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Los gemidos que salían de entre los labios de Namin tenían en éxtasis a Wonjae, quien ocultaba su rostro en el cuello de ella para dejar besos.

Ambos se sentían cerca de llegar, por lo que la velocidad iba en aumento y los sonidos se estaban intensificando, sólo bastó algunas estocadas para que la castaña llegara y al rato el mayor, dejando exhaustos a éstos.

Era sábado por la tarde noche, tal y como dijo Namin cumplió, le hablo el viernes por la noche para acordar verse al día siguiente a la noche, sólo que Wonjae sugirió mejor por la tarde, así que llevaban juntos desde las cuatro de la tarde y ya eran las siete.

Namin se sentó para estirar su espalda, la cual sentía adolorida, el azabache la miraba en silencio pero sin prestarle verdadera atención, sólo era un referente al cual mirar mientras recuperaba el aliento.

—Voy al baño —aviso la menor.

—Ya sabes donde queda —respondió sin importancia volteando la cabeza hacia el techo.

Cuando ella salió entonces se tomo la libertad de agarrar su teléfono, siempre que estaba en su casa lo ponía en modo avión pero como debía estar atento a cuando llegara Namin ya no podía darse ese lujo, así que era capaz de oír la vibración de éste cuando le llegaban mensajes. Al revisarlo encontró mensajes de Gray, aunque sin pedir detalles seguía siendo igual de entrometido que su jefe, no los respondió, sólo verificó de quienes eran luego dejo el celular sobre su mesa de noche.

Cerró los ojos por unos momentos, no podía creer la tranquilidad que estaba manejando la situación, era recién la segunda vez que veía a Namin pero lo sentía como años por lo natural que era todo, era raro pero le agradaba. Volvió a abrirlos cuando oyó pasos acercarse.

—Eso fue rápido —comentó viéndola subir a la cama.

—Al no tener ropa me quita parte del trabajo —bromeó, aunque no mentía.

—Debí suponerlo.

—Creo que deberíamos de tener días y horarios —opinó Namin de repente—. Me hace sentir algo hipócrita el tener que sacarte temas de conversaciones para decirte que quiero verte, aunque sea obvio para que te hablo.

—Entiendo, no quieres vueltas.

—Exacto, sólo quiero venir a tu casa cierto día y hora y que ya me estés esperando —agregó—. Sólo bastaría un mensaje para confirmar que si iría o tu vendrías a mi casa.

—¿Quieres que vaya a tu casa? —preguntó con sorpresa.

—Y sí, no creas que seré la única que se hará el viaje, tampoco vivo tan lejos así que tranquilo.

Bad vibesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora