Buen día.

Abrí la puerta de la camioneta, me incliné hacia atrás para colocar los alimentos y comencé a conducir.

—¿A dónde vamos hermano?

—A nuestra casa hermana.

—¿Nuestra casa?

—Claro. Lo que es mío es suyo.

—No diga eso, yo no quiero ser un estorbo en su vida, a parte lo traté muy mal.

—¿Un estorbo? ¿Pero quién es usted qué no la reconozco? ¡Ja, ja...! Usted nunca será un estorbo, ni aunque me trate mal.”».

Sonreí y estuvimos en silencio todo el camino...

Encerrados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora