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Cuando el miércoles llegó Namin desde que volvió de la universidad no se despegó de la puerta de entrada, esperando a Wonjae.

Después de que el alcohol desapareciera de su sistema a la mañana siguiente estuvo más calmada, conocía a Wonjae, no tanto en realidad, pero sabía que éste no haría un drama por lo ocurrido, como máximo le diría que no le gustó equis cosa, y lo entendería, estaba segura con su postura de que fue ella quien se portó mal, a pesar de que no fue la gran cosa.

Cuando dieron las cinco su timbre sonó, no era el del portero por ello se extraño, de igual forma fue abrir, encontrándose con Wonjae del otro lado.

—¿Acaso el portero ya te reconoce? —preguntó ella confundida, dejándolo pasar, en realidad eso no tendría sentido porque éste sólo lo vio una vez en su vida.

—Estaba la puerta abierta —aclaró sacándose sus zapatos—. Sólo pase y cuando lo vi lo salude, me respondió y siguió con lo suyo.

—Vaya, que alivio que nuestro portero se preocupe porque entre gente amable al edificio sin importar que sea un desconocido —comentó incrédula.

—Puede que se acuerde de mi —sugirió parado frente a ella.

—Si de milagro sabe quien soy —bromeó, pero ya con el silencio sus nervios hicieron presencia.

Wonjae lo notó, él también estaba nervioso, pero antes de hablar quería mejor despejar la mente, por eso redujo la distancia entre ambos para besarla, tomando en sus manos el rostro de ella.

—Wonjae, pero dijiste... —interrumpió alejándose un poco.

—Después podemos hablar, ¿si?

El tono tranquilo que uso la convenció y relajo, por ello se dejó hacer, si él se mostraba relajado significaba que no era nada grave lo que quería hablar.

Ni siquiera se tomaron el tiempo de ir hasta la habitación, fueron hasta el sofá de la sala, donde Wonjae se sentó e hizo que Namin se pusiera sobre él. Entre besos desesperados las prendas fueron desapareciendo al ser innecesarias, las caricias al cuerpo del otro también eran un detonante, los suspiros y gemidos un plus.

En su pausa el mayor dejaba besos en en el cuello de ella, quien jugaba con su pelo mientras trataba de recobrar el aliento.

—¿Vamos a mi pieza? —preguntó Namin luego de un rato.

Wonjae asintió con la cabeza, dejándose guiar por ella quien tomó su mano, en el camino terminó rodeando su cintura, pero cuando estuvieron en la cama cada uno se puso de un lado, quedando de frente sabiendo que tenían un tema pendiente.

Bad vibesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora