Capítulo Cuarenta y siete: "Hasta pronto..."

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Aoi pov.

“Yuu…”

Su voz susurraba mi nombre de manera entrecortada y sus uñas se clavaban con fuerza a la piel de mi espalda. Su cuerpo se arqueaba bajo el mío y su solo contacto enviaba corrientes electrizantes a todo mi ser, nuestras respiraciones yacían agitadas bajo un ritmo poco compasivo, lujurioso e idéntico. Esa noche supe que si moría, moriría feliz. Porque al fin había sido capaz de armarme de valor y decirle lo que en verdad sentía por ella, de demostrarle lo que sentía por ella y eso era suficiente para mí. No permití que la culpa se apoderara de mi mente en ese momento, estaba ahí para vivirlo, sin trabas, sin preocupaciones, sin miedo a la muerte.

Sólo ella y yo.

Despertar a la mañana siguiente y saber que ese día sería operado me causo una ligera compresión en el pecho, no duró mucho, porque apenas miré hacia un lado vi el rostro sereno de Leslie durmiendo profundamente, su respiración quedaba de manifiesto cada vez que su pecho cubierto tan solo por las sábanas se alzaba y luego bajaba suavemente con cada exhalación , sonreí débilmente y desee más que nunca el saber si viviría luego del trasplante o no, quería seguir viéndola reír, seguir viéndola dormir a mi lado, ver crecer a Ryu. Aún me quedaban muchas cosas por hacer, no podía morir, suspiré abrumado y me senté de golpe en la cama mientras me refregaba los ojos, intentando disipar aquellos pensamientos melancólicos de mi cabeza.

Finalmente decidí que lo mejor que podía hacer era salir de la cama, darme una ducha, mentalizarme para lo que ocurriría horas más tarde y rogarle a alguna deidad que me permitiera seguir con vida.

Leslie pov.

Abrí mis ojos con extrema pereza. La luz del día se colaba por la ventana haciendo relucir el blanco de las sábanas que me cubrían, casi logrando enceguecerme, estaba sola, pero el aroma de su perfume impregnado en la almohada y en mi piel eran suficientes para hacerme compañía, hubiera podido quedarme allí para siempre.

Menos hoy.

En unas cuantas horas más mi hijo sería trasplantado, la emoción y las ansias me llevaron a salir de la cama, recoger la ropa que la noche anterior había quedado esparcida por el suelo de la habitación y escabullirme al cuarto de baño para darme una ducha, cuando hube terminado, me vestí con ropas casuales y me miré en el espejo, anoche había ocurrido algo mágico, algo impensado, casi inimaginable para mí. Él mismo me había dicho algo que esperé oír durante mucho tiempo, el calor se acumuló en mis mejillas, tornándolas de un leve color rojo frente a tales recuerdos, las cubrí con ambas manos mientras sentía como mis pulsaciones se acrecentaban, tome una bocanada de aire e intenté calmarme antes de salir por el pasillo y verlo a la cara una vez más, lo encontré de espaldas preparando algo en la cocina, estaba casi tan nerviosa como anoche, pero antes de que pudiera hundirme aún más en aquellas emociones, su voz resonó en el lugar

-Buenos días – dijo sin darse la vuelta

-Buenos días – respondí

-No quise despertarte – manifestó dándose la vuelta para caminar hasta la mesa con una taza vaporosa – Siéntate – en un total  e incómodo silencio tome asiento, no sabía qué demonios decirle, deslizo la taza hasta donde yo estaba

-No sé cómo te gusta el café, pero hice el intento – dijo con una risa ligera que me contagió, bebí un sorbo y asentí repetidas veces

-Está perfecto

- Que bien, porque aunque no lo creas, demoré más de quince minutos en prepararlo

-¡No exageres!, ¡Es solo café! – hablé entre risas, él negó con la cabeza

Burn the night away ( Un fic de The GazettE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora