Changkyun estaba acostumbrado a Hoseok, su lindo novio, adorable y juguetón la mayor parte del tiempo. Lo había conocido como un gánster hacía ya tres años. Rebelde, irónico y de esas personas que se saben lindas y lo usan a su favor.
Las apariencias le habían durado poco tiempo.
Changkyun jamás iba a olvidar las lágrimas que el otro había derramado tan solo a las pocas semanas de conocerse. Y todavía sentía muchas mariposas en el estómago cuando lo veía llorando por una serie o porque su planta nueva había muerto.
Nadie era más adorable que su Hoseok.
Pero había otros días en donde todo cambiaba. Porque Hoseok no dejaba de ser lo que era.
Un ángel y una puta.
Y eran esos momentos en donde Changkyun deseaba tener un poco más de fuerzas. De autocontrol.
Era domingo, ocho de la mañana. Changkyun podía escuchar perfectamente las llaves de la puerta de la casa. Hoseok se había ido a un cumpleaños en la noche y recién llegaba. Lo escuchó caminar por el pasillo e ir directo a la recámara que compartían. Inclusive llegó a su oído el sonido de los quejidos ajenos, probablemente por no encontrar a nadie acostado. Changkyun sonrió desde su pequeña habitación privada, donde ahora mismo estaba escribiendo sin parar, junto a una taza de café. Se levantó con cuidado, sabiendo perfectamente que Hoseok probablemente no podía levantarse de lo ebrio que estaría.
No le llevó demasiado llegar al cuarto, lo que más tiempo le tomó fue respirar. La escena dentro no lo alentaba a ello. Su novio estaba medio sentado, medio acostado, las piernas abiertas y el torso apoyado entre las almohadas, su cabeza estaba a un costado, sobre el hombro, probablemente inconsciente. Las piernas apretadas en esos ajustados jeans negros, marcando el inicio de una curva entre sus piernas, la remera negra apretada y escotada al punto que casi podía verle los pezones.
Y ahí estaba su adorable cara dormida, haciendo morros y apretando las cejas. Con sus cabellos color rosado, su palidez destacando en las ropas oscuras y la cama de sabanas manteca.
Era todo lo que estaba bien en el mundo.
De nuevo, una puta y un ángel.
Changkyun sonrió, muy seguro de que aquel hombre nunca lo engañaría. Pero igualmente dispuesto a recordarle que al final del día, siempre era suyo.
Se acercó con calma a la mesita de luz, agarrando cuidadosamente unas cuerdas de algodón, acariciando el material con cuidado.
—Hoseokkie.
El susurro era demasiado bajo que apenas consiguió un movimiento por parte del chico. Y triunfante, con una sonrisa se acercó, tomando esos fuertes brazos y subiéndolos hasta ponerlos a cada lado de la cabeza ajena. Se tomó su tiempo atando las muñecas a la cama. Había perdido la cuenta de las veces que las había usado ya. Por suerte Hoseok nunca perdía la expresión de confusión al encontrarse sin poder moverse.
Esa vez Changkyun se decidió por conservarle parte de la ropa, era un atuendo demasiado hermoso para romperlo. Sin embargo no tardó nada en ponerse arriba de él, piernas a los lados de esa enorme pelvis, justo apretando los huesos de la cadera. Y bajó lento la cabeza, observando cómo subía y bajaba la respiración. Pronto lo haría agitar hasta que se le cortara.Los pezones siempre parados estaban esperando ansiosos y Changkyun aseguraba, abiertamente, que no podía hacerlos esperar. Tomó uno con la boca y otro con los dedos, por arriba de la remera, empapándola con saliva, mordiendo duro y masajeando suave. Escuchó el sonidito agudo saliendo de la boca de su novio y sonrió, mirando hacia arriba lentamente.
—Éstas no son horas de llegar, Hoseokkie— pronunció adorablemente, con los hoyuelos marcados y la mirada afilada, como un gato mimoso que no está haciendo nada malo y justo en ese instante logra rasguñar.
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Café y Lágrima [Wonkyun|Showki]
FanfictionKihyun es un estudiante de música que trabaja en el restaurante de su mejor amigo, en la zona céntrica de Seúl. Hyunwoo es dueño de una discoteca gay que está a dos cuadras. Hoseok es dueño de otra que está a quince cuadras. Changkyun es estudiante...