7. Misterio

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«"—Hola, ¿quiere qué la lleve a su casa? —pregunté cortés.

—Sí, eso sería genial."».

Le abrí la puerta del acompañante. Ella entró y se sentó, casi de inmediato. Arranqué y ella entabló una conversación.

«"—¿Cuánto tiempo lleva de relación con Sharon? -no dejó de mirar al frente.

—Llevamos tres años casi cuatro —contesté—. Me avisas cuando vayamos llegando, porque no sé donde vives.

—Claro, solo debes seguir en línea recta. —suspiro—. ¡Y vaya! Eso es bastante tiempo —de reojo logré mirar como ella observaba los árboles—. ¿Y usted vive solo?

—Sí llevamos bastante. Y por el momento sí. Aunque una de nuestras metas para este año, es que cuando Sharon cumpla los dieciocho años, nos casemos y vivamos juntos. ¿Y usted también vive sola?

—Que interesante. Y sí, ya casi cumplo cinco años de vivir sola —ella tenía 19 años.

—Tiene bastante. ¿Y por qué vive sola? ¿Qué pasó con sus padres?

—Hace un tiempo murieron. Fue por causas naturales. Sin embargo, estoy feliz -la miré confundido-. Ay, no se lo tome mal, lo dije porque ellos están en un lugar mejor. Aunque yo siempre he creído que ellos sabían que sus días finales estaban contados, porque me dejaron una herencia con la que he sobrevivido y aún me sobra para unos cuatro años más. Incluso me heredaron una de sus casas. Aunque ahorita la estoy alquilando."».

Estábamos cerca de la heladería favorita de Sharon. La famosa "Frozelines". Sus helados son conocidos por sus ofertas.

Por ejemplo, tienen un día en el que usted puede hacer su propio helado, ellos te dan lo que necesitas y al final cobran la mitad de lo que costaría.

Una vez vine con Sharon e hicimos nuestros helados. Echamos muchas golosinas y capas de helados. Fue divertido y económico.

«"—¿Quieres un helado? —le pregunté antes de llegar al puesto de helados.

—Me encantaría."».

Estacioné mi camioneta cerca del puesto.

«"—¿Dé qué sabor Tere? —esperé su respuesta antes de bajarme.

—Me gustaría que fuera de fresa con pasas.

—Okay —me bajé, cerré la puerta y caminé hacia el mostrador. Había un señor sonriendo, nunca me había atendido él.

—Buenas tardes, joven ¿En qué le puedo ayudar? —preguntó el señor, que en su gafete decía: 'Lorenzo'.

—Buenas tardes, señor."».

¿Alguna vez has pensado a qué hora se debe dejar a decir "buenas tardes"? Suponiendo que es algo muy habitual decir "Buenos días, tardes o noche". Pero nunca pensamos a que hora se debe dejar de decir.

«"—Me darías dos helados doble, uno que sea de fresa con pasas y el otro de choco–menta. Por favor —solicité con una sonrisa."».

Retomando el tema. Se supone que "buenos días" Se inicia desde las 12:00 a. m. Ya que inicia el trascurso de la mañana, así como termina la mañana a las 12:00 p.m. (De lo que llamamos 'medio día'). De a partir de esa hora se supone que debe iniciar la tarde por en el punto más alto en el cielo cuando miramos verticalmente hacia arriba, o sea, formando un ángulo de 90º. Por lo tanto, "buenas tarde" se inicia a utilizar. ¿Pero cuándo termina? En mi opinión termina cuando está oscureciendo, aunque sean las 6:00 p.m. y sigue el día claro. Por ejemplo, en ese momento eran 5:45 p.m. y todavía estaba claro. Cuando ya este oscuro se puede decir "buenas noches" hasta que sean las 12:00 a. m. Así repitiéndose diariamente, es una locura pensar en todo eso.

«"—Aquí tienes joven.

—Muchas gracias-le puse el dinero en el mostrador, tomé los dos helados y unas cuantas servilletas."».

Regresé a la camioneta. Teresa desde su asiento me abrió la puerta. Directamente le entregué su helado, me subí evitando botar mi helado y comencé a manejar con cuidado.

«"—¿Y dígame cuál es su pasatiempo? —comenté para evitar un silencio incómodo.

—Escuchar música.

—La música es genial —desde que se montó fue entretenido, porque ella nunca hablaba de su vida personal. Por eso era la única amiga que conocía menos— ¿Y a usted le gusta alguien?

—Sinceramente... —lamió su helado- hay una persona que me parece linda.

—Oh, eso es bueno. Ojalá suceda algo especial —acabé mi helado.

—Gracias. Yo sé que pronto me dará una oportunidad —aseguró ella—. Créeme tengo unos trucos que no se podrá resistir —añadió—. Gira a la izquierda, por favor —terminó de comer su helado."».

No sabía que opinar y lo único que pensaba era que ella estaba muy confiada. Ella miraba por la ventana.

Había muchos árboles, parecía que era un bosque. Sentí la curiosidad de saber donde vivía Javier, porque él a veces se iba con ella al colegio.

«"—Mira, aquel es mi apartamento —señaló hacia el frente.

—¡Vaya! Es muy bonito —estaba asombrado. Me estacioné al lado de la acera que llevaba a la puerta.

—Lo sé, aunque por dentro es más bonito, si quieres puedes entrar y verlo. Aunque espero que no tengas problemas con Sharon ¿Qué dices? —yo dudé, porque quería ir a ver a Sharon—. No lo piense mucho, es solo un momento como amigos, así podemos seguir la conversación. Además se puede ir cuando quiera...

Encerrados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora