CAPÍTULO TREINTA Y OCHO.

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Entró en la habitación donde se encontraba Dante. Lo primero que vio fue a James descansando en una de las sillas de la habitación, se veía tranquilo y, a pesar de que tenía los ojos cerrados, sabía que estaba atento.

Algo en su interior no lo dejaba voltear hacia la cama donde se encontraba Dante, se sentía culpable, aunque no había hecho nada para meterlos en esa situación, lo único malo que había hecho era no haberlo protegido como debería, nuevamente, después de muchos años, había fallado al proteger a alguien querido y cercano. No quería ni pensar en que podría pasar si le ocurría lo mismo que a Carlos.

Sus ojos ardían y su pecho dolía, quería llorar, sentía tantas ganas de llorar que le dolía. Apretó los puños a sus costados.

— Si pierdo a Dante voy a perderlo todo —susurró, sintiendo la presión de sus uñas en las palmas de sus manos.

Se sentó a un lado del chico y lo observó, se veía pálido, tan pálido que lo asustó. Tomó su mano y se mantuvo ahí sin decir ni nacer nada más que observarlo y sostenerlo.

***

Se sentó a un lado de Juan en las bancas de espera frente a la habitación, podía ver la preocupación en el hombre así que habló sin más, no lo conocía, pero sabía que estaba preocupado por Esteban.

— Puedes pasar a ver a Esteban también.

Juan negó.

— No es mi asunto —dijo, aunque podía ver la mentira a millas.

— Entonces está bien.

Blake se recargó en la pared contraria.

— Jamás pensé volver a ver a Dakota y mucho menos así.

— Lo sé, me sorprendió también —respondió Blake.

— Aunque me sorprendió más que Marcus acudiera a ti en busca de ayuda.

— Dímelo a mí.

Rió bajo.

— Al final de cuentas el hermano menor recurre a la protección del mayor, ¿No es tierno?

— Oh, cállate.

Sonrió, Juan parecía atento a lo que decían, pero no dijo nada más. Sabía que el hombre era policía y que había estado encubierto con Álvaro y que además iba a ir con ellos, no era algo que pudiese discutir o negarse, ahora Blake tenía que llevarlo al igual que a Dakota.

Jules regresó con Andrew, el hombre en verdad parecía jodido y sabía que lo estaba, simplemente no había podido salir del shock mientras iban de camino en la ambulancia, la forma en la que había llorado, la forma en la que le había suplicado una y mil veces a Dante que no se fuera lejos. Había estado cerca del chico durante sus inicios y unos años más después y se sentía protector hacia él a pesar de que no lo había visto en mucho tiempo.

— ¿Todo bien? —cuestionó.

Asintió, no era cierto, pero por lo menos le había prestado atención. Riley regresó pocos minutos después, cargaba una bolsa con comida y otras más con ropa.

— Antes de que coman algo, deben ir a cambiarse de ropa y limpiar la sangre.

***

Permaneció a un lado de Dante, se sentía cansado y su vientre baja dolía donde la bala había entrado. Pero no le importaba, él tenía que estar despierto por si Dante despertaba o, en todo caso, por si otra cosa pasaba.

Suspiró, el rostro del chico aún seguía pálido, la venda en su mano se veía limpia, la observó, el chico había pasado por mucho, había perdido demasiadas cosas desde que nació como hijo de un hombre peligroso y ya no merecía más de eso, él merecía tener un poco de felicidad y estaba dispuesto a dársela.

Mi salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora