Capítulo 9

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Con el trozo de una de las playeras que había rasgado, terminó por cubrir los ojos del renegado, quien se resistió incrédulamente, pues sus manos ya no le iban a ser de mucha ayuda, ya que se encontraban atadas a cada uno de los lados de la cama.

-¡Roy, tú, bastardo! ¡¿Sabes que sólo es un juego, verdad?!

-Lo sé, pero eso no significa que no me lo tome en serio... Y por lo tanto, no me voy a arriesgar a que escapes...

-¡Roy, es sólo un juego de niños!

-¡Tim no tiene nada de niño!

-¿Qué se supone que significa eso?

-Nada... sólo no dejaré que gane...

-¡Roy! ¡Es un juego!

-Lo sé, Lady Jason... Así que divirtámonos... -Anunció cortando un trozo de cinta y colocándolo sobre la boca del ojiturquesa-.

Jason se retorció molesto.

-Ya, ya, ya... No te enojes... Juro que vendré a liberarte en cuanto Timothy pierda... -Aclaró inclinándose y besando fugazmente a su prisionero-.

Jason giró su cabeza enardecido.

-Sólo es un juego, amiguito... -Roy exclamó abandonando la habitación-.

-¡Ya está todo listo! –Jon expresó llegando al encuentro del pelirrojo-.

Traía consigo a Damian, de quien sostenía firmemente la mano.

-¿Hiciste todo lo que te pedí? –Roy demandó ajustándose su barba ficticia-.

-¡Síp! –Jon respondió entusiasta-.

-¡Bien! ¡Vayan a sus puestos y por nada del mundo los dejen pasar! ¡Cuando los tengan, son libres de jugar todo lo que quieran!

-¡Sí! –Los menores asintieron para luego salir corriendo a sus lugares planeados-.

Roy se frotó las manos sonriendo maliciosamente. Después se alejó perdiéndose en el pasillo.

-Tenemos hasta las diez, si no, perderemos, ¿está claro, Hada Dick? –Tim preguntó mientras se encaminaban a la entrada principal de la mansión-.

-¡Entendido, Lobito Tim!

Se acercaron cautelosos a la puerta. Dick sacó las llaves y cuidadosamente giró la cerradura. La entreabrió para obtener una vista del panorama adelante.

-No hay nadie... podemos pasar... -El mayor indicó empujando la puerta para abrirse paso-.

Sin embargo, apenas avanzó cuando una enorme cubeta llena de algún líquido le cayó encima. Además de terminar sucio, el recipiente lo golpeó directo en la cabeza. Tim se detuvo enseguida. Ya nada pudo hacer por su hermano.

-¡Dick! ¿Estás bien?

-¿Qué demonios es esto? –Se preguntó oliendo su manga-.

-Creo que es salsa para barbacoa... -Tim aclaró tomando un poco con el dedo y probándolo-. Sí. Es salsa...

-¡¿Qué?! ¡Qué asco! ¡Maldito Roy!

-Esto apenas empieza... -Tim habló más serio que de costumbre-.

Dick remarcó el tono y levantó la vista en dirección a lo que señalaba el tercer Robin.

-Con calma, perrito... -Dick exclamó al mirar a Titus acercarse-.

-Mejor empieza a correr... -Tim sugirió abriendo la puerta-.

Pero su falta de comunicación fue su mayor problema, pues mientras Timothy salió de la casa, Dick se internó huyendo en la dirección contraria. Lo escuchó gritar desde el exterior.

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