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Wonjae había evitado mucho pensar la noche diferente que pasó con Namin, para no hacerse la cabeza por nada, como también ocultó ese hecho a sus amigos.
Y solo en su casa pensaba ese día pero sin sacar conclusiones, pensando en lo que hicieron, lo que los hizo reír y sonreír, su atención siempre terminaba en la sonrisa de ella, no iba a pensar mal, Namin tenía una sonrisa hermosa desde su parecer, no podía dudarlo, ¿por qué realmente pensaba en ello?
Ya miércoles pensó en si en serio saldrían a algún lado, si sólo debía tocar la puerta para que ella saliera e irse, pero cuando llego ese momento no fue así, se besaron y terminaron en la cama de ella, la plática también fue mínima, lo que le permitió estar tranquilo en todo el momento, eso hasta que él abrió la boca sin saber porqué.
—¿Lo decías en serio de salir? —preguntó sentando en la cama, ya vestido y listo para irse.
—¿Eh? Si pero... pensé que lo olvidarias —admitió sorprendida, se sentó en la cama, antes se había acomodado para dormir para cuando Wonjae se fuera—. ¿Quieres?
—Sólo si quieres —respondió nervioso sin mirarla, rápido sus ojos se perdieron en la habitación.
La risa de Namin lo volvió al mundo, la miró para entender que era lo que le hacía gracia, frunciendo el ceño.
—¿Qué te parece mañana por la noche? —preguntó acercándose al mayor, apoyando su cabeza en el hombro izquierdo de Wonjae, que era la dirección en la que él había girado la suya para verla—. Aprovechemos que aún falta para mis exámenes y aún tienes tiempo antes de estrenar tu single y álbum.
—Está bien —aceptó apenas mirándola por el rabillo del ojo—. Pasaré por ti.
—¿A las diez?
Asintió con la cabeza y se levantó, se volteó para tenerla de frente y besarla por última vez esa noche, casi dejándose ir cuando Namin agarró el cuello de su remera y lo incitó a volver a la cama con ella, se separó con una sonrisa y la miro reprochandola.
Al salir del edificio su sonrisa seguía vigente y se sentía más contento de lo normal, aún cuando tenía los nervios encima de saber que tendría algo que posiblemente podía llamarse cita con ella, pero sería serio, si no era idiota nada tendría porque salir mal, él no iba a permitirlo.
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—¿Hacia falta tanto secretismo con esto? —preguntó Yuna apoyada en una de las paredes del pasillo de la universidad.
—Quería contartelo sin Taeil presente porque él siempre dice algo para hacer que quiera retroceder —explicó.
—¿Qué te hace creer que no le diré luego? Le cuento todo más o menos.
