5. Misterio

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Encontramos una mesa exacta. Enseguida llegaron nuestros amigos.

«“—Chicos, ¿qué les parece si vamos a un parque de diversiones llamado: 'Disfrutalandia Extrema'? —dijo Marco entusiasmado—. Ah y David tenga, les traje estos frescos de melón, es que ví que no compraron —le agradecí con una sonrisa.

—Oh, se escucha genial —respondió Javier asombrado. Al instante su rostro se tornó dudoso—. Pero... Hum... ¿Cuándo vamos?

—Ay, por eso no hay problema. Solo nos queda está semana y la mitad de la otra para salir del colegio. Recuerden que la graduación es el Sábado de la otra semana. Yo opino que sería increíble disfrutar todos juntos. Podemos alquilar un hotel, pagarlo entre todos, y así estar cerca del parque. ¿Qué opinan?
—contestó Marco seguro. Y al instante llegó Laura sudando.

—¡Vaya! Hasta que por fin dicen algo interesante ¿y qué creen? —dijo Teresa, yo la miré incrédulo—. Me gusta la idea —por primera vez no había ironía esas respuestas, yo puse los ojos en blanco–. Aunque dime ¿Cuántos días pretendemos quedarnos para qué mencione un hotel?

—Puede ser una semana. Yo conozco un hotel cerca de ese parque. Ahí podemos hospedarnos. Eso sí, antes del viaje podemos estar una semana entera con nuestros familiares o haciendo otras cosas, y el resto del tiempo allá —aclaró Rosario.

—¡Grandioso! —dijo Marco mientras aplaudía—. Pero falta un detalle ¿Vamos a ir todos? ¿O ustedes qué tienen planeado? ¿Van o se quedan? —preguntó . Mientras nos veía a Sharon y a mí.”».

Yo los miré con desprecio, seguía molesto. Además no me interesaba en lo mínimo ese lugar. Mucho menos estar tanto tiempo, eso era estúpido. Simplemente era un patético parque de atracciones y no quería darme vacaciones aún, a menos que Sharon quisiera, porque nuestro plan era ir a la universidad y trabajar.

«“—¿Y entonces?—presionó Teresa—.  Ay que patéticos ¡Hablen! —manifestó hostil.

—Hum... Honestamente a nosotros... —Sharon me interrumpió.

—¡Nos encantaría ir con ustedes! —resaltó Sharon. Yo la miré confuso.

—¡Perfecto chicos! Todos vamos a ir ¿Verdad Laura? —la señalaron con sus miradas.

—Por supuesto que iré, ustedes saben que yo participo en todo —contestó feliz—. ¿Y por qué vamos a quedarnos tanto tiempo?

—¡Dah! —se golpeó la cabeza Rosario—. Es un lugar grande —puso los ojos en blanco.

—Oye, pero tranquila Rosario, tampoco es para que trates así a mi machita —le comentó Javier.”».

Ellos comenzaron a burlarse de él y yo a susurrar con Sharon

«“—¿Por qué confirmó que iríamos, mi vida? —le pregunté a Sharon.

—Es que, amor, yo quiero ir —respondió dulcemente, ilusionada y ansiosa. Me acarició la mejilla lentamente. Entre tanto me miraba con sus tiernos ojitos grises.

—Mi amor, eres la chica más maravillosa del mundo. Y por eso sí iremos mi princesa bella, pero solo por ti —sus manos eran muy suaves. Y a pesar que sabía que me estaba manipulando, no me negué.

—Gracias mi vida —me dejó de acariciar y volví a la realidad.

—Mi ángel, aún así quiero destacar que ese lugar no me llama mucho la atención, y su nombre no me da confianza —ella se puso triste—. Mi amor, no te pongas así, ya te dije que iremos. Pero no pienso ponerte en peligro.

—Amor, yo sé que suena peligroso, pero no deberías preocuparte. Recuerda que un libro no se juzga por su portada. Y es la primera vez, en años que quiero hacer algo nuevo. Te prometo que no me voy a despegar de ti en ningún momento, guapo —solo la quería proteger—. Además confío en ti y sé que nadie me dañará.

—Mi amor, entonces me alegro de que confíes en mí.”».

Enseguida, entrelazamos nuestras manos y nos besamos. Estábamos muy felices besándonos, hasta que Sharon frenó el beso y abrió los ojos como platos.

«“—¿Pasa algo mi amor? —pregunté preocupado.

—Tranquilo mi rey, no es nada grave
—ella miró a nuestros amigos—. ¡Oigan, bola de ineptos! ¿Por qué Rosario sabe dónde queda el lugar? Se supone que Marco es el único que sabe del lugar
—miramos a Rosario confundidos.

—¡Ja, ja...! No sé, simplemente... Pues... Es qué... —Rosario se sonrojó y le lanzó una mirada de auxilio a Marco.

—Rosario ¿Por qué está sonrojada? ¿A caso le gusta Marco? —replicó Laura.

—Sí, habla ya, Rosario —comentó Javier.

—¡Pero responde! Esta tontería me provoca obstinación —dijo Teresa. La miramos con desprecio—. ¿¡Qué!? ¿¡Necesitan algo!?

—¡Ya basta! ¡Sí! Lo acepto, me gusta Marco. ¿Quieren saber por qué? ¡Por-que-so-mos-no-vios! —nos dejó en claro, Rosario.

—¡¿Qué?! —gritaron todos mis amigos en un unísono.

—¡Felicidades! —cité alegremente.”».

Todos me voltearon a ver con el ceño fruncido, incluso Marco y Rosario.

«“—¿Qué pasó? ¿Acaso dije algo malo? —pregunté sin comprender sus miradas.

Sharon me besó la mejilla.

—Ya tranquilo, mi cielo —me susurró en el oído y me acarició la cabeza entre risas.”».

Encerrados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora