33. Misterio

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—Amor ¿tú crees eso?

—Claro, cabe la posibilidad. En todo caso si fuera así, podemos aprovechar para nuestra investigación ¿Qué opinas?

—La verdad no es mala idea, pero ¿cómo saco provecho de eso? —caminé hacia su ventana y quité los trapos.

—Puedes tratar de ponerte cariñoso cuando ella lo haga, como si la trataras de conquistar —la miré confuso.

—Amor ¿Estás segura? Porque eso me hace sentir que te estoy siendo infiel.

—Cariño, no lo veas de esa manera, además no te vas a besar, ni mucho menos van a ser cosas más allá de una amistad.

—Pero si ella lo intenta ¿Qué haré?

—Amor, sé que eres muy astuto y sabio, así que tú tienes la respuesta, y quiero que quede claro que te apoyaré. La decisión que tomes será para un bien, nos daremos cuenta que sucede con ella y mi padre.

—Tienes razón, aunque te faltó mencionar todos los sucesos extraños que me han sucedido —miré a la ventana y Teresa me miró seria. Me alejé de inmediato.

—Tengo una idea. ¿Por qué no te vas con ella al colegio?

—¿Y cómo la voy a convencer de eso? Además ¿Quién te llevará a ti?

—Amor, puedes decirle que discutimos, que necesitas apoyo y así ella tratará de consolarte —Sharon puso los ojos en blanco— ya sabes que no le cuesta mucho. Y de esa forma puedes entablar una conversación con ella. Yo me puedo ir en el bus del colegio. Pasará en media hora. ¿Qué dices?

—Digo que es un buen plan, pero no quiero qué te vayas en ese bus. ¿Te parece si mejor le digo a Mark que te recoja?

—¿Crees qué Bayole se enoje?

—Amor, ella es como tu hermanita y sé que confía en Mark, asimismo, ella sabe que somos novios.

—Tienes razón, si quieres yo les digo a ellos y tú te vas.

—Está bien bella, te espero en el colegio. Te amo.

—Yo también lo hago —me besó.”».

Cuando salí de la casa estaba Teresa viendo la hora.

Me acusó un poco de gracia porque se veía muy intensa.

«“—Tere, necesito desahogarme -fingí estar triste.

—¿¡Qué!? —se giró— ¿te quieres desahogar conmigo?

—Sí, es que no tengo con quien. Y si quieres puedes irte al colegio conmigo.

—Ay David, pobre —me abrazó— te ves muy mal. Vamos para que me expliques.

—Gracias.”».

Subimos a mi camioneta y en el camino conversamos.

«“—¿Qué sucedió con Sharon?

—Es que discutimos -ella me miró.

—¿Y por qué? —sonrió.

—Es qué... Hum... Ella... —traté de pensar rápido pero mi cerebro quedó en blanco.

—Es que ¿Qué?

—Es que yo le dije a ella —frené a mitad del camino y fingí estar sollozando— que se estaba comportando extraño y que porque no me buscó a mí antes que a ti, entonces ella me contestó que era un tema de mujeres.

—¿Ella te dijo que era un tema de mujeres? O sea ¿Dio a entender qué si estuvimos juntas?

—Claro, tú fuiste la que me dijo que estuvieron juntas ¿O me equivoco ?

—La verdad no recuer... ¿Lo hice? Ah sí, claro que lo hice, que tonta soy —suspiró y se golpeó la frente.

—Tranquila —me tapé el rostro—. Tú sabes que la confianza es lo primero en una relación ¿Verdad?

—Obvio, cualquiera lo sabe, —mencionó ella con un tono en el que estaba echando leña al fuego— eso es lo que mantiene la chispa en una relación, y que ella no la tenga contigo es peligroso.

—¡Exacto! Tú me entiendes —comenté supuestamente llorando—. ¡Gracias por escucharme!

—Es un gusto mi amigo —me dio un beso en la mejilla. Yo quedé en shock y solo sonreí para disimular.

—¿Te cuento un secreto? —continúe conduciendo.

—Claro que sí.

—Eres la amiga más bonita que he tenido —recordé el plan y aproveché su cariño.”».

Ella me miró sonrojada...

Encerrados (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora