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Después de nuestro momento, nos volvimos a quedar dormidos. En cuanto abro los ojos no siento ni un remordimiento, ni un rastro de todo lo malo que alguna vez había llegado a sentir. Me quedo a su lado, inmóvil. Siempre me había gustado verlo dormir. Te transmitía una paz indescriptible, era lo más hermoso que veían mis ojos.

Quince minutos después, se despierta.

-Ari... ¿desde hace cuánto estás despierto?- su voz adormilada me daba mariposas en el estómago. Se estira y me abraza. ¿Acaso hay mejor manera de despertar?

-Desde hace no mucho.- me dan ganas de darle un beso en la frente... y esta vez no me voy a quedar con esas ganas.

No supe cuánto tiempo más pasamos así, abrazados, acostados, dándonos besos suaves de vez en cuando. Decidimos por fin pararnos, ya son las 10am. Me siento seguro y feliz.

Pero esta felicidad no duraría para siempre y lo supe cuando sonó su teléfono.

-¿Bueno? Si, si aquí está...- la sonrisa de Temo se borró al tiempo que me pasaba el teléfono.

-¿Bueno?- contesté extrañado.-Arturo... si, si lo sé. No, no voy a perder el vuelo. Si, si estoy bien. No, Temo no me está matando de hambre, me está cuidando.- Sonrisa de idiota mientras lo volteo a ver. Él ya me está viendo y también pone una sonrisa sincera. Cuelgo.

-Sólo se asegura de que no me quiera perder o escapar contigo.

-Entiendo. Entonces... tu vuelo... ¿cuánto tiempo tenemos?

-Unas horas... te juro que yo... no me quisiera ir nunca.

-Tienes que ir, Ari. Siempre habías deseado estar en un escenario, que te conozcan, que coreen contigo tus canciones.

-Lo sé... pero bueno, no hablemos de cosas tristes. Hay que aprovechar nuestro tiempo.

-Tienes razón...- de pronto, Temo se ve dudoso, no entiendo por qué. -Ari, te quiero enseñar algo. Es... algún tipo de sorpresa... que de verdad nunca pensé te daría.

Nunca espero nada y aún así, él termina por sorprenderme. Su corazón es tan noble. Sé que es algo que heredó de Pancho. Los López saben dar sin esperar.

Temo me lleva al cuarto de su departamento que está cerrado con llave, todo es muy misterioso. En cuanto abre, no lo puedo creer. Mis ojos no dan crédito y comienzo a llorar.

Es un cuarto peculiar. Es una especie de espacio que contiene recuerdos: hay fotos de los dos, fotos de mi a los 16, fotos de nosotros con Diego y Alonso, la tropa y hasta Yolo. Fotos en familia... también hay algunos recortes de periódicos y revistas donde he salido, incluso donde hablan de mi relación con Jaime.

No puedo evitar pasear por todo el lugar. En una mesa encuentro una caja mediana y la abro. Ahí está nuestra historia resumida en objetos: una cajita en forma de piano, la pulsera azul que dice 'Aristemo', la foto de nuestro pequeño espacio en el universo, los muñequitos del pastel de auténtico chocolate de Oaxaca y mil leches, boletos de avión a Huatulco, boletos de camión a Toluca...

Siempre tuve la impresión de ser el único loco que a pesar del paso del tiempo y la distancia, guardaba recuerdos. Obviamente yo conservé el anillo de promesa, mi pulsera Aristemo, la foto del árbol grabado TAHI... y ver qué Temo hizo lo mismo para recordarme y recordar nuestra historia, tocó mi corazón.

Sin embargo, eso no fue lo que más me hizo llorar.

Justo a lado de la mesa, hay un teclado. Solo que no es un teclado cualquiera, es mi teclado, el que se subastó para la beneficencia hace algunos años. Sigue en su misma funda y todo. Esto sólo quiere decir que Temo sabía que estaría en subasta.

El corazón a veces se equivoca [Aristemo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora