capitulo 23

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Olimpia

— No sabes lo que me pone que me digas asi —habló Mateo comenzando a repartir besos por mi cuello, que de vez en cuando un mordisco mandaba.

Su miembro estaba duro como una piedra y cuando se acercó mas a mi largué un gemido.

Lo deseaba mas que a nada, y el a mi.

— Te deseo tanto —alcé la mirada y el morocho me miraba con ternura —Te quiero.

El no dijo nada, simplemente unió sus labios con los mios, y comenzó a pasar sus suaves dedos por mi piel, alzando la remera y tirandola para algun lado de la habitación. Quedé en corpiño pero cuando el me miró como pidiendome permiso, asentí, quería que se apure, pero tampoco me molestaba que se tome su tiempo.

Sonreí cuando este me miraba las tetas, de muy de vez en cuando, lo fichaba haciendolo cuando eramos simplemente amigos y este se hacia el boludo por así decirlo.

—¿Que pasa? —alcé la ceja haciendo que este se ruborice un poco, reí al ver como abría la boca para decir algo pero despues la cerraba.

—Dale Oli, no me la compliques —habló el morocho obvio.

—No te voy a dejar hasta que lo digas —reí para mis adentros esperando la decisión del morocho.

Este suspiró cansado de dar tantas vueltas y despues habló.

—¿Te puedo chupar las gomas? Es que, no sé boluda, me re encantan —reí ante tal confesión de Mateo, pero después me mordí levemente el labio y asentí con la cabeza.

—Si Mateo, podés —afirmé haciendo que este me de un casto beso —Vos podes hacerme lo que quieras —le guiñé el ojo y el sin decir nada llevó su boca hacia uno de mis pezones.

Hacia lo que quería conmigo, la sensación cuando mordisqueaba de estos y luego sentia el contacto de su lengua me hacian sentir en el paraíso, este momento, estar asi con el realmente es algo de lo que nunca me podría haber imaginado, pero que amo que sea así.

Los gemidos inundaban la habitación, llevé mi mano hacia la cara de Mateo, el calor que emanaban nuestros cuerpos y la excitación que teniamos era increible, de vez en cuando nos separabamos un poco para recobrar el aliento, pero segundos despues nos estabamos besando de vuelta como si no hubiese un mañana, como si no fuese suficiente lo cerca que estabamos.

Necesitabamos más.

Lo agarré del cuello al morocho y lo guié hacia la cama, este se acostó y yo me sente a horcajadas de el, comenzando a moverme encima de su creciente ereccion, los dos soltamos un gemido o quizá estos nunca se fueron.

Y aunque Mateo este en solamente boxer podia sentirlo todo y eso me estaba volviendo loca, y yo simplemente llevaba mi tanga ya que el corpiño ya estaba en vaya a saber en que lugar de la habitación.

Comencé a repartir besos por todo su torso desnudo, de vez en cuando unos mordiscos se me hacían inevitables no hacerle, llegué hacia su boca y comencé a besarlo muy intensamente.

Este me hacia caricias en la espalda mientras nuestras lenguas se encontraban en un sexy beso, pero cuando no aguanté mas me saqué la ropa que me faltaba que era lo que quedaba de mi ropa interior, haciendo que el morocho se de cuenta de que ya quería ir directamente al grano en esto, estaba extasiada del deseo.

Y a notar por su parte, el tambien estaba deseoso a que llegase este momento.

Rapidamente quedé debajo de el, este se recargaba en sus brazos que estaban a los costados de mí y rapidamente abrió su mesa de noche y sacó un paquete plateado que rapidamente logró abrir y colocarse dicho preservativo.

Se volvió a posicionar y recobró un poco de aliento, quería reir ante eso, se acercó hacia mi y me dio un dulce beso.

—Ya sé que voy a sonar re virgo, pero amo estar asi con vos, Oli —confesó haciendo que miles de mariposas revolotearan por mi estómago —Te quiero.

—Yo tambien te quiero, loquito. —lo besé.

Y por fin, el se adentró en mi, y comenzó a embestir lentamente, los gemidos inundaban la habitacion, pero no mas que el amor que sentiamos el uno por el otro.

Despues de un tiempo las embestidas eran mas rapidas y aquella sensación de que estaba por llegar a mi punto maximo comenzaron y sabía que de parte de el, también.

Bastaron unas cuantas embestidas mas para que los dos lleguemos a el llamado orgasmo, haciendo que mis uñas se aferren a su espalda y mis piernas tiemblen, y ni hablar de los gemidos que habrán salido de mi boca.

El morocho salió de mi y fue al baño que estaba en su habitación para tirar el preservativo. Y yo mientras me daba el lujo de verlo caminar desnudo en frente de mis ojos.

Bastaron unos pocos minutos para tenerlo a mi lado acostado, abrazandome por la cintura y pidiendo como un nene de tres años:

—¿Me haces mimitos? —yo reí ante la ultima palabra, asentí y comencé a acariciarle el pelo.

Lo observaba y no podía asimilar lo que acababa de pasar, estaba atontada del amor que sentia por este pibe que me estaba poniendo mi mundo de cabeza.

Este estaba pensativo, fruncí un poco el ceño, ¿se habrá arrepentido?

—¿Que pasó Matu? —pregunté haciendo que este se me acerque y me de un beso completamente tierno.

—Sos mágica Olimpia —soltó con un brillo e los ojos, haciendo que mis inseguridades se vayan totalmente — Esto fue...increíble.

—Vos sos increible, Mateo. —confesé haciendo que este me agarre de la cara y me reparta besos por toda esta, haciendome reir. —Soltame bobo.

—No puedo, estoy muy enamorado.

Listo, si seguía asi me lo iba a garchar de vuelta con o sin su consentimiento.

No dije nada y me subí arriba de el, haciendo que este enarque una ceja.

Cabe destacar que los dos seguiamos sin ropa.

—¿Segunda ronda? —soltó este, pícaro.

—No veo por qué no —dije haciendome la inocente, para que este de un rapido movimiento me deje debajo de el para comenzar a besarme.

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una garcha este cap, perdón

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gobernada ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora