gobernada ; trueno

capitulo 8

Mateo ;;

Una semana de esa noche, siete días y la verdad que todavía sigo confundido ante lo que me soltó Olimpia.

Estaba drogada y con unas copas encima, y eso puede ser que le haya afectado un poco, no creo que ella me diga eso porque lo siente, no, no podia sentir eso por mí.

Y acá me encontraba, acostado como un pelotudo con ese problema carcomiendome la cabeza, sus palabras, todo.

"No te das cuenta de que me vas a encantar más"

Ya la palabra encantar es bastante fuerte, por lo que me tomo sorpresa en el momento, pero no acoté nada, hice oídos sordos hasta que lleguemos a su casa.

Uma no me habla y es entendible, la ignoré y me fui con Olimpia como un gil, pero no quiero ir ahora y arreglar nada, no por ahora.

Tengo ganas de estrellar mí cabeza contra la pared pero no lo hago, soy un pelotudo.

No le hablo a mí mejor amiga (si se le puede llamar así) porque tengo miedo, ante todo, ante lo que diga, ante sus acciones, ante ella, ante todo, y no puedo avanzar en nada, estoy estancado en un problema que nisiquiera sé cómo hice para llegar aca.

Agarró mí celular y llamo a Replik, quizá el tenga algún consejo para darme, o aunque sea lo invito a mí casa para ranchar un rato, no tengo ganas de estar solo con la cabeza machacandolo.

A los quince minutos tengo a Manuel en mí pieza y hablando conmigo, hasta que sacó el tema de Olimpia, le cuento todo y el se limita a asentir y pensar sobre en que decirme y contestarme a lo que cuando termino se toma su tiempo y obviamente espero espectante.

—'cuchame, ¿que sentis por ella? —pregunta a lo que me parece una respuesta súper fácil de responder.

—La quiero, obvio.

—Pero, ¿en que sentido? —y ahí estaba la pregunta que estaba evadiendo en estos días, ¿En que sentido la quiero?

—No sé —respondí frustrado —Cuando está cerca mio, trato de aguantar, aguantar...—no quiero soltar la palabra, no podría.

—¿Besarla? —dijo Manuel haciendo que lo miré, sin asentir ni negar, pero clara era la respuesta. —Ah pero 'tas hasta las manos amigo.

Me mordí el labio y asentí.

—Soy un tarado, lo sé.

—Amigo, lo que pasa es que...—lo interrumpí, era hora de que yo lo enfrente, yo lo diga.

—Me enamoré de mí mejor amiga.