Cap. 33: El Fin

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Todo iba bien. Arturo condujo al grupo de personas a través de los pasillos; Morgana, Gwen, Percival, Gwaine, León y Mordred. Lancelot estaba de guardia frente a la cueva.

Arturo estaba horrorizado por lo fácil que era escabullirse de Camelot. Morgana tenía razón, ¡esto es ridículo!

León se comprometió a tener una seria discusión con sus guardias.

Pero Morgana estaba ansiosa. —Dije que iba a ser fácil, —Susurró Morgana. —pero esto es casi demasiado fácil...

Por supuesto, ahí fue cuando todo salió terriblemente mal.

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Estaban corriendo, sin preocuparse por hacer ruido mientras innumerables guardias los perseguían, los sonidos hacían eco, distorsionando la capacidad de Arturo para averiguar cuantas personas los estaban persiguiendo.

—¡Señor, Alto! —Gritó un guardia, mientras el grupo estaba atrapado, los guardias bloqueaban todas las entradas.

Morgana cuadró sus hombros, levantando su brazo...

¡Tófléon! —Gritó Percival, arrojando a los guardias frente a ellos con un destello de sus ojos. —¡Vamos! —Gritó, levantando a Mordred para que no se quedara atrás.

Arturo miró a Percival con sorpresa, siguiendo detrás de la montaña de un hombre mientras el grupo corría hacia las mazmorras...

Sólo para detenerse de repente ante un muro de color rojo. La entrada de la cueva estaba bloqueada por los caballeros de Camelot, de pie, con las espadas levantadas.

—... ¿Señor? —Sir David preguntó, bajando su espada. —¿Sir León?

—Están encantados. —Siseó Sir Roderick, uno de los caballeros de Uther.

Lancelot luchó; estaba de rodillas, sujeto por tres de los Caballeros.

—La Dama Morgana y su doncella también... —Dijo otro Caballero.

—Príncipe Arturo, detén esta búsqueda ridícula de una vez. —Ordenó Sir Roderick.

—¿Se atreven a levantar sus espadas a su Príncipe? —Gritó Arturo, y muchas de las manos de los caballeros temblaron; algunos bajando sus espadas, otros inseguros de que hacer.

—¡Mantenerlas arriba! —Sir Roderick escupió: —Levanto mi espada a un mocoso malcriado que va en contra de los deseos de su Rey. Si hubiera mantenido una correa más apretada contigo, nunca habrías conocido al monstruo en primer lugar. ¡Incluso no eres lo suficientemente estúpido como para creer que cualquier bestia con magia podría ser buena de alguna manera!

Arturo se enfureció, sacando su espada de la vaina y haciendo juego con Sir Roderick-

Sir Roderick cayó al suelo, sir David estaba de pie junto a él, envainando su espada. Con calma, limpió la sangre de la empuñadura de su espada.

—¡David! —Gritó Sir Gregory, mirando entre Sir David, Sir Roderick y su príncipe con miedo en sus ojos.

—¿Qué estás haciendo? —Siseó Sir Yaromir.

—He visto a alguien encantado antes, señor. —Dijo Sir David, mirando a su príncipe a los ojos. —No lo estás.

Arturo sonrió a cambio, bajando su espada.

—¿Realmente vas a ir en contra de los deseos del Rey? —Preguntó Sir Yaromir.

—Puede que sea mi Rey, —Respondió Sir David. —pero él no es mi líder. Señor, salva a Emrys. Él nos salvó a todos del Dragón Dorado; él no merece ser nuestro prisionero.

Emrys el Dragón (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora