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Despierto y tengo la sensación de haber dormido por años, hacia mucho que no descansaba bien. Un tenue sol se asoma por la puerta de cristal y de pronto me invade cierto pánico pues pienso que he perdido mi vuelo, pero al ver el reloj de la cocina, veo que no es tan tarde, a penas las 8am.

Temo aún duerme, me siento tentado a pararme y acariciarle las mejillas, darle un beso en la frente, pero no lo hago. Es el mismo de siempre, pero no acaba de serlo, algo ha cambiado. No puedo despertarlo, me da cosita.

Así que en lo que espero a que él solito lo haga, doy un pequeño recorrido por el lugar.

La casa tiene un ligero parecido a su departamento en el edificio Córcega. En las paredes hay fotos de todos, hasta hay un pequeño espacio "dedicado" a Diego. Hay fotos de todas las etapas de Temo, obvio incluida la prepa. También hay de sus pequeñas presentaciones; en la gran mayoría sale junto a Martín y eso no es más que una confirmación de que es su novio. Pero, para mi sorpresa, no me siento celoso, es decir, es obvio que alguien iba a caer ante sus encantos, estarían locos si no.

Lo que si no puedo pasar por alto, es que todos tienen un lugar específico en las paredes, todos, menos yo; es extraño, ya que Pancho siempre me inlcuyó en las dinámicas familiares. Y ahora, no hay ni una prueba de nuestro amor, de nuestra historia, no existimos aquí... por un momento me siento triste, pero después lo pienso bien y todo tiene sentido. Han pasado mucho años, es normal que nuestra historia ya estuviera guardada en el baúl de los recuerdos. No puedo reclamar ni hacer drama. Algo me tranquiliza, es un pensamiento: sea cual sea el sitio que ahora ocupo en la vida de Temo, sé que siempre tendré uno muy especial en su corazón. Lo sé porque él definitivamente tiene uno en el mío.

Es justo ahora que puedo entender la expresión "dar vuelta a la hoja". No se trata de un antes y un después, si no de algo especial que llega a su fin, y te sientes triste, pero no puedes estar demasiado triste, porque llegarán más buenos tiempos y personas y situaciones. Sólo que tal vez, para mí, no será ni con Jaime ni con Temo.

Vuelvo a checar el reloj y tal vez si ya sea momento de regresar al hotel a hacer la maleta y preparar todo.

Entro a la cocina y sé instintivamente dónde está todo cómo si hubiera estado muchas veces aquí. Preparo café porque sé que es el único aroma capaz de despertar a Temo. Y efectivamente, despierta con el olor del café recién preparado. Por un momento, me ve confundido, le pregunto si pasa algo, si tuvo alguna pesadilla o algo así.

-No, no, es que, pensé que había sido un sueño, hasta que olí el café.- se levanta y me sonrie.

-Perdón, no quería...

-No, no, tranquilo, todo bien, ya tenía que despertar.

-Estaba viendo las fotos, tienes una galería impresionante.

-Gracias...

Doy una vista rápida de nuevo a las fotos y me imagino que algún día los hijos de Temo llenarán más marcos, creando una nueva familia de la que ya no formaré parte.

-Sé que solo son fotografías, pero me hacen sentir acompañado; me ayuda a levantarme todos los días... junto con el café.- dice señalando.

Voy a la cocina y abro la alacena donde sé que estarán las tazas y me encuentro con una pequeña colección como la que había en la casa de los López, dónde yo comí tantas veces. Encuentro la que era mi favorita y me sorprende que la haya cargado de mudanza en mudanza, es cómo si, por fin, encontrara un pedacito mío que existe aquí, en su casa, su nueva vida. Me sirvo y le sirvo y se lo preparo cómo sé que él lo toma: con un poco de leche y dos de azúcar.

-Yo también los extraño... a los López quiero decir.

Se sorprende, pero no por el hecho de que los extrañe, sino porque al fin lo admito en voz alta. Tomamos un sorbo, simplemente estamos disfrutando la compañía del otro.

El corazón a veces se equivoca [Aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora