Capítulo 10

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No podían pedir más, Jon y Damian se regocijaban juntos en el baño. Damian en la tina y Jon afuera, sentado, bañando al ojiverde travieso que no se inmutaba en mojar todo a su alrededor. Las burbujas y el aroma a jabón se esparcían como diamantina con el viento. Ambos reían dejando pasar minutos cortos que completaban horas largas.

Su entretenimiento era tal que no se dejaban distraer por las peleas en el resto de la casa. Los demás gastaban las últimas horas del día en limpiar cada rincón del hogar Wayne y ajustar los desperfectos que habían nacido con el embrollo de Damian. Luego del almuerzo, el ambiente se volvió tenso y nada amigable. Roy y Jason se ocuparon del auto mientras Dick y Timothy fregaban pisos, ventanas y muebles. Y como el trato había sido firmado, Jon se dedicó a cuidar al Robin menor. Ahora se deleitaban con un tranquilizante baño de burbujas antes de cenar.

Damian chapoteaba jugando con unos muñequitos de plástico que Jason le había conseguido al tiempo de dejar enjabonarse la espalda bronceada y su hermoso cabello negro.

-¿Te gusta el baño, Damian? –Jon inquirió sonriéndole de par a par-.

-Chi...

-¿Y tus juguetes, te gustan?

-Chi, Jay me los dio.

-Jason es un buen hermano.

-Chi. Timmy también y Dick también...

-¿Los quieres?

-¡Chi! ¡Y a ti también! ¡Te quiedo, Jonny!

Su sinceridad provocó un sonrojo inocente en las mejillas de Jon. Éste sonrió tratando de ocultar su vergüenza. Sacudió su cabeza y se concentró en su misión. Desvió el rostro tomando la regadera manual para enjuagar al mayor. El movimiento lo obligó a atravesar su cuerpo por arriba de la tina. Damian lo miró riéndose por lo ridículo que lucía. Fue tal su diversión que tiró de su playera provocando una caída monumental al agua burbujeante. Jon sacó la cabeza para respirar mientras Damian se partía de la risa.

-¡Damian! –Jon exclamó escupiendo el agua que había tragado-.

-Te mojaste un poquito... -El ojiverde confesó palmeando la cabeza de Jon-.

-No es gracioso... -Jon habló intentando salir de la tina-.

Pero Damian tomó su ropa y le impidió moverse y no conforme con eso, se acercó para regalarle el beso más tierno que la historia haya conocido. Sus labios empapados aumentaron la sensación. Jon volvió a sonrojarse descontroladamente. En cuanto se percató de lo que estaba haciendo, empujó al muchacho ocasionándole se resbalara y se sumergiera completamente bajo el agua. Jon salió apresurado de la tina tomando una toalla. Damian sacó su cabeza para respirar, pero inmediatamente reventó en risas.

-Jon está dojo como un tomate... -Damian señaló hilarante-.

-¡Es tu culpa! –El ojiazul respondió avergonzado-.

-¡Sedás mi novia, Jon! –Damian exclamó extendiéndole el pequeño barco de juguete-. ¡Chi! ¡Eso es lo que quiedo! ¡Mi novia Jon!

El nombrado se detuvo en el acto. Incluso tiró la toalla que sostenía. Se preguntó seriamente si Damian empezaba a recuperarse, pero al mirarlo ofreciéndole el pequeño juguete, todo lo adjudicó a su comportamiento infantil. Le recibió el regalo que estaba escurriendo. Volvió a intentar enjuagar al menor, pero lo hizo con todas las precauciones del mundo. Quitó el tapón y el agua comenzó a irse por el drenaje. Con su mirada siempre dirigida a un punto en el espacio, Jon ayudó al ojiverde a salir del baño. Inmediatamente le pasó la bata para que cubriera su intimidad. El rubor en la cara del menor lo iba a hacer estallar. En todo momento evitó mirarlo de frente. Así, y con todos los cuidados posibles, ambos se dirigieron a la habitación del mayor.

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